Venezuela: un dictador perpetuado en el poder

La democracia en Venezuela continúa secuestrada en manos de un régimen que desconoce el resultado de las actas de escrutinio, arrestó a más de dos mil personas desde las últimas elecciones y ya expulsó a más de 7.000 millones de venezolanos, generando una de las crisis económicas y humanitarias más grandes del siglo XXI en Latinoamérica.

César Cattáneo

A esta altura, no se puede mirar para otro lado, y tampoco sostener posturas "grises". Como argentinos, sabemos muy bien lo que Memoria, Verdad y Justicia significa para la convivencia democrática e institucional. Y hoy, más que nunca, estas banderas deben levantarse para visibilizar y reclamar por lo que está sucediendo en Venezuela.

Elecciones sin transparencia

Este nuevo conflicto, que pone en el centro de la escena al país que atraviesa ya más de 25 años de crisis, comenzó el 28 de julio, cuando la Comisión Nacional Electoral, de mayoría chavista, anunció a Nicolás Maduro como presidente electo, sin publicar las actas que respalden el resultado y quitando el acceso a los resultados digitales. Por su parte, la oposición, cuyo candidato fue Edmundo Gonzalez, acompañado por la líder Corina Machado, recolectó y digitalizó más del 85% de las actas de escrutinio, que dan como ganador a Edmundo González con más de 7,4 millones de votos (67%), mientras que Nicolás Maduro obtuvo 3,4 millones de votos (30%). La veracidad de las actas presentadas por la oposición fue corroborada por el Panel de expertos electorales de la ONU, expertos electorales de la OEA, el centro Carter y la organización colombiana Misión de Observación Electoral.

La oposición comenzó así un reclamo legítimo por el fraude cometido por el gobierno dictatorial de Maduro, que pretende continuar en el poder a partir del 10 de enero, fecha en que Edmundo Gonzáles pretende asumir el cargo de presidente, con el reconocimiento de países como Argentina, Estados Unidos, Uruguay, Costa Rica, Perú, Panamá, República Dominicana, Chile, y también con el apoyo al reclamo de la oposición de México, Brasil y Colombia. Muchos países han decidido retirar sus Embajadas y cuerpos diplomáticos, en rechazo a permanecer bajo un territorio en el cual la democracia no está siendo respetada de una manera burlesca y ridícula.

Represión y violación de Derechos Humanos

El destrato y el secuestro de la democracia se traduce no solo en el desconocimiento de los resultados y el voto de la ciudadanía venezolana, sino también en la violencia política liderada por el régimen, que ya retuvo a más de dos mil personas enviadas a cárceles de "reeducación". De acuerdo con los datos de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, para agosto de 2024, la cifra alcanzaba las dos mil cuatrocientas personas. Esta persecución ya es una práctica sistemática, organizada y planificada, apuntalando los recursos del Estado en contra de todo aquel que alce la voz en contra del régimen. Hasta el momento no han revelado el paradero de la mayoría de los detenidos ni les han permitido contactar a sus familiares, por lo cual se puede hablar de hechos de "desaparición forzada".

Esta situación obligó al presidente electo, Edmundo Gonzáles, a exiliarse del país en España, con intenciones de volver para asumir el poder y buscar apoyos en el exterior. Entre los arrestos más destacados está Rafael Tudares, cuñado de Edmundo González, detenido mientras llevaba a sus hijos al colegio. Horas después, se produjo la detención de Enrique Márquez, excandidato presidencial que intentó presionar legalmente al CNE para divulgar las actas de votación. Además, se reportó el sobrevuelo de drones en la casa de la madre de María Corina Machado, quien sufrió cortes de luz en la zona y también fue secuestrada el jueves 9 de enero, siendo posteriormente liberada.

En esta breve reseña de los hechos, vemos claramente el funcionamiento sistemático y organizado de una dictadura. Guillermo O'Donnell, politólogo argentino, describió que las dictaduras no sólo recurren a la fuerza, sino también a estrategias económicas, sociales y simbólicas, apelando tanto a las élites militares como económicas. A su vez, el autor refirió que los modelos autoritarios se caracterizan por anular todos aquellos mecanismos políticos y democráticos con el fin de establecer un determinado orden social y económico.

Sea para implantar un modelo socioeconómico, que por lo visto llevó al país a la pobreza y el fracaso, o por un síndrome de apegarse al poder. Maduro es un dictador. La continuidad de este régimen dictatorial no solo aplasta los derechos de millones de venezolanos, sino que también desafía los valores fundamentales de la democracia y los derechos humanos que compartimos como región. La comunidad internacional tiene la posibilidad y el deber de reaccionar para apoyar a Venezuela a recuperar la senda de la democracia, la paz y plena vigencia de los derechos.

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