Argentina, los pendencieros del barrio con más biri biri que talento
El presidente Alberto Fernández tuvo que salir a llamar a los presidentes con los que la Cancillería se va peleando. Son justamente los vecinos. Se reitera una situación ya vivida con Cristina Kirchner, aun cuando había coincidencias ideológicas con Brasil, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Chile. Falta de temple y de talento para las relaciones internacionales, cuando se piensa solo "hacia adentro".
Popularmente podrá valorarse más que un presidente o un gobernador estén todo el día encima de las cosas o temas en los que deberían ser sus secretarios, que son sus ministros. La imagen de "ocupado" o de "humildad" duran muy poco tiempo cuando lo hacen, en realidad, porque, no encuentra energía, sabiduría, compromiso, inteligencia, muñeca política, formación, talento: capacidad en la persona a la que eligió para tal misión y debe sustituirlo, de arriba hacia abajo en la jerarquía.
Eso parece estar sucediendo con el presidente Alberto Fernández que, personalmente, se ha puesto sobre el hombro la tarea de reconstruir caminos en las relaciones internacionales que su ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Solá, va socavando al punto de volverlos intransitables.
Es que los fuegos artificiales del ideologismo o el excesivo pragmatismo de los intereses particulares chocan con la templanza y calidad diplomática que deben tener quienes quienes se ocupan de las relaciones internacionales.
La idea de encerrarse y mirar al mundo, aun a los vecinos, desde una cueva lo más seguro es que prive de evolución al de adentro, no a los de afuera.
Lo sucedido recientemente con el Mercosur, otra vez con la pandemia como excusa (como con los presos o el ausente plan económico de todo lo que no sea deuda) dejó una vez más al descubierto que no sirve pelearse con todo el mundo. Menos aun con los amigos. Y ni hablar en las circunstancias en que la Argentina se encuentra, que en relación con sus socios del bloque comercial podría decirse que es hasta inferior en varios aspectos, salvo en autoestima y orgullo exagerado en todas las cosas.
Fue Fernández quien tomó el teléfono y habló con su colega uruguayo, Luis Lacalle Pou para decirle -según lo que filtraron a la prensa porque no hay audio del diálogo- que "no tenemos intención de salirnos del Mercosur". Si los fantasmitas militantes de los alrededores y que están ubicando en puestos de la Cancillería no tuvieran temor reverencial a que les suceda lo mismo que al titular de la Anses, Alejandro Vanoli, habrían salido a emitir sus ya clásicos "fuertes repudios" a que simplemente se hable con un "liberal" como Lacalle Pou...
Según contó el diario Página/12, con mayor acceso que el resto a voces oficiales, "Fernández recibió temprano un Whatsapp de Lacalle Pou para hacer una teleconferencia. Igual que le sucede con el presidente de Chile, Sebastián Piñera, con quien conversó el lunes, el presidente argentina tiene un muy buen vínculo personal con el uruguayo, que supera sus diferencias políticas". Según la versión, primero hablaron de la pandemia, pero "de ahí pasaron rápidamente a la situación del Mercosur, donde coincidieron en la urgencia de fortalecer al bloque en medio de la crisis".
Después de abrir las huellas con los países vecinos, Fernández envió a Solá, el ministro que hizo las cosas mal, a rendir cuentas al Senado. Allí se mostró soberbio y hasta se le escapó en voz baja el calificativo de "pelotuda" a la senadora Silvia Elías de Pérez, que lo había cuestionado. Después le pidió disculpas por Twitter bajo la excusa de que se había sentido "tergiversado" por la legisladora opositora y exploto por el lado de un insulto... justamente el jefe del equipo diplomático argentino y ante una situación formal y nada engorrosa, que debería conocer como empleado de la política durante décadas, que es el ámbito legislativo. Su carencia de temple lo muestra inseguro en el lugar que ocupa.
En sus explicaciones a los legisladores, Solá volvió al argumento que el Gobierno lanzó al principio de la cuarentena y que ahora niega, cada vez que se acuerda. Solá lo olvidó y volvió a dejar en claro que para la gestión, la atención de lo sanitario es más importante que las perspectivas económicas.
Dijo:
- "Navegamos en un barco que tiene un rumbo, que es el de proteger la salud de los argentinos. Se eligió ese rumbo y los vientos que son favorables para ese rumbo nos sirven. Los otros vientos no nos sirven", graficó, y por eso aclaró: "Lo que hicimos el 24 de abril fue un gran esfuerzo por que no se rompiera la armonía del Mercosur".
- Consideró que advertir que los países miembro del Mercosur no son libres "hubiera generado una cuestión diplomática muy áspera, y posiblemente un avance hacia la ruptura del Mercosur".
- "Brasil propuso acelerar y nosotros dijimos que no estamos en condiciones de acelerar, pero tampoco queríamos poner sobre la mesa una cuestión jurídico-institucional" que desembocara en "una ruptura", señaló Solá.
En definitiva, ayer algunas voces decían que de la firmeza inicial en salir de las negociaciones que el Mercosur mantiene con Canadá, Corea del Sur, Líbano y Singapur, ya se estaría pensando en poner reversa ante el malestar externo e interno que generó una medida que todavía el Gobierno no sabe cómo explicar que es buena, según su punto de vista, y que mandó a ejecutar a un funcionario como Jorge Neme, secretario de Relaciones Comerciales Internacionales, con cuentas pendientes con la justicia, que despertó fuertes calificaciones del exembajador Diego Guelar, como ayer lo publicó Memo: "Tiene más antecedentes penales que en el tema".