Aprobaron un test rápido para detectar dengue desarrollado por Conicet
Se aprobó el primer test argentino para detectar el dengue, desarrollado por investigadores del Conicet y el Instituto Leloir.
La próxima temporada de dengue se anticipa tan intensa o más que la anterior, y es crucial disponer de herramientas para enfrentar la crisis antes de que se torne incontrolable. La pandemia de coronavirus enseñó que el combate efectivo de una epidemia se basa en tres pilares: la conciencia ciudadana para protegerse y proteger a otros, las vacunas para prevenir casos graves y el diagnóstico para detectar a los enfermos. A la vacuna Qdenga, de origen japonés, se suma ahora Detect-AR, el test de antígenos desarrollado por un equipo del Conicet y del Instituto Leloir, que ya ha sido aprobado por la Anmat y está próximo a comercializarse.
La temporada anterior marcó el brote de dengue más severo registrado, con más de 580 mil casos y 419 muertes. En este contexto, se introduce una tecnología capaz de reportar la enfermedad mediante la identificación de los cuatro serotipos del virus. Una vez más, la experta Andrea Gamarnik lidera un desarrollo científico de gran impacto social. Algo similar ocurrió durante la pandemia de COVID-19 con los test Covidar, distribuidos en hospitales y centros de salud de todo el país.
El Dectect-Ar brinda el resultado en apenas tres horas y permite procesar 96 muestras de sangre al mismo tiempo. Cada una se coloca en un pocillo, en el que hay anticuerpos que reportan con un alto índice de confianza la presencia de NS1, el componente que permite afirmar la presencia de dengue. El examen positivo se advierte fácilmente por parte de los profesionales que procesan la muestra porque se produce un cambio de color notorio.
Gamarnik justifica la necesidad del test: "En estas situaciones, un diagnóstico temprano es fundamental para que los profesionales de la salud puedan manejar adecuadamente el caso. Además, el diagnóstico precoz de una infección por dengue permite tomar medidas preventivas que ayudan a frenar la expansión de un brote". Y continúa con una observación: "Recordemos que la infección se transmite a través de la picadura de un mosquito infectado, el cual adquiere el virus al picar a una persona ya infectada. Evitar que las personas infectadas estén en contacto con mosquitos es clave para controlar la propagación". Su importancia es crucial, en esta línea, porque testear a la población es la única manera de realizar un control epidemiológico.
Una de las principales ventajas es que a diferencia de los métodos que detectan ARN viral por medio de técnicas moleculares como PCR, el diseñado por Gamarnik y compañía es más sencillo de medir y prescinde de equipos sofisticados. En este caso, se emplea la prueba denominada ELISA, que habilita la identificación de proteínas virales en sangre.
Junto a Gamarnik, la otra científica que lideró la iniciativa fue Belén García Fabiani, investigadora que ingresó al Conicet hace seis meses, pero que aún no fue dada de alta. Una situación de injusticia que afecta a nada menos que a 400 científicos en el territorio nacional.
Soberanía científica para ser libres
Otra de las virtudes de Detect-Ar es que sustituirá importaciones ya que los que se utilizan en el presente son fabricados por empresas foráneas. A pesar de que al gobierno actual parezca no interesarle, representa un ejemplo de soberanía científica y tecnológica. De hecho, las naciones que tienen capacidades instaladas son las que mejores condiciones poseen para poder afrontar las crisis sanitarias.
Así lo describe Gamarnik: "Contar con la capacidad de producir reactivos para el diagnóstico de dengue en nuestro país nos permite responder a una necesidad del sistema de salud. El desarrollo de un kit nacional nos libera de la dependencia de importaciones. En este contexto, es importante destacar que, como sucedió con los repelentes durante el último brote de dengue, la demanda de un insumo puede llevar a su desabastecimiento y a un aumento de precios". Y continúa con su explicación: "Con los reactivos de diagnóstico ocurre algo similar. En momentos de epidemia, el incremento abrupto de casos de dengue nos deja desamparados. Teniendo un kit de producción local nos garantiza la disponibilidad de reactivos en el país y a costos accesibles. Nos da libertad de acción".
La soberanía científica, es decir, contar con la posibilidad de utilizar las mismas tecnologías que el país piensa y fabrica, es una de las grandes lecciones que dejó la pandemia de la covid. De hecho, a partir de ese momento, la noción de "articulación" entre actores de diferentes espacios adquirió otro sentido. Algo de eso se observa en lo que refiere Gamarnik con respecto al nuevo producto.
"El trabajo que realizamos durante la pandemia nos dejó muchas enseñanzas. Quizás una de las más importantes fue la creación de redes de colaboración entre investigadores del Conicet y profesionales de la salud. Esta comunicación y cooperación entre el sistema científico y de salud basado en la confianza entre distintos actores es algo muy valioso. Cuando nos pusimos a trabajar en el kit de dengue, inmediatamente tuvimos la ayuda de distintos hospitales que trabajaron codo a codo con nosotros durante la pandemia", sostiene.
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