Los fascinantes vinos de culto que maridan con la meditación, la familia y los amigos
El reconocido enólogo Ángel Mendoza, de Domaine St Diego, analiza en esta nota a los vinos de culto. Incluye anécdota y un decálogo.
"Existe más historia que geografía en una botella de vino noble". J. Kressman - Chateau Latour Martillac.
Los vinos de culto sugieren placer, agasajo, confraternidad, filantropía, disfrute y compañía.
Otoño e invierno resultan estaciones espléndidas para compartir vinos de guarda y culto con ricas comidas, amigos y familia. Sus noches largas permiten más altruismo, generosidad y amor.
Es un símbolo cultural y un reflejo de la historia de sus hacedores y el paisaje vitivinícola que le da origen.
Son objetos del deseo, de precios altos, de producción limitada y casi obras de arte bebible.
Son la cultura de pequeños, grandes detalles sin perder la simplicidad.
Unidad, armonía, equilibrio, elegancia, redondez son sus principales características. Con intenso bouquet terciario del tiempo de guarda.
Los vinos de culto provienen de terruños que adquieren una dimensión humana.
Pero la importancia de los grandes vinos de culto no está solo en el terruño y el saber hacer del vinicultor.
También está en los hombres y mujeres que deciden beberlos.
En su SABIDURIA para apreciarlos.
En su CAPACIDAD para disfrutarlos.
En su AMPLITUD para comprenderlos.
En su BONDAD Y NOBLEZA para compartirlos
El viñedo de viejas cepas es el autor principal de un vino de culto. Es su origen y su causa.
Accesible pero distante. Generalizado pero escaso.
Conocido pero difícilmente próximo. Actualísimo y absolutamente histórico .
Familiar y reservado.
En un vino de culto debe haber concentración de color, bouquet y sabor. No puede ser un vino cerrado. Debe ser comunicativo, expresivo, delicado y también potente.
Debe tener complejidad inteligible. Cómplice del placer y del disfrute.
Es el equilibrio pero también la fortaleza. Vino irrepetible que se ha ido haciendo año tras año, a sí mismo .
El bouquet de los vinos de culto es la complejidad del tiempo que fusiona , en su botella y tapón hermético , los sabores de la fruta varietal y la vinosidad con el roble de la crianza.
Es una sensación olfato-gustativa que recuerda emociones invernales: mesa familiar o de amigos con sabores de especies, condimentos, tabaco, frutos secos, vainilla -coco - chocolates mentolados y ahumados.
Un vino de culto es la íntima, permanente y progresiva conjunción del hombre con el medio. A veces esta conjunción es tan difícil que no se consigue en los primeros cien años.
Los vinos de culto son aquellos que emocionan al beberlos y cuentan historias inolvidables de naturaleza y humanidad.
Voluptuosos y concentrados de color y bouquet, pero muy tiernos y suaves en la boca.
Para lograr que un vino de culto pueda madurar sin envejecer se necesitan taninos.
Pero no es la cantidad lo que importa, sino la calidad. Con taninos equivocados el vino se vuelve astringente, duro y agresivo .
Son como las ricas carnes argentinas. Las carnes duras y los vinos duros molestan en la boca y en el alma.
En los vinos de culto - de quietud - de meditación - de guarda- de crianza , el vinicultor se convierte en orfebre -artista -equilibrista -pintor
Los equilibrios serán su obsesión .Las armonías y los matices su pasión. Siempre con la humildad que todavía podrán haber vinos mejores.
"La simplicidad reflexiva es la mejor guía para elocuentes vinos de culto". E. Peynaud (2004).
"Hacer vinos de culto es la escuela de la modestia". Jean C. Berrouet. (Chateau Petrus 2000)
"El trabajo meticuloso de un vino de culto no es un trabajo. Es un estilo de vida silencioso y amoroso ue lleva 24 horas y 7 días de la semana". Peter Sissek. (Dominio Pingus - Ribera del Duero, España)
Decálogo para el dueño de un vino de culto
I- Viñas viejas, con más de 50 años, deportivas, sanas y sin estrés hídrico . Preferentemente uvas tintas de Cabernet, Malbec, Merlot, Tannat, Petit Verdot. En vinos blancos Semillon y Chardonnay. Aquí solo imaginaremos vinos tintos de guarda .En otra oportunidad pensaremos en vinos blancos de culto.
II - Clima templado fresco con índices de frescor menores a 15°C. Suelos francos areno arcillosos. Las arcillas terciarias calcáreas y/o ferruginosas son el santo grial de un privilegiado paisaje vitivinícola. El manejo del viñedo y la calidad de la uva es el 90% de la calidad de un vino de culto.
III- Uva muy madura, pero no sobremadura. Racimos de granos pequeños. Un gramo por grano,100 grs por racimo. Cosecha limpia, selección de racimos y granos.
IV- Maceración - fermentación racional evitando sobre extracciones de componentes amargos y tánicos.
V- Descubes - prensados y trasiegos son parte importante del saber hacer.
VI- Inteligente mezcla de los varietales (assamblage) antes de la fermentación maloláctica y la crianza en roble.
VII- Razonado elevage en barricas. El roble como condimento y no ingrediente. Temperatura constante de crianza 12°C y 75% de humedad .
VIII- Envasado anaeróbico y pobre en gérmenes. Estricta selección y elección de tapones de corcho natural. 50/55 mm x 24 mm superando 15 anillos de crecimiento en 24mm. Todas las caras limpias sin grietas profundas.
IX- Guarda mínima de 9 meses. Las botellas horizontales a temperatura constante de 12 °C.
X- Criar un vino de culto es como criar un hijo. Requiere amor, disciplina y pasión.
Anécdota
"Cuando estudiaba Enología y frutiolivicultura a los 17 años, pupilo en la escuela "Don Bosco" en Rodeo del Medio, Maipú, Mendoza, soñaba con ser un exitoso jugador de futbol y sólo pensaba en el partido del fin de semana.
Hasta que el reverendo padre Francisco Oreglia, el gran enólogo del siglo XX, ¡me mandó a rendir enología a diciembre y marzo!
Ahí le empecé a tomar el gustito a esta apasionante ciencia aplicada, que a pesar de intentar ser exacta, cada día es más humana.
Conocé más sobre la tarea y el legado de Ángel A. Mendoza, autor de esta nota, haciendo clic aquí. Abajo, el video del embotellado de vinos en Domain St Diego: