Michel Rolland: "Las denominaciones de origen terminan englobando a vinos buenos y malos; hay que hablar de las bodegas"
Esta vez no hay presentación ni degustación de vinos, sino una charla simple entre Ignacio Borrás y Michel Rolland sobre su pasión y experiencia. El alumno ante el profesor y las definiciones que abren polémicas en el mundo del vino.
¡Buenas a todos! Después de unos 15 días sin entrevistas a enólogos, este domingo quiero compartir con ustedes una charla que tuve el placer de realizarle a una de las personas más influyentes del mundo de la vitivinicultura, una persona que ya logró pasar a la historia y que, sin dudas, marcó el camino de muchos profesionales y de la industria misma.
Él es nada más y nada menos que Michel Rolland. Como muchos saben, asesora bodegas por todo el mundo aparte de ser uno de los creadores del proyecto Clos de los 7 en Valle de Uco donde además es propietario de la bodega MariFlor.
- Michel, ¿qué lo llevo a estudiar Enología?
- Mi familia tenía viñas. Crecí en el mundo del vino. Para ese entonces mi hermano mayor estudiaba abogacía, así que yo repartía mi tiempo entre el colegio y ayudar en casa. Una vez terminado el colegio, no había mucho que pensar y decidí dedicarme de lleno a la Enología.
- ¿Tuvo alguien que haya considerado un mentor para usted?
- Sí, por supuesto, en la facultad yo tuve grandes profesores como Emile Peynaud y otros grandes de la historia de la vitivinicultura francesa. Entre ellos, al que más destaco es a Emile, que era un personaje con un carisma tan fuerte que nos llamaba la atención. Me enseñó mucho en lo personal.
- Y siendo de Francia, más precisamente de Pomerol, ¿qué fue lo que lo trajo a Argentina?
- Bueno, eso fue muchos años después (risas). Yo ya trabajaba como asesor de muchas bodegas por el mundo. Y tuve la suerte de hablar con Arnaldo Etchart (en esa época yo no hablaba mucho español) por lo que se trató de una primera charla simple pero muy agradable. Después de eso, hablando con mi mujer, le conté la experiencia y decidimos venir a conocer Cafayate. Era un lugar donde no había nadie. Fue un descubrimiento interesante y eso me llevó a enamorarme de la montaña, y de Argentina.
En qué manos dejó Michel Rolland una de sus bodegas
- ¿Y a Mendoza? ¿Cómo llegó?
- Cuando me enamoro de la cordillera y de Argentina, decido empezar a investigar y conocer hacia el sur con un amigo mío que falleció, desgraciadamente, Jean Michel Arcaute. Cada vez que venía a la Argentina, buscábamos lugares. Y un día me dijo que había encontrado uno interesante. Así que vinimos y nos paramos abajo, al costado de la ruta, y empezamos a caminar. Desde la entrada hasta arriba hay 4 kilómetros. Ya llegando arriba, me dijo: "Este es el terreno, pero hay algo que no te dije: son 850 hectáreas". Pequeño detalle (risas) y ahí fue cuando decidimos buscar socios para crear Clos.
- ¿Cuáles son las tres cepas tintas y tres cepas blancas preferidas de Michel Rolland?
- En los blancos tengo un pensamiento muy francés. Crecí con Sauvignon Blanc, Chardonnay y Semillon. Estas eran las cepas que más había en Francia hace 50 años. En los tintos, Merlot, Merlot y Merlot, jaja. Hablando seriamente seria Merlot, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, que también son las cepas con las que me crié.
- ¿Cómo ve a la industria argentina a futuro?
- Creo yo, y lo vengo diciendo hace mucho, que la Argentina tiene un potencial de calidad y hoy en día hay grandes vinos. Hay que desarrollar más la imagen de lo que son los vinos argentinos. Esto toma tiempo y hay que ser pacientes. Dentro de los países productores de vinos en el mundo está muy bien posicionado. Creo que si se sigue por este mismo camino el futuro es muy bueno.
- ¿Cuál cree que es la forma de ganar consumidores de vino?
- Hay que hablar con la gente, convencer a la gente de que el vino es algo interesante, que tiene una historia, que cuenta una historia, que no es algo tan genérico como la gaseosa o la cerveza. Es una bebida para disfrutarla, para hablar de los placeres de la vida. Una bebida para disfrutarla y no tomarla por tomarla. Y si le enseñamos toda esta cultura e historia a la gente, sin dudas vamos a lograr enamorarlos más del vino.
Rodolfo Vallebella, de Mariflor: un optimista del vino
- Y si hablamos de placeres, ¿de qué otras cosas disfruta?
- ¡El vino! (risas) Disfruto y me dan placer muchas cosas en mi vida: el golf me gusta mucho. Como buen francés, amo la buena gastronomía, me encanta salir a caminar, disfrutar con amigos, recorrer museos. Me gusta leer y me gusta mucho el fútbol.
- Hablando de gastronomía, ¿cuáles platos son sus favoritos?
- Me encanta la carne roja, en todos lados. En Francia hay buena, en Estados Unidos y aquí por supuesto. Me encanta el canard laqué (pato laqueado), de China. Y los pescados. Un pescado bien hecho a la sal puede ser fantástico, un salmón salvaje.
- ¿Y si hablamos de fútbol cuáles, son sus equipos (francés y argentino)?
- En Francia soy del Bordeaux y en Argentina soy de Boca. Conocí a Boca por Bianchi que jugó en Francia. Era un jugador fantástico y cuando empecé el proyecto de Clos teníamos en Buenos Aires, Gustavo Pauluchi estaba de novio con la hija de Carlos Bianchi, y entonces tuve la suerte de conocerlo y todo esto creo que me llevó a ser hincha de Boca.
- ¿En algún momento no toma vino?
- Por suerte, no. En un día puedo llegar a tomar 300 muestras. Yo digo siempre una cosa: la cata loca, de 80, 100 o más vinos, es como correr. Si nunca corriste, vas a hacer un kilómetro y vas a estar muerto. La cata es igual: si tenés la costumbre de catar mucho vino, podés catar 200 veces sin problema.
- ¿Que diferencias ve entre Argentina y Francia en materia vitivinícola?
- Muchas. Primero y principal, que en la Argentina los terroir no tienen influencia oceánica, están pegados a la cordillera desde la Patagonia hasta Cafayate. Esto los hace muy distintos a los que tenemos en Francia, donde se encuentra una gran influencia oceánica. Por lo que cada una es muy interesante pero no son comparables.
- ¿Cree que Argentina va camino a utilizar las denominaciones de orígenes como tiene Francia?
- Pienso que Argentina no las necesita, por una razón muy simple y es que en Francia aparecieron hace unos 85 años las denominaciones de origen y en esa época ayudó mucho. Pero ya creo que no es tan necesario. Aparte, al utilizar una denominación de origen abarcamos todos los vinos que producen en una zona, los buenos y los malos. Creo que sí hay que nombrar las zonas pero también es importante hablar de la bodega.
- Y si hablamos de bodegas, ¿de dónde surge el nombre de la bodega Mariflor?
- Bueno, esto fue porque el primer socio con el que arrancamos el proyecto tiene una hija que se llama Marie y yo tengo una hija que también se llama Marie, y como tenemos el pueblo de Vista Flores acá nomas fue juntar esas dos cosas y crear Mariflor.
- ¿Cuánto produce actualmente la bodega?
- Hoy en día estamos produciendo un aproximado de 700.000 kg de los cuales se vende un poco y nosotros elaboramos unos 500.000 kg que son un aproximado de 400.000 botellas.
Agradecimientos
Quiero agradecer a Michel Rolland por haberse hecho un espacio en su agenda y regalarme esta hora donde pude compartir con él la entrevista que ojalá hayan disfrutado tanto como yo.
Tuve la suerte de poder conocer a la persona detrás de ese nombre que ha marcado y sigue marcando caminos en el mundo de la enología y vitivinicultura, lo cual para mi fue increíble ya que me encontré con una persona increíblemente simpática y abierta a compartir anécdotas y conocimientos que son únicos.
También tengo que agradecer a Marcelo Pelleriti, porque sin él no podría haberme contactado con Michel. Aclaro que esta es la única nota del ciclo donde no se presentan vinos (serán presentados en futuras notas con el enólogo de Mariflor) porque quería simplemente que la gente conozca un poco más de la vida de Michel.