Mendoza juega al "poto sucio"
El caso de Las Heras deja muchas preguntas planteadas no solo para esa comuna, pero fundamente allí. Y genera reacciones calculadas, en donde los responsables se victimizan y la campaña pretende igualar a todos en un Cambalache que no es tal: unos pueden ser culpables, pero otros no. La sociedad mendocina debe dar un paso más y no ser simplona y generalizadora.
Ser simplista y afirmar que "son todos iguales", en referencia a gobernantes y políticos aporta más un problema que una actitud colaborativa a la erradicación de las prácticas de corrupción. La complejidad de las cosas no admite comentarios tan sencillos y generalizadores, que solo terminan por encubrir a los truchos y dejar bajo un manto de sospecha a quienes no lo son.
En Mendoza lo sabemos: no ha sido lo mismo un gobernador que otros. Sin embargo, a veces caemos en las trampas de la desesperación electoral y, quienes no pueden ganar una elección por las buenas, lo intentan por las malas, es decir, diciendo que todos son "iguales" y, de tal modo, intentan licuar su ineficacia, incapacidad o la de quienes lo acompañan.
En Santa Rosa no fue lo mismo Sergio Salgado que María Flor Destéfanis. Son del mismo partido, pero la gente supo diferenciar a uno que fue condenado por la Justicia tras una investigación, de quien carece de ese tipo de sospechas o, si las hubiera, no han sido planteadas en donde corresponde y con pruebas. En definitiva: una cosa es el cotillón de campaña electoral y otra, la desnudez de la corrupción.
Las Heras: es falso que las cooperativas son autorizadas por el Tribunal de Cuentas
No fueron lo mismo Luis Lobos que Jorge Pardal en Guaymallén. Tampoco Jorge "Loquillo" Ruiz y el actual intendente de Alvear, Walther Marcolini. En video del primero fue usado por el peronismo para desbancarlo, es cierto, pero se lo veía cobrando una coima: ¿qué importó más? ¿La maniobra partidaria del PJ o el delito evidente?
Es loable que se logre que el pus salga de las instituciones cuando empiezan a infectarse, y no disimularlo por miedo al "que dirán" de la campaña política. Y si sucediera en otros lugares que no fueran del color político del denunciado, sino al revés, sería igual de bueno que sucediera, ¿o no? Sin embargo, ni siquiera la multiplicación de casos permitiría decir que "son todos iguales": hay que defender a los que no lo son, en todo caso.
Recientemente hemos visto cómo aparecen diversos aspectos cuestionados y presentados ante la Justicia en la comuna de Las Heras que, efectivamente, es probable que hayan sucedido antes de que el intendente Daniel Orozco se peleara con su partido. Pero el hecho de la pelea en sí mismo se vuelve anecdótico cuando la investigación empieza a hallar puntos oscuros. ¿Qué es más importante, poner el ojo en la pelea y la campaña, y que eso hizo destapar una olla maloliente o lo que hay dentro de la olla?
Víctor Festa justificó los $53 millones de Las Heras para la Remar Fest
El ejercicio del gobierno debe ser impecable, ajeno y distante a las tentaciones humanas y, para que ello ocurra, existen los entes de control. Por supuesto que también existe la viveza criolla y la inteligencia humana para salvarse de los controles y hacer cosas "por zurda", tales las sospechas en el caso de las cooperativas de Las Heras, por ejemplo, que han quedado fuera del alcance de las normas vigentes y del Tribunal de Cuentas, como lo explicó el sábado Memo.
En los próximos días organizaciones que bregan por la transparencia harán lo suyo por el sostenimiento de una democracia en condiciones respetables: revisar cómo funciona el posible y siempre latente "tráfico de influencias" en entes de gobierno, provincial y municipal.
A veces la espina infecciosa está en actos sutiles, como el subsidio al pastor Hugo Héctor Bonarrico, que pudo tener fines loables y rapidez insostenible, y que la Justicia no consideró ilegal. O cuando el miembro de una entidad pasa a ser funcionario y define montos millonarios para la entidad que acaba de dejar de dirigir, como es el caso de la organización Remar en Las Heras, que todavía debe investigarse si fue o no irregular.
También podría plantearse: "¿¡Cuántos casos más habrá!?". Pero es una pregunta exclamativa y no una afirmación que lo pueda teñir a todo de sospechas. Para definirlo, alguien tiene que investigar y no se trata solo de organismos de opinión ex post, como el Tribunal de Cuentas, sino buscar las posibles vías paralelas y tangentes que pudieran evadir a los organismos establecidos para el control.
El "poto sucio" es un juego de cartas que se llama así en Mendoza y Chile, en donde la palabra "poto" sustituye a "culo", que suena mal en Argentina, pero que es de uso normal en España, la autora del idioma que usamos. Pero también se usa la imagen para graficar a aquellas personas que saben que están alcanzadas por hechos irregulares o ilegales, de allí el juego de palabras.
De tal modo, quien tiene el "poto sucio", usará todos los argumentos colaterales y rimbombantes para disimular sus responsabilidades o culpas, si las tuviere. La victimización es la más fácil y burda de las estrategias al alcance del ser humano: poner "ojos de Gato con Botas" y dar lástima, frente a un presunto "malo": bueno para el cine, inocuo para el escrutinio de la ley.
Quien tenga el "poto" limpio, no debería preocuparse por nada y entregarse a que la Justicia lo escudriñe absolutamente todo.