Cardenal italiano juzgado por maniobras financieras rechazó haber malversado fondos vaticanos
Francisco lo liberó del secreto pontificio para que explicara su relación con la supuesta espía italiana Cecilia Marogna, una laica que cobró miles de euros de la Santa Sede.
El cardenal italiano Angelo Becciu, juzgado junto a otras nueve personas por supuestas maniobras financieras que causaron pérdidas por más de 200 millones de euros a la Santa Sede, rechazó hoy haber malversado fondos vaticanos a favor de su familia al declarar por segunda vez en el histórico juicio que por primera vez sienta en el banquillo a un purpurado.
"Durante más de un año y medio me ha atormentado una pregunta: ¿por qué estaban denunciado estas falsas acusaciones al Santo Padre? ¿Con qué propósito?", planteó Becciu al criticar las denuncias por peculado que, en 2020, derivaron en su renuncia tras una audiencia en la que el papa Francisco le planteó su preocupación por un supuesto desvío de fondos.
"¿Cómo puede ser que se haya explotado la persona del Santo Padre, creando un escándalo sin precedentes en la Iglesia", agregó el cardenal que, tras la acusación de que su hermano Tonino había manipulado más de 100.000 euros destinados a caridad, fue despojado de sus derechos como cardenal y alejado de su cargo de prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.
Según la declaración de Becciu, éste reconoció que el Papa solo tenía dudas por la participación de su hermano en el supuesto desvío de fondos y no en otras operaciones financieras que forman parte del juicio, como la compra de un inmueble en Londres, que según la acusación fue adquirido en 2014 con fondos reservados mientras el purpurado se desempeñó como "número 3" de la Santa Sede, entre 2011 y 2018, que según la justicia vaticana causó pérdidas de más de 200 millones de euros al fondo de caridad papal.
Según Becciu, el Papa le había transmitido que un semanario italiano estaba por publicar que su hermano "había metido la mano" en la gestión de fondos para una diócesis de la isla de Cerdeña, de donde es originario el cardenal.
"Confieso que me quedé sin palabras, esa acusación fue tan absurda e infundada, como hoy los hechos finalmente muestran", recordó Becciu sobre el encuentro de 2020 en el que le presentó de forma inmediata la renuncia al Papa.
"En definitiva, subrayo que de los 125.000 euros que asigné desde la Secretaría de Estado a Cáritas en Ozieri, las mismas páginas de la Citación dan fe de que 25.000 euros se utilizaron para maquinaria en el horno de la Cooperativa y 100.000 euros siguen en la cuenta bancaria a disposición del obispo. Entonces, ¿de dónde salió el dinero para enriquecer a mi familia? Esta es una acusación sin fundamento", argumentó el cardenal.
Becciu ya había sido interrogado por primera vez, en un hecho inédito para la justicia vaticana, el 17 de marzo, cuando fue preguntado exclusivamente sobre esta línea de la investigación, que busca esclarecer si fondos del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco vaticano, y de la Conferencia Episcopal italiana acabaron en manos de entidades y personas relacionadas con el cardenal enjuiciado.
Al elevar la investigación a juicio, la fiscalía vaticana consideró que "también surgieron elementos contra el cardenal Giovanni Angelo Becciu, contra quien procedemos, como exige la ley, por los delitos de malversación y abuso de funciones también en concurso, así como soborno".
A fines de marzo, Francisco había liberado a Becciu del secreto pontificio para que explicara su relación con la supuesta espía italiana Cecilia Marogna, una laica que cobró miles de euros de la Santa Sede por supuestas intermediaciones y que también es juzgada por el Vaticano en el proceso iniciado en julio pasado.
Marogna, en tanto, fue arrestada en octubre de 2020 acusada de haber malversado 500.000 euros que Becciu le había otorgado para supuestamente formar una red de diplomacia paralela en la Santa Sede.
En su declaración de hoy, Becciu planteó que conoció a Marogna "en 2016. La señora propuso una colaboración profesional con la Secretaría de Estado en estos asuntos de su propia elección" entendida "como una simple oferta de colaboración externa" que en un inicio no fue aceptada, aunque luego ofició como enlace vaticano para ayudar en la liberación de una monja colombiana secuestrada en Mali.
Según el acta de elevación a juicio, la investigación mostró "una red de relaciones con los operadores del mercado financiero que generó pérdidas para las finanzas del Vaticano, habiendo recurrido a recursos destinados a las obras de caridad personal del Santo Padre", dentro de un mega-esquema de fraudes.
El juicio continuará las próximas semanas con la declaración del resto de los acusados, con el eje de la investigación puesto en cómo se organizó la trama financiera para la compra del Palacio en Londres que, finalmente, fue vendido por el Vaticano y dejó un pasivo cercano a 217 millones de euros según la justicia de la Santa Sede.