Cinco razones para una rebelión de desconfianza contra la gestión de la pandemia
Hay al menos cinco elementos que han llevado a la rebeldía social, que se niega a acatar las decisiones cuando son impuestas con fuerza y representan pasos atrás, o que prometen un 2021 en el que si todo sale bien, al menos será igual al odiado 2020.
No se ha sabido o podido construir confianza en torno a las políticas de control de la pandemia de coronavirus covid-19 en Argentina. Esa es la matriz de una situación de rebeldía contra cualquier medida que a veces es espontánea, otras conducida políticamente y, en general, resulta espontánea y hasta en muchas ocasiones contradictoria.
Es que la gestión de la pandemia ha sido errática y más allá de los esfuerzos que pueda haber realizado el gobierno nacional en la materia, la percepción parece ser negativa.
Hay al menos cinco elementos que han llevado a la rebeldía social, que se niega a acatar las decisiones cuando son impuestas con fuerza y representan pasos atrás, o que prometen un 2021 en el que si todo sale bien, al menos será igual al odiado 2020.
1- No se ha conseguido manejar la situación de acuerdo a parámetros específicos, ya que las autoridades sanitarias encabezadas por Ginés González García no supieron o pudieron definir con claridad nada en ningún momento: apuestas al azar, arbitrariedades ideológicas, planteos fuera de foco.
2- No se sostiene a nivel nacional un criterio claro rector en torno al duo de cuestiones centrales durante la pandemia: economía y salud.
3- Hay una contaminación partidaria o ideológica, según el momento y la situación, en el discurso oficial de la pandemia que aleja al Gobierno de los criterios técnicos y lo acerca a la disputa política, agitado por o agitando a la oposición en discusiones que terminan influyendo en las decisiones.
4- Hay más análisis coyuntural político que diagnóstico científico técnico de la pandemia. El camino transcurrido debería aportar información crucial y relevante a un panel de control de lo que pasa y del futuro, pero se nota un inoportuno interés en que datos negativos puedan resultar adversos a la imagen del Gobierno y no los ve como buenos insumos para plantear la gestión de la pandemia.
5- A la población se le reclama confianza como "cuestión de fe" y no se ha conseguido imponer una o varias figuras que aporten a una consolidación de la conducción de la lucha contra la pandemia. De hecho, los profesionales que rodeaban al Presidente al inicio, en marzo del año pasado, ya no aparecen públicamente. Su propia desconfianza contagia al resto de la población y no se puede exigir algo que debe surgir como consecuencia de acciones muy concretas, y no como resultado de la propaganda.