El peronismo ante Venezuela: ¿es o no una dictadura?

Ventaja para Javier Milei y las huestes libertarias. El peronismo, que aún no digirió su derrota, tiene dificultades para expresar sus verdaderos sentimientos frente a la crisis venezolana. Cristina, a la espera de la narrativa mexicana. Sergio Massa, solo habla del tema con sus amigos. Martín Llaryllora, el único gobernador peronista que habló, aunque moderadamente. Solo un grupo se animó a definir al régimen de Nicolás Maduro como una dictadura.

Silvia Mercado
Periodista acreditada en Casa Rosada

Si algo divierte en este momento a Javier Milei es la encrucijada que está viviendo el peronismo frente a la crisis venezolana. El no tuvo ninguna duda en cómo alinearse y salió a respaldar como nunca a los venezolanos que se movilizan por las calles de todo el país poniendo en riesgo sus vidas, y lo poco que les queda. Aquí, en Buenos Aires, avaló la presencia de ministros en la puerta de la embajada venezolana. Y tanto su vocero oficial, Manuel Adorni, como sus voceros paraoficiales en las redes, condenaron el proceso electoral por fraudulento, avalando cualquier gestión contra el régimen de Nicolás Maduro, al que nunca dudaron en calificar de "dictadura".

No es lo que le sucede al peronismo.

El canal de noticias C5N es la prueba palmaria del agotamiento del relato. Allí, dando la cara, los periodistas de la señal no evitan el tema y demuestran sus propias contradicciones ante la avalancha represiva del Cuerpo de Policía Nacional Bolivariano (CPNB) que fue creado para golpear y detener a quienes protestan. No pueden justificar para Venezuela lo que critican en la Argentina, dicen, aludiendo a las fuerzas de seguridad que comanda Patricia Bullrich.

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Pero tienen grandes dificultades para explicar el fraude. Piden, como Lula y Petro, al que después se sumó AMLO, las actas que demuestren que ganaron las elecciones. Y apenas se animan a criticar a la oposición que habla de que tiene las actas pero tampoco alcanzó a mostrarlas por la vía digital.

Algunos, directamente, ya empiezan a decirle dictador a Maduro. Otros, se mantienen cautos. Esperan que hable Cristina Fernández de Kirchner.

Ese es el estado en el mundo K, donde la líder se tomó varios días para analizar qué decir y esperar la marcha de los acontecimientos, como ya hizo cada vez que se producía una situación de crisis en la Argentina. Hablará desde México, bajo la narrativa de ese país que no es vecino de Venezuela como sí lo son Colombia y Brasil, es decir, sin el temor a recibir inmigrantes a los que habrá que proteger en salud, alimentos, trabajo.

Pero ese es solo el mundo K.

Otra complicación tiene Sergio Massa.

El peronismo ante Venezuela: ¿es o no una dictadura?

Su caso es curioso, porque el excandidato a presidente expresó durante varias entrevistas que consideraba al gobierno de Maduro una dictadura. Incluso recibió en su casa a Lilian Tintori, por entonces esposa de líder de la oposición que estaba preso, Leopoldo López. Estos días, entre sus amigos, recordó que "soy el único argentino declarado persona no grata por la Asamblea Nacional (Venezolana) a instancias de Diosdado Cabello" y contó que "yo financié la fuga de Antonio Ledezma", exdiputado y exalcalde de Caracas que tuvo que huir vía Colombia hasta Madrid, luego de que las huestes chavistas lo amenazaran con asesinarlo.

Sin embargo, no dice nada en público. ¿Por qué?

Es evidente que la crisis venezolana se sucede cuando el peronismo todavía no reaccionó de su derrota. Nadie sabe por dónde iniciar un camino de reconfiguración, ni tampoco con quién. Massa no es la excepción. Podría exponer sus diferencias con el kirchnerismo en relación a Venezuela, pero elige no hacerlo. "Van a decir que me aprovecho para desmarcarme", le dijo a sus amigos. Cree, en definitiva, que van a decir "que uso la crisis en un país hermano para hacer política. ¿Si no habló hasta ahora, sale a hablar de Venezuela?".

También hay otro peronismo, el del gobernador Martín Llaryllora. El cordobés no tuvo dificultades en pronunciarse apenas conocida la crisis que generó Maduro en el cuestionable proceso electoral. "Exigimos que se respete y cuide la voluntad del pueblo venezolano a través de la verificación de la transparencia de las actas y del proceso electoral", posteó en las redes. Y consideró que "es nuestro deber defender la democracia en todo el continente, respetar el funcionamiento republicano y promover la libertad de expresión y la autodeterminación de los pueblos".

Parece poco, pero es el único gobernador peronista que lo hizo. Públicamente, lo respaldó Matías Kulfas, el exministro de la Producción de Alberto Fernández, quien eligió una posición de tibieza, a pesar de que Maduro lo desinvitó como observador internacional de las elecciones.

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Desde los márgenes, mientras tanto, otros peronistas empiezan a ver en Venezuela un "parteaguas" dentro de su movimiento y así quisieron expresarlo. Se trata del exministro Jorge Remes Lenicov, el exsecretario de Industria Alieto Guadagni, el exsecretario de Modernización Pascual Albanese, entre decenas. Y el mismo título ya no deja lugar a dudas: "El peronismo repudia a la dictadura de Maduro", habla de "la epopeya que protagoniza el pueblo venezolano por la recuperación de la democracia" y rechazan a los peronistas que respaldan al régimen "que viola sistemáticamente los derechos humanos".

Seguramente muchos piensan así en el peronismo, pero pocos se animan a expresarlo. Acostumbrados a seguir a un líder, sin quien les marque el camino, se les hace difícil hablar.

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