Involución radical

El problema de la UCR ¿es la dignidad o la identidad?

Hernán Bitar

El internismo radical y sus distintas corrientes a lo largo de las últimas décadas, no expone más que la decadencia de sus líderes y su rol testimonial en frentes con fecha de caducidad.

No se trata de que la conducción de la UCR esté en manos de Martín Lousteau, Facundo Manes, Ricardo Alfonsín o el propio Alfredo Cornejo. Al radicalismo, al contrario de lo que le pasa al peronismo, ser camaleónico no le sienta bien.

Aunque en la Argentina del Siglo XXI ya nadie gobierne solo, el radicalismo ha perdido dos virtudes centrales: la vocación de poder y por ende, la capacidad de ganar elecciones conduciendo la fórmula presidencial.

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Claro que hay provincias con alto nivel de afinidad a las ideas socialdemocratas y con estirpe radical que siguen ganando elecciones. Y en los hechos, hay 5 provincias con gobernadores de la UCR: Carlos Sadir (Jujuy), Gustavo Valdés (Corrientes), Alfredo Cornejo (Mendoza), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) y Leandro Zdero (Chaco).

Involución radical

Pero, a la hora de ser parte de proyectos de poder o en la integración de frentes electorales con aspiraciones a la presidencia, la última experiencia ganadora en la elección pero fracasada en la gestión, fue la de Fernando de la Rúa en 1999, con su posterior caída en diciembre de 2001.

La crísis de identidad radical en hechos:  

-Primero conformaron la Alianza junto al FREPASO de Chacho Álvarez para ganarle al PJ en 1999 

-Fueron en soledad con Leopoldo Moreau (posterior radical k) como candidato a presidente en 2003 y no llegaron ni al 3% de los votos; de ahí 

-Decidieron ser parte de la Concertación con el kirchnerismo en 2007, poniendo a Julio Cobos como Vicepresidente de Cristina y dando lugar a los radicales K.

-Romperieron con el kirchnerismo en 2011 y tuvieron como candidato a Ricardito Alfonsín, que sumó apenas el 11% de los votos.

-En la histórica convención de Gualeguaychú del 2015, los radicales K (Cobos, Morales y Alfonsín hijo) propusieron crear un frente de centro-izquierda y Ernesto Sanz, logró imponer su visión de crear un espacio más amplio, junto al PRO de Mauricio Macri y la Coalición Cívica de Elisa Carrió, para darle batalla al kirchnerismo, que derivó en la creación de "Cambiemos".

Aunque ganó la postura de Sanz en la interna radical, la derrota posterior sería que la UCR no logró integrar la fórmula presidencial que quedó en manos del PRO con Mauricio Macri y Gabriela Michetti.

-Tampoco el radicalismo tuvo demasiado protagonismo en el gabinete de ministros del gobierno "globerto": Sólo 7 radicales fueron parte del equipo de Macri entre 2015 y 2019, entre ellos Susana Malcorra en Cancillería, Oscar Aguad y Julio Martínez en Defensa, Gustavo Santos en Turismo; Adolfo Rubinstein en Salud; Ricardo Buryaile en Agricultura y Nicolás Dujovne en Hacienda.

-En 2019, y ya como "Juntos por el Cambio", Macri prefirió al ex kirchnerista Miguel Ángel Pichetto como compañero de fórmula, dejando al radicalismo otra vez con las ganas.

-Por último, en 2023 y bajo el frente (apenas) "Juntos", el radical Luis Petri fue el compañero de fórmula de Patricia Bullrich, quien terminó por ganarle la interna a Horacio Rodríguez Larreta.

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La paradoja es que Luis Petri y Patricia Bullrich terminaron siendo Ministro de Defensa y de Seguridad respectivamente de Javier Milei. En el caso de Petri, del radicalismo, sin escalas a "Las Fuerzas del Cielo", el equipo de gobierno libertario.

Involución radical

Por lo tanto, el debate más allá de los nombres de Lousteau, Petri, Manes o Cornejo, es si el radicalismo podrá alguna vez recuperar su identidad o al menos intentar construirla otra vez.

No se trata de "radicales K", ni "radicales con peluca". Lo que precisa la UCR para salir de la nostálgica y eterna puesta en valor de Alem y Alfonsín, es cohesión interna; líderes con mirada federal y la lógica ambición política de querer llegar al poder.

La falta de coherencia de al menos las últimas 2 décadas, llevó al radicalismo por el camino de la involución y sin chance de un "luche y vuelve", como si tuvieron  (y seguramente tendrán en un futuro) sus "primus inter pares", es decir el peronismo.

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