Mendoza necesita que Fernández tenga algo más que una agenda partidaria en Chile
El presidente Alberto Fernández viaja a Chile a presentarse ante un Sebastián Piñera al que su partido desprecia. La agenda atrasa: incluye homenajes a Salvador Allende y reuniones con opositores chavistas a Piñera
Mendoza y Chile tienen agendas en común que, sin embargo, no pueden compatibilizarse porque las decisiones pasan por Buenos Aires. Esta parece una afirmación caprichosa, pero es así: aquel puerto no entiende o no le interesa potenciar a los que Mendoza tiene más cerca, los del Pacífico. Y por lo tanto, inclusive un tratado binacional que promueve la intervinculación de empresas y facilita el encadenamiento para exportar a los más de 80 países con los que Chile tiene tratados de libre comercio, queda en casi nada, a pesar de que se encamina a cumplir dos años de vigencia.
Cuando Alberto Fernández arribe a Santiago a desplegar su organigrama de trabajo conjunto con Sebastián Piñera, llegará con dos gobernadores: Sergio Uñac, de San Juan y Ricardo Quintela, de Catamarca. No estará el mendocino Rodolfo Suarez y tampoco la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti que, si se tratara de mezquindades políticas, podría haber asumido la representación ad hoc.
Sin embargo no se trata (solo) de puja partidaria para subirse a un avión que, de paso, llegará lleno de funcionarios cuya continuidad es discutible, como el reiteradas veces corregido canciller Felipe Solá y el ministro de la Pandemia, Ginés González García que va porque alguna vez fue embajador ante el gobierno de Santiago, como lo fueron otros tales como Carlos Abihaggle, Carlos de la Rosa o José Octavio Brodón, por citar a tres valores mendocinos que conocen bien de qué se trata la relación bilateral en los más diversos asuntos.
A quiénes subirá al avión Fernández en su visita a Chile: dos gobernadores y ninguno es Suarez
Desde el kirchnerismo adjudican la ausencia de Suarez en el viaje a su propia acción o inacción. Sostienen que cuando el embajador argentino Rafael Bielsa fue a San Juan, Uñac lo metió en un helicóptero y lo llevó a recorrer las zonas cordilleranas en las que requiere gestión e inversión para vincularse con Chile. Y que al contrario, de Mendoza solo ha recibido convites a degustaciones de vino.
De todos modos, eso es parte del cotillón de frases con las que unos intentan menospreciar a los otros, aunque no hay que restarle ningún grado de importancia al hecho de que Mendoza no esté representada en la primera visita de Fernández a Chile como presidente.
La sensación que hay en Mendoza es que siempre hay que empezar de nuevo con Chile porque la subordinación a los dictados del Palacio San Martín ningunean o ponen en un plano demasiado secundario a la relación que desde aquí se tiene con la nación trasandina.
Por ello hay un planteo creciente de fortalecer lo que se da en llamar como "diplomacia subnacional". Esto se traduce como gestiones de alto nivel entre el Estado provincial y Chile, a través de su embajada en Buenos Aires, en la mayor cantidad de temas que puedan ser abordados sin interferir en la función específica del Ministerio de Relaciones Exteriores. Pero también, hacerlo en puntas de pie, para no despertar los celos de nadie y que el ruido ocasionado genere reacciones en contra, como suele suceder dentro de la Argentina.
A politiquear
El equipo que acompaña a Fernández a Chile va a politiquear. Desprecian a Piñera porque es amigo y afin de Mauricio Macri y por ello su cronograma de actividades no apunta al futuro sino al pasado: homenajes al expresidente Salvador Allende, y encuentros con el chavista local, Marco Enríquez Ominami, conocido como MEO, quien coordina el club político progre de Puebla: mucho biri biri simbólico para sostener el respaldo de los sectores más a la izquierda que parecen estar cada día más disconformes con el gobierno argentino, pero que representan el único soporte ideológico en el cual Fernández puede apoyarse.
Cacheteados y todo, van igual
Lo insólito de la presencia de Uñac en la delegación es que fue el embajador Bielsa el que generó hace pocas semanas un escándalo, al informarle a Chile que su propio gobierno había anulado el préstamo otorgado por el BID para la construcción del túnel de Agua Negra. Como respuesta, el embajador de Chile aquí, Nicolás Monckeberg, devolvió el favor revelando que la Argentina también había dispuesto no usar esos recursos para la concreción de la gran quimera sanjuanina, sino que lo había utilizado para combatir el coronavirus.
Los sanjuaninos solo se enteraron por diarios de afuera de esa provincia, hasta que más o menos su gobierno soltó una versión oficial de los hechos y retomó la épica del paso Agua Negra, lanzando sospechas sobre un presunto poder de lobby de Mendoza en conjunto con los puertos chilenos de la Quinta Región (Valparaíso y San Antonio) contra ellos y el de Coquimbo.
Victimizándose, pasó el dolor de que su propio gobierno les haya jugado una mala pasada doble: el escandelete diplomático en Chile y la utilización de la plata que creían segura para su túnel, en otras cosas.
Así y todo, Uñac va con Fernández a ver a Piñera y al regresar, lo más probable es que haga nuevamente anuncios sobre el paso Agua Negra: lo de siempre, algo que a Mendoza, en los hechos, no le importa, ya que no es competencia con el Cristo Redentor, sino un complemento y un beneficio para todo el país.
Uno de los tantos temas pendientes
Mendoza tiene bastante más que hacer en Chile. El acuerdo vigente, pero poco usado, permite que proveedores argentinos compitan por licitaciones del Estado chileno como si fuesen locales. Y viceversa. Y que se encadenen empresas que llevan dede aquí productos agrícolas, industrializándolos en Chile o, al menos, agregándoles un aporte de valor como etiquetado, envasado o cualquier otro y, con eso, ahorrarse los costos arancelarios, ya que saldrían al mundo como chilenos, con impuestos cero.
Pero hay una situación que resultaría una ventaja inmediata si se lo tratara con dedicación. Las diferencias cambiarias hoy permiten que -de abrirse las fronteras- los chilenos lleguen masivamente a Mendoza -y otras provincias limítrofes- a comprar de todo, o simplemente, de turismo.
Qué hará Mendoza para facilitarles a los chilenos que compren productos por internet
Pero hay una alternativa: las compras online. Los chilenos bien podrían comprar por internet y que los paquetes les lleguen desde aquí a mejor precio y a sus domicilios. Pero hay trabas en Chile para el ingreso de los productos.
Aquí hay una tarea menos banal que podría encarar el gobierno nacional y es el apoyo a las gestiones que Mendoza ya encaró. La Fundación ProMendoza hizo gestiones a través de la Embajada de Chile en Buenos Aires, con la ayuda de ProChile y la Subsecretaría de Relaciones Internacionales de Chile para flexibilizar esas medidas.
Pero el tema debe ser resuelto por la Aduana de Chile, por el Director General y a su vez intervienen varios ministerios (Transporte, Economía, etc).
Hasta ahora, Mendoza ha empujado y está detrás del tema, pero estando la resolución en sede de otro país sí o sí está seguir la vía diplomática nacional, y no sirve el atajo de las gestiones subnacionales.
Mendoza tiene que ser la Singapur de Argentina
¿Que se sabe hasta ahora del corredor El Plumerillo - Pudahuel, por vía terrestre, que Mendoza había propuesto como salvoconducto para que productos locales lleguen a ser distribuidos del otro lado de la cordillera? Está la opinión favorable de algunos de los jefes regionales por donde debe transitar la mercadería, pero también se entiende que el tema es sensible porque son casi 200 kilómetros que debe controlarse tránsito terrestre de mercaderías en paquetes con servicio de prioridad de entrega y paso en los controles, y no resulta sencillo habilitar operatorias que deben controlarse para evitar el contrabando, tráfico de sustancias ilegales, etc.
Allí hay una tarea concreta. Motorizar una actividad ventajosa para Mendoza que, aunque la Cancillería no lo crea, no es solo "interior", sino parte de la Argentina y cabe en su agenda.
El comercio de Mendoza a través de Chile y con el mismo Chile es más que centenario y durante mucho tiempo no conoció fronteras. Inclusive, empresas mendocinas y organismos públicos que sostienen esa relación como política de Estado, han logrado que la cordillera de los Andes una en lugar de bloquear. Pero son los funcionarios (de ambos lados) los que construyen nuevas elevaciones que parecen imposibles de ser salvadas.