Bajos de Lunlunta, un territorio mágico con historia, abolengo y originalidad

El prestigioso enólogo Ángel A. Mendoza se enfoca aquí en las características que hacen de los Bajos de Lunlunta un lugar único, caracterizado por la vitivinicultura, con su historia y sus familias, la arquitectura y el esfuerzo.

Ángel A. Mendoza

Privilegiado terruño vinícola y olivícola tierra de huarpes e inmigrantes mediterráneos. Donde el vino y el aceite de oliva revelan su espíritu singular. Distrito sureño del departamento de Maipú, Mendoza. Un accidente geográfico de millones de años divide este distrito en Altos de Lunlunta y Bajos de Lunlunta. Participa de una región vitivinícola de prestigio llamada Primera Zona o Riberas Altas del Río Mendoza, que conforman los departamentos de Maipú y Luján de Cuyo.

Tierra de huarpes colonizada por la iglesia católica e inmigrantes franceses, italianos y españoles a partir de 1850.

Toponimia: "Piedras que caen al río", "rejunte de guanacos", mesoclima diferente al resto de distritos del departamento de Maipú. Las cuchillas o colinas de Lunlunta, en el límite sur, han dado origen a un pequeño valle.

Un cono aluvional formado por las riberas pedregosas del río Mendoza, donde descienden los deshielos anuales de los glaciares más altos de la cordillera de los Andes.

El valle se ubica entre los 700 y 850 metros sobre el nivel del mar.

Los suelos son muy heterogéneos; han sido formados por la erosión aluvional y los sedimentos areno arcillosos de los deshielos en los últimos 100 millones de años. Canto rodado, arenas, arcillas y limos forman una estructura edafológica muy heterogénea.

En los Bajos de Lunlunta hay mucho suelo de origen lacustre con notables contenidos de arcilla y limo. Su posición (paralelo 33° de latitud sur y 68° de longitud) y su formación de piedemonte, le otorga un mesoclima con importante amplitud térmica (más de 18° C durante los meses de verano).

Bajos de Lunlunta, un territorio mágico con historia, abolengo y originalidad

En primaveras frías con heladas tardías, los Bajos de Lunlunta tienen microzonas gélidas que resienten la producción del varietal malbec.

Durante el envero y maduración se registran temperaturas mínimas cercanas a 10°c esto le permite una madurez lenta, uniforme y completa de la uva, para producir vinos tintos muy originales.

La aristocracia mendocina, (gobernadores, ministros, intelectuales) eligieron estos lugares para sus quintas de fin de semana y vacaciones.

Fueron famosos "los baños de Lunlunta" para prácticas antiguas de hidroterapia. Un nivel importante de humedad (surgentes naturales, napas freáticas altas a nivel del río Mendoza ) en el suelo, le imparte a los viñedos, olivos y álamos,un intenso y brillante color verde,que lo distingue de otras zonas aledañas.

Puede resultar una comarca antigua para innovadores emprendedores afines a la ruralidad.

Las primeras viñas de 1850, fueron plantadas por inmigrantes franceses (Giraud Villoud; Lacoste, Gei Berra, Apatye, Sicre, Gay, Salmau, Del Pierre, Clement, Laur, antiguas familias asentadas en el valle) e italianos (Tuzzi, Scatolon, Costarelli, Pedratti, Pravatta, Coletto).

En la región, se difundió, por "razón de aquellos tiempos", la denominada "uva francesa", una mezcla de cepajes tintos oriundos del Medoc y sur de Francia: Malbec (antes se escribía como Malbeck), Tannat, Verdot, Semillon (uva blanca mezclada entre las tintas), Aspirant Bouchet, Cot (Cot Vert, Cot Rouge). Este grupo de variedades francesas permitió distinguir dos tipos diferentes de vinos de la época: los vinos criollos coloniales,de baja calidad enológica, y el saludable vino tinto francés que acompañó el crecimiento de la república durante todo el siglo XX.

El departamento de Maipú, en Mendoza, concentró la mayor producción de uva tinta del país y de América. Luego el crecimiento desordenado de urbanización de la provincia, privó al departamento de este privilegio. Las primeras estacas de estas plantas fueron introducidas por el profesor y vigneron francés Miguel Pouget, en 1853. La mayoría de los viñedos centenarios y prefiloxéricos de Lunlunta (minifundios), se encuentran consociados con vistosos olivares. Vieja costumbre mediterránea que identifica un estilo de vida instalado por los primeros inmigrantes. Su aceite de oliva extra virgen es uno de los mejores del mundo. Posee notables olivos centenarios de criolla o arauco. Aún se aprecian viñedos bajos manejados con viticultura ancestral o arcaica.

Bajos de Lunlunta, un territorio mágico con historia, abolengo y originalidad

El vino tinto de Lunlunta se caracteriza por: un color rojo profundo, oscuro y concentrado con estables matices bordó. Un aroma singular, de violetas, malvas y frutos negros en mermelada. Con el tiempo aparecen notas especiadas y balsámicas, que le otorgan complejidad y elegancia. Acepta muy bien el toque avainillado, tabaco y las almendras tostadas de la crianza en roble. Al gusto, el ataque o entrada es seco, severo. Pero el paso de boca es amplio, de taninos suaves y carnoso. El calor de la lengua desprende sabrosos aromas de ciruelas negras . Su acidez es firme, pero la fermentación maloláctica natural, le cede suavidad, largo centro de boca y frescura. Es vino longevo para guardar, con los correctos polifenoles antioxidantes que "maduran sin envejecer".

Una región ideal para el diseño de vinos "Bordeaux style" llevamos 32 años interpretando nuestros vinos de viñedo singular. Buscamos la mística de un vino de culto para las próximas generaciones.

El Bajo Lunlunta es el paisaje vitivinícola ideal para cumplir este desafío. "En Domaine St. Diego cada año intentamos vender más Lunlunta en cada botella" marco cultural del vino el paisaje de los viñedos, el sabor de las uvas, la arquitectura de las bodegas. La pasión de los productores. La seducción de las etiquetas. Las románticas historias del vino. El lenguaje del vino. La alegría descontrolada de amigos con una segunda copa de vino. El calor de una familia reunida a la mesa de platos exquisitos y vinos solemnes.

Debemos trabajar por la dignidad y seguridad de los productores vitivinícolas y frutihortícolas. Son los grandes protectores del paisaje agronómico de Mendoza. Vivir con pasión, beber con inteligencia agricultura familiar el sueño de volver a poblar el campo. Los territorios rurales cuidan mejor que las ciudades, las tradiciones culturales de los pueblos. Desarrollo social de la familia en condiciones dignas, estables y seguras. Estilo de vida sano.

Asociatividad, consorcio, comercio electrónico, ferias periódicas. Turismo rural exitoso agronegocio para el empresario rural y excelente estrategia para el desarrollo de la región.

El turismo rural exalta la historia, las tradiciones, el paisaje, las artesanías y las comidas con identidad local.

Aire puro, silencios y trinos de pájaros libres. Cielos limpios, soles y estrellas brillantes. Amaneceres transparentes. Tardes de policromía y reflexión. Reencuentro de la familia, los amores y los amigos . Hospitalidad campesina: respeto y aprecio. Comida y bebida regional con toques gourmet. Interpretación de la naturaleza y las labores campestres.

EL AUTOR. Lic. en Enología Ángel A. Mendoza.

La familia Mendoza, desde el Bajo Lunlunta

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