La "moneda prestada": un problema con historia
Guatavo Capone se mete con el tema del momento, pero no es solamente coyuntural: la moneda, la propia y la ajena asumida como propia. En tiempos de dolor por el precio del dólar, un enfoque histórico necesario.
La fluctuante economía de la historia nacional es un tema de larga data. La contingente coyuntura siempre hizo que nuestro peso nacional tuviera que competir activamente para darle batalla a las monedas extranjeras. Ejemplos históricos abundan. Contra el oro o contra el dólar o, en casos, contra las libras esterlinas ante el auge del modelo agro exportador a finales del siglo XIX. Así fue como desde la misma creación de la Casa de la Moneda Argentina (1875) surgieron algunos síntomas concretos contemporáneos ("físicos") que hasta resultarían actuales y cotidianos. Fue cuando comenzó a funcionar por Ley Nº 1.130 de Unificación Monetaria (1881) el establecimiento de un "sistema bimetalista" con base en el Peso Oro o "Argentino" y las famosas monedas de plata: el "patacón". Cinco "patacones" equivalían a un Peso Oro o "Argentino". Pero la pelea contra la moneda extranjera siguió en tiempos de los pesos "moneda nacional argentino" (M$N) de 1899, el peso Ley 18.188 de 1969, nuevamente el "peso Argentino" de 1983, el Austral de 1985 (A) o "el peso de la equiparación" (convertibilidad) con Decreto N°2128 del 10 de octubre de 1991 que estableció una paridad de un peso ($1) equivalente a mil australes (A 1.000), y este valor, convertible con el dólar de los Estados Unidos en una relación un peso ($1) por cada dólar.
Lo cierto es que siempre nuestra moneda tuvo que "pelearla". Los motivos abundan y abundaron. Hoy los podríamos encontrar en cualquier editorial de cualquier diario. Hemos vivido momentos parecidos. Lamentablemente la cosa no ha variado mucho. Desde móviles financieros a culturales, y desde especulativos mezquinas a falta de confianza en las políticas de turno. Desde planes de plata dulce a bicicletas financieras, con devaluaciones e hiperinflaciones. Pero hubo también un tiempo histórico donde no tuvimos moneda, y tuvimos que acomodarnos a las múltiples "monedas prestadas".
"De posta"
En tiempos coloniales o ya entrada la Independencia, las "postas" cobrarán importancia pues serán el paraje obligado de jinetes, el correo, los arreos de ganado y caravanas de carruajes. Servían para que los viajeros se resguardaran de las inclemencias del tiempo, cambiaran las cabalgaduras y, en muchas ocasiones, para protegerse de asaltantes o de malones indios. Fueron naturalmente el ámbito del encuentro, y no solo el lugar del "paraje". Serán además el ámbito de la recreación de la cultura y de la transmisión de las ideas. Pero sobre todo "las postas", con su almacén y "pulpería", serán el eje socio - comercial del lugar, ámbito natural de las negociaciones comerciales, trueques, ferias ganaderas, reclutamiento de "changarines" o paga de soldados de "las milicias". Fueron en su momento una especie de "cueva", imprescindible para la transacción comercial y financiera.
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"La libreta" del pulpero
De todas formas, y en gran medida hasta mediados y finales del siglo XIX, en muchos lugares la economía era "doméstica" o de trueque, y casi no se valían de moneda. Esto en "las postas" era normal. El pasaje de una "economía natural" a una "economía monetaria" tardará en llegar y hacerse habitual. Un par de espuelas en trueque por un plato de guiso de porotos y vino "carlón". O un talero de cuero de potro por una botella de aguardiente, o un pellón de oveja por dos docenas de huevos, eran transacciones frecuentes entre los viajeros que anhelaban llegar a destino y no contaban con "plata".
Emisiones, inflaciones y convertibilidad
Pero también llegaban a esos lugares las innumerables "monedas prestadas" que surcaran el país. Lo cierto que hasta al más avezado "pulpero" se le habrá hecho muy difícil llevar la contabilidad, y le hubiera resultado imposible al cliente cumplir el pedido: "por favor pague con cambio".
Muchas monedas y ninguna
Recordemos que la primera moneda patria se remontó a los tiempos de la Asamblea del Año XIII. Dicha pieza reproducía en una de sus caras la figura de un sol incaico "Inti" y el sello de la Asamblea en la otra, diseño replicado en la moneda de $ 1 del circulante actual. Además, los primeros billetes argentinos de circulación masiva se remontarán a los primeros tiempos del "Banco de Buenos Ayres" (1822), cuando se puso en circulación: el "Peso Moneda Corriente" ($m/c). Esta moneda tenía la paradoja de ser "inconvertible", y estuvo vigente hasta aquel año ya mencionado: el 1881, de la Unificación Monetaria. Los billetes eran fabricados en Inglaterra, y algunos de ellos incluían los rostros de figuras de la independencia americana (como George Washington) y leyendas políticas a favor del gobierno de Juan Manuel de Rosas.
Pero durante ese final del siglo XIX, en pleno tiempo de economías rurales y "pre - industriales" circularán una gran cantidad de monedas por nuestra tierra. En Mendoza puntualmente se vivirá la etapa propiamente dicha de la "moneda prestada". Tiempo donde era común encontrar los "árboles" bolivianos y los "cóndores" o "cobres" chilenos mezclado con el "patacón" de plata argentino. Por aquel entonces, circulaban además las monedas criollas poseedoras de escaso valor: las "macuquinas" (equivalente a 4 $ "reales"), el "cuartillo" de cobre (un cuarto de una "macuquina", o sea 1$) y "las chirolas" (1/2 $). Se conocieron como "macuquinas" al tipo de moneda acuñada toscamente en forma manual y a golpes de martillo. Existen diversas opiniones sobre el origen de la palabra. Algunos sostienen que proviene del vocablo árabe "machuch" ("sancionado"); otros afirman que proviene de la expresión quechua "makkai kuna" que haría referencia a su fabricación a golpes o martillazos.
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Es también curiosa la significación de porqué "chirolas". Tiene una explicación más vulgar, y hoy con una fuerte connotación "machista". Lo cierto es que cuenta la leyenda que "hubo una prostituta francesa a mediados del siglo XIX llamada Chirolle, que era vieja, fea, por lo tanto, tan barata que hasta se podía pagarle con monedas".
En paralelo, al poco tiempo circularán también, aunque en forma escasa, monedas llegadas de la mano por ese entonces de la incipiente emancipación (italianos, españoles, franceses, portugueses, rusos, libaneses, sirios). Lo que producirá toda una fiebre monetaria en el corazón de la "city rural" (la posta).
"La vida es una moneda"
Como dice Baglietto: "quien la rebusca la tiene". Pero faltará tiempo para que lleguen a este costado del mundo: los mangos, la guita, los morlacos, la papota, las lucas, las gambas, la biyuya, la mosca, la pasta, el tiqui - taca, el poniendo estaba la gansa, el saltando y cabeceando, la mía, la platita en mano - potito en tierra, los porotos, la tela, el vento, los fierros. En "físico" o con "plástico". La plata nuestra de cada día. En el fondo todo es Argentina. "Argentum" en latín: Plata. "Esa es la historia / Con la sonrisa en el ojal / con la idiotez y la locura / de todos los días / a lo mejor resulta bien.... ".