Optimistas y pesimistas se pelean, pero el veredicto lo dará el dólar

Septiembre, como mes para estar atentos a las idas y vueltas de un Gobierno que tiene diversos sectores dentro y que, más allá de las decisiones ideológicas, hay un billete que tiene más poder de decisión que ninguna persona.

Marcelo Cantón

Septiembre será para andar con una lupa en la mano. En el mes que comienza, el Gobierno deberá dar señales sobre cuál es el destino que quiere para su gestión. Habrá signos, gestos, datos para analizar con detalle. Y ver así quien tiene razón, si los pesimistas furiosos o los optimistas angélicos que rondan hoy el ambiente de la política y la economía.

Hoy el mundo de los analistas parece dividido entre los que creen que una nueva crisis es prácticamente inevitable y aquellos que dicen que se puede evitar. El dólar, qué pasará con el dólar, es el termómetro que separa esas aguas. "Cuando emitís tanto, históricamente en la Argentina tenés un salto inflacionario y devaluatorio", dice Carlos Melconian, desde la costa de los que creen que habrá un nuevo salto en las cotizaciones. Orlando Ferreres y Ricardo Delgado, en cambio, creen que el tipo de cambio está en valores de equilibrio. Delgado, incluso, asegura que el blue y el dólar bolsa están caros.

Después del acuerdo con los bonistas (un punto para los optimistas), el dólar libre no retrocedió (un punto para los pesimistas). La gente sigue atenta tratando de evaluar los gestos del Gobierno, y, otra vez, el tipo de cambio parece seguir el ritmo de la desconfianza.

Veamos algunos de los signos que emitió el Gobierno estos días, que pesan en ese juego de confianza/desconfianza, dólar caliente/dólar tranquilo.

Los optimistas destacan la carta enviada por el Gobierno al FMI, que dice "Estamos determinados a recomenzar el proceso de implementación de un sendero fiscal consistente una vez que los efectos de la pandemia desaparezcan, reduciendo el déficit fiscal primario de un modo que sea compatible tanto con la sustentabilidad de la deuda pública, como con la recuperación económica". "Tomaremos cualquier medida adicional que se requiera a tal fin".

Los optimistas leen ahí que el Gobierno se encamina a bajar el déficit fiscal de más de 8 puntos de este año a un nivel de 4 o 5 puntos en 2021. Y que la financiación de ese déficit no será con emisión monetaria, como hasta ahora, sino que, por el contrario, el Banco Central saldrá a poner equilibrio en las cuentas monetarias. Bien por los optimistas.

Mañana esos optimistas se llevarán seguramente otra cucarda para su colección: la aceptación del canje de la deuda superaría el 90%, y sería así otra base sobre la que construir confianza.

Pero la realidad nunca es tan sencilla. Al menos en la Argentina. Porque los pesimistas tuvieron esta semana también sus puntos para anotar. En un país exhausto por la presión fiscal, el Gobierno no anunció una suba de impuestos, sino dos: el Impuesto a la Riqueza y un alza del Impuesto a las Ganancias. Cualquier pesimista de fuste diría: "¿Vos crees que ese es el camino para conseguir inversiones, que es la única vía para tener alguna recuperación económica, porque con salarios perdiendo contra la inflación no habrá consumo?". Tienen lo suyo estos muchachos, es cierto.

Pero desde esa costa que ve las cosas negras suman más. El costado estatista del Gobierno esta semana se dio el gustito de avanzar un cuadradito más en el juego de la oca, y anunció que la Hidrovía, hasta ahora una concesión privada, será una empresa estatal. Y venimos de poner sobre la mesa Vicentín y Edesur, no olvidemos, dicen los pesimistas. Pero como si fuera poco, señalan estos monjes negros, se declaró servicio público y se reguló tarifas a los sectores más dinámicos de la economía y la modernidad: internet, datos, celulares, TV por cable. Si Telefónica, como dicen algunos, ya había dividido su área América Latina porque estaba encontrando dificultades para financiar aquí la instalación del 5G, ¿con tarifas reguladas, quién lo hará?

Los monjes blancos del optimismo retrucan con un 7 de espadas. No será un ancho, pero tiene potencial. Martín Guzmán se quedó ahora con el control de la secretaría de Energía, y eso hace prever algo más de lógica que en lo que venía pasando, que eran peleas internas que frenaban cualquier iniciativa. Como cuando se anuló los pagos comprometidos a las gasíferas y a la vez se las intentó convencer de que en el futuro les pagarán, pero con otra fórmula. La Vaca Muerta sigue drogui, pero los optimistas creen que el ministro de Economía podrá inyectarle más energía que el tándem Kulfas/La Cámpora que hasta ahora la tiene enlazada. Y ojo que la energía es fuente de dólares o, si hay déficit, una aspiradora de billetes verdes. Como para que el jueguito confianza vs. dólar siga tomando fuerza.

Si se habla de la reforma judicial, el único tema que parece excitar de verdad al oficialismo, optimistas y pesimistas también tienen dardos para tirarse. Los monjes blancos ponen sobre la mesa que Sergio Massa ya avisó que en Diputados no pasa con facilidad, que hay que freezarla un poco. Los de túnica negra se ríen, y responden que Cristina ya avisó que ese proyecto no importa, que la reforma judicial de verdad se juega en otro lado. Y vaya que los pesimistas tienen ahí porotos para contar: esta semana hubo otra avanzada dura sobre el procurador Casal, les pusieron más presión a los jueces de la causa Cuadernos, desplazaron a los fiscales Mahiques y Moldes. "Y encima crearon 1.700 cargos que costarán $ 10.000 millones al año", retrucan estos que todo lo ven negro.

Ante ese escenario, los optimistas ponen la mirada hacia adelante. A mitad de mes, Guzmán debe presentar el Presupuesto, y los monjes blancos están convencidos de que ahí quedará escrito que se compromete a que el déficit del año próximo sea la mitad de este. Y que la inflación se mantendrá controlada, lo que significará que enfriarán un poco la maquinita de imprimir billetes. Ese, el Presupuesto, será uno de los datos clave para mirar en septiembre y ver quién triunfará, si los optimistas o los pesimistas. Hay que poner mucha lupa en esos números.

Otro dato para tener en cuenta en esa misma puja (que nos lleva la vida a todos, por cierto), es qué hará el Banco Central. Hasta ahora, Miguel Pesce se ha mantenido más silencioso de lo que los optimistas hubieran querido. Pero están convencidos (y dicen tener información al respecto) de que a partir de ahora el BCRA empezará a jugar, este mismo mes, y comenzará a sacar pesos de circulación. Hasta alguno imagina que Pesce salga a vender en pesos bonos en dólares de los que recibió del canje, para aliviar la situación. Veremos, Habrá que tener la lupa bien atenta a las jugadas del Central.

Pesimistas y optimistas, por igual, están ansiosos esperando el paquete de 60 medidas que el Presidente anunciaría (ahora sí, casi un mes después de haberlo planteado por primera vez) y que apuntarían a reactivar la economía. La batalla aquí es cultural, entre el espíritu más K del Ejecutivo que cree que la salida es con más Estado, y aquellos funcionarios que apuestan a la inversión privada como vehículo para el crecimiento. Sigamos sacando lustre a la lupa, habrá mucho para analizar allí, cuál de los dos espíritus del gobierno logra darle más impronta a ese paquete de medidas.

La política también aportará lo suyo en los próximos días para esta puja. Y será (otra vez sopa!!!) en el territorio de la pelea legislativa/judicial. Massa quiere avanzar con sesiones en Diputados sin acuerdo con Juntos por el Cambio. Al mejor estilo Cristina. Otra vez los límites impuestos por el Covid usados como límites para el libre juego de la democracia, dicen los pesimistas. Los optimistas, claro, siempre confían en que Massa terminará buscando un acuerdo. Ellos son grandes convencidos del Ancho camino del Centro.

Pero ese virus del Covid no sólo jugará en la política, sino que será el que ponga otro dato doloroso de la realidad sobre la mesa. ¿Cómo es la Argentina con 10.000 casos nuevos por día, sobre todo en el interior, donde la infraestructura sanitaria es más deficitaria, lo que provocará un alza de la cantidad de muertos? Indigna escuchar testimonios por WhatsApp de médicos que dicen que se les acabó el oxígeno, el insumo más básico en una pandemia respiratoria. Y Alberto apuntando contra Jujuy y Mendoza, dos gobernadores opositores, menean la cabeza los pesimistas.

El Plan de seguridad metropolitano que algunos dicen se anunciaría también en los próximos días, es una carta a la que apuestan los optimistas. Ahí podría haber un gesto a Larreta, a la oposición más moderada, y que el Presidente salga de ese tono agrietado en el que se anduvo expresando estos días, que no hace más que alejar toda posibilidad de acuerdos y, por tanto, de recuperación, dicen los pesimistas. Otra lupa a la derecha, por favor.

Un gesto hacia la cordura otro hacia la grieta, un gesto hacia la racionalidad, otro hacia el fanatismo. Setiembre estará lleno de ellos. Todos estaremos con la lupa analizándolos. Y, claro, somos argentinos, el dólar será el termómetro más exacto de cuál sea la conclusión de los hombres y mujeres que habitan esta tierra. Si ganan los optimistas o los pesimistas.


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