Massa, solo una ficha más de CFK en su ludopatía electoral
La vicepresidenta dijo que "para ganar hay que apostar", defendiendo ante su militancia la elección de un candidato que no pasa por el colador ideológico de sus seguidores.
Cristina Kirchner intentó este lunes contener a los electores más afines a su sector del peronismo, amasados y horneados en una ideología que toma temas de la izquierda como bandera, planteándolos en términos simbólicos y no concretos. Por ello montó un escenario especial: metió a Sergio Massa, su detractor histórico pero ahora salvavidas electoral, en una agenda de los años '70, al utilizar la recuperación de un avión usado en "Los vuelos de la muerte" de la dictadura para hablar de la interna peronista.
Fue escasa la argumentación y el homenaje en torno al instrumento utilizado como excusa, las personas que eran arrojadas por el gobierno militar desde esos aviones y cuyos cuerpos en general fueron apareciendo a ambas orillas del Río de la Plata.
Sí se ocupó de defenestrar al presidente que ella eligió, Alberto Fernández, a su idea de resolver las candidaturas en Primarias (como lo impuso su marido Néstor Kirchner al crear las PASO), a la vez que le endilgó no solo no tener "comprensión de texto" sino tampoco "de contexto", lo que arrancó aplausos de gran parte del gabinete presente en el acto, justamente el equipo con el que el Presidente ha intentado gobernar y que se evidencia en su contra, y extasiado por la mandataria.
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"Para ganar hay que apostar", dijo CFK, disminuyendo a Massa al rol de una ficha en el casino de la ludopatía política: simplemente, una apuesta, el que puede tener mejor desempeño electoral para no perder el poder. Al mismo Massa lo sometió a una serie de padrenuestros ideológicos, tirándole con el FMI encima justo a quien tiene que mendigarle favores al organismo internacional.
Cristina Kirchner mostró a pleno lo que es el peronismo en este tiempo: una máquina que solo busca ganar para luego pelearse por las cajas del Estado, tirando alguna migaja simbólica a sus acólitos como para mantenerlos activos. Hubo aplausos para Gildo Insfrán y olvido para Juan Schiaretti y Martín Llaryora, que también ganaron. Exhibió su agenda del pasado que contiene a los propios que se vieron conmocionados con la candidatura de Massa, "el hombre de la Embajada de EEUU", y consolidó el perfil "progre" de una fuerza que nunca lo fue, sino que supo usar sus principios y valores como cascarón para ocultar todo lo que en el fondo la Justicia ha intentado investigar, con enormes dificultades y manoseos que, de hecho, han impedido que se clarifique la «agenda del presente».
Por supuesto, el proyecto de futuro no fue descripto: solo es ganar. "Después veremos". Una apuesta. Un juego.