Giuliano da Empoli, "Los ingenieros del caos", las redes y el populismo

El libro de Giuliano da Empoli "Los ingenieros del caos" está en el centro de las discusiones en torno a cómo se construyen gobiernos populistas de cualquier característica, desde el odio fomentado en las redes. Es polémico y por ello, un disparador de debates.

Memo

El ascenso al poder de los populismos y la influencia de los comportamientos guiados por las redes sociales y los algoritmos, es un tema de análisis apenas semanas antes de que Donald Trump defienda su alquiler de la Casa Blanca ante los demócratas que lograron cerrar filas tras el ex vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden. Así y todo, una sola palabra podría calificar al espectro político global, en donde se habla de la espera de "un nuevo orden" tras la pandemia, otros de un retorno del fascismo con otras máscaras y aun, aquellos que hablan de un "fin del capitalismo" como 1989 lo fuera para el conunismo.

También hay quienes se arriesgan a decir qué vendrá y lo gritan, buscando sacar provecho de su supuesta convicción pronosticadora, pero a ciencia cierta lo que reina es la incertidumbre, mientras se gestionan los gobiernos de cada nación como se puede, y no bajo tutoriales de ideas claras en torno a lo que habría que estar haciendo.

Un libro que irrumpe a la hora de hacer análisis en torno al presente y el futuro, como cada tanto sucede, es "Los ingenieros del caos" de Giuliano da Empoli. Ya tiene edición en los principales idiomas y, por supuesto, también en español. 

Lo primero que hay que saber es quién lo escribe. Pues, se trata de un politólogo y abogado, escritor y periodista ítalo suizo, aunque nació en París y vivió en varios países, que pone como punto de partida de sus análisis la Europa posterior al Brexit, pero que sirve para echar una mirada sobre la realidad global. En 2014 fundó un think tank, Volta, después de asesorar al ministro de Cultura italiano Francesco Rutelli.

Empoli.

Empoli.

No es su primer libro, aunque probablemente en este costado del universo recién ahora lo estemos empezando a conocer. Una lista de sus trabajos es la siguiente:

  • - Un grande futuro dietro di noi (Marsilio, 1996) 
  • - La Guerra del talento (2000) sobre la meritocracia y la movilidad en la economía digital 
  • - Sobredosis (2002) sobre sobrecarga de información 
  • - Fuori controllo (2004) sobre la "brasilificación" de la sociedad contemporánea.
  • - La sindrome di Meucci (2005) sobre las industrias creativas de Italia 
  • - Canton Express (2008), un diario de viaje histórico.
  • - Obama, La politica nell'era di Facebook (2008) sobre la elección de Barack Obama como ejemplo de política autobiográfica.
  • - Contro gli especialista (Marsilio, 2013).
  • - La prova del potere (Mondadori, 2015).
  • - Le Florentin (Grasset, 2016).
  • - La rabbia e l'algoritmo (Marsilio, 2017).

En "Los ingenieros del caos" introduce un interesante término, "la tecnología política" y se suma a las discusiones que venimos viendo en series y películas que tratar de despertarnos de lo que las redes sociales nos "obligan" a ver o seguir.

Bajo análisis del Financial Times

Giuliano da Empoli, "Los ingenieros del caos", las redes y el populismo

Antes de que estalla como un best seller, el libro de Empoli fue analizado en abril del año pasado, apenas salió a la venta, por el periodista Simon Kuper, del Financial Times. Allí analizó este fenómeno del odio en la política y las redes sociales que plantea el autor en su libro.

Algunos párrafos del análisis de Kuper cuentan inclusive tramos de la "cocina" del libro, hechos significativos que empujaron al autor a escribirlo. Son los siguientes:

- Arthur Finkelstein, un coordinador de campañas políticas derechista de EEUU, que murió en 2017, casi nunca hablaba en público. El único rastro audible que dejó es un discurso pronunciado en 2011 en Praga. En él, predice el futuro político. La crisis económica, comentó, "parece ser mucho peor de lo que nos parece. Hay una verdadera rabia". En todas partes, los objetivos del odio eran las minorías étnicas. En EEUU, "la rabia está dirigida hacia los mexicanos, no hacia todos los hispanos". Entonces, dijo, era posible que repentinamente emergieran "políticos de la nada". Dado el desorden económico, estamos buscando que los empresarios se conviertan en líderes", predijo. ¿Quién en particular? "No sé si alguien aquí está observando a Donald Trump en EEUU, pero es inaudito". Finkelstein ayudó a crear el populismo. Asesoró a Nixon, Reagan y Netanyahu.

- El libro de Giuliano Da Empoli, "Los ingenieros del caos", cambia el enfoque hacia los estrategas populistas. Son ellos quienes han convertido los clamores populares en victorias electorales. ¿Cuáles son sus técnicas? Davide Casaleggio, uno de los cerebros detrás del Movimiento Cinco Estrellas de Italia, dijo una vez que los viejos partidos políticos eran como Blockbuster y que los nuevos eran como Netflix. La mayoría de los partidos tradicionales, al menos hasta 2016, utilizaban técnicas del siglo XX. Hablaban en un lenguaje acartonado y evasivo. Competían por el centro político. En cambio, las influencias del populismo son del siglo XXI. Trump vino de un programa de telerrealidad. Su ‘mérito', dice, consistía en comprender que las campañas electorales eran programas de telerrealidad "extremadamente mediocres", "producidos por novatos, con personalidades sin vidas y actores de segundo nivel".

Giuliano da Empoli, "Los ingenieros del caos", las redes y el populismo

- Otra influencia populista fue la cultura de los videojuegos. Steve Bannon invirtió brevemente en los videojuegos en 2005. Perdió dinero, pero descubrió un vasto mundo subterráneo de jóvenes que practicaban una agresión anónima en línea. Cuando aparecieron los medios sociales, las empresas ‘startup' populistas aprendieron sus técnicas. Igual que los programas de telerrealidad y los videojuegos, las redes sociales recompensan la participación. Si un meme se vuelve viral, los populistas lo refinan y lo utilizan ampliamente. Si no se vuelve viral, lo eliminan. Los líderes populistas y sus seguidores en los medios sociales se ‘nutren' mutuamente en un eterno ciclo.

- Los partidos populistas satisfacen la demanda política mientras acumulan datos sobre los votantes. Eso les permite dirigirse a microgrupos con mensajes que nadie más ve. Las campañas electorales se convierten en ‘guerras entre software', escribió Da Empoli. Los partidarios llegan a sentirse participantes en lugar de espectadores. Los populistas separan la campaña de la gobernanza. Sus líderes son seleccionados no por sus habilidades para gobernar, sino estrictamente por su capacidad para impulsar la participación. Es por eso que muchos de ellos provienen de las industrias del entretenimiento.

- Una ruta rápida para impulsar la participación es despertar la rabia. En las palabras de Finkelstein, "El tipo que dice: ‘Tengo un plan de siete puntos para arreglar el sistema de pensiones' perderá frente al tipo que dice, ‘¡Sácalos! Deshazte de esa gente'". Para Finkelstein, más importante que elegir el candidato propio era seleccionar el enemigo adecuado. El enemigo ideal es una persona o grupo que puede ser presentado como la encarnación de una variedad de males. El guión populista dice: no importa cuán plácido y seguro pueda parecer tu país, este enemigo intenta destruir tu forma de vida o incluso matarte.

- El candidato populista nunca los repudia porque son sus partidarios más acérrimos y lo hacen parecer moderado en comparación. Ahora los partidos tradicionales están aprendiendo técnicas populistas. Por doquier, desde la Marcha de las Mujeres de enero de 2017, los votantes convencionales han pasado de ser espectadores a ser participantes. Y algunos nuevos políticos pueden competir, Hasta cierto punto, actualmente todos somos populistas.

Los tecnopopulistas

Fue Cristina Tardáguila, directora adjunta de la International Fact-Checking Network y fundadora de la Agência Lupa, quien puso bajo su lupa el trabajo de "Los ingenieros del caos" y habló de los "tecnopopulistas". Y se preguntó, en un artículo para Univisión: "¿Qué tienen en común Donald Trump (EEUU), Jair Bolsonaro (Brasil), Nicolás Maduro (Venezuela), Recep Erdoan (Turquía), Daniel Ortega (Nicaragua), Viktor Órban (Hungría), Rodrigo Duterte (Filipinas) y Narendra Modi (India)?".

"Obviamente no es la posición política. Unos se dicen de derecha. Otros de izquierda. Estos políticos tampoco representan una élite económica o geopolítica. Sus países no están en un mismo continente, ni siquiera en un mismo hemisferio. No hablan la misma lengua y no siguen la misma religión ¿Qué tienen en común entonces? Son todos "tecnopopulistas". Todos se encajan en esta definición que el escritor italiano Giuliano da Empoli creó y que muy bien define a los políticos que aprendieron a manipular las redes sociales, a usar sus algoritmos para incendiar a sus apoyadores con el objetivo de controlar narrativas, atacar la prensa, elevar la polarización y destrozar reputaciones", escribió.

La crítica lo aclama

El portal BornMillenials.com (con su nombre dice mucho) ofreció, además, una crítica sobre "Los ingenieros del caos". Es su opinión y valdría la pena leer el libro cada uno para abrir los ojos y las mentes y sacar las conclusiones propias. Claro: si lo que se quiere es ganar elecciones, solo bastará con imitar a quienes haciendo lo peor lo lograron. Pero no es la idea, ¿o sí?

Esto dijo el portal:

El ingeniero del caos es un libro extraordinario. Intenta reconstruir desde una perspectiva científica, política e histórica la génesis de los científicos de datos, médicos y estrategas políticos que llevaron a los partidos populistas a alzarse con el poder de las mayores economías del mundo.

Sin embargo, el autor no se detiene en contar su historia. A través de una mezcla inteligente de historia, sociología y psicología, explica y subraya los cambios sociales que sentaron las bases para el surgimiento de partidos populistas después de una década de liberalismo. Su libro, casi escrito como una novela científica, sigue un camino lógico y geográfico y explica las carreras atípicas de todos estos científicos que se esconden detrás de la pantalla de su computadora, casi controlando a los políticos que colocaban al poder.

El libro revela varios cambios de paradigma político, fracturas y divisiones en la sociedad. El conector de esos tres es la tecnología, utilizada como vehículo por los ingenieros del caos para dar forma a sus propósitos políticos. No se trata solo de un tipo de tecnología, sino de varias que, por casualidad u oportunismo, aparecieron en un mismo momento.

El primero son las redes sociales, cuyo modelo de negocio se basa en los clics en los anuncios y el tiempo de permanencia en la plataforma. Para hacerlo, las redes sociales han hecho que su uso sea compulsivo gracias a un sistema inteligente de me gusta igual al logro social y, por lo tanto, entregando dopamina en cada golpe, reforzando el ciclo de adicción. Al usuario se le presenta el contenido que acepta en función de un perfil psicológico construido individualmente con flujos de datos extraídos de los clics, el contenido leído y los términos de búsqueda.

El contenido único al que está expuesto el usuario participa en la creación de una realidad digital en la que el usuario está solo para vivir, creando así necesidades de conexiones sociales aseguradas por las propias redes sociales. Cuando esas necesidades son demasiado altas, el usuario termina en sitios pornográficos y de conspiración, liberándolo de las responsabilidades de la mediocridad de su vida culpando a un tercero. Este fenómeno es una de las interacciones que vinculan las redes sociales y los teléfonos inteligentes.

El segundo no se refiere especialmente a los teléfonos inteligentes, sino solo a las redes sociales. La ciencia (y los especialistas en marketing) descubrieron que el contenido emocional recibió más clics y atención de los usuarios, lo que provocó su uso. Pero el contenido emocional también amplifica las emociones de la vida real, entre las que se encuentra la ira, especialmente "utilizada" por los ingenieros del caos. De hecho, la ira es una emoción que llama a la acción (voto) y puede movilizar multitudes en busca de apoyo político.

Finalmente, llegamos a la tercera forma en que las redes sociales influyen en las poblaciones: datos y mensajes dirigidos. Como dijimos, los sitios de redes sociales pueden construir perfiles de usuarios gracias a sus datos. Del mismo modo, una empresa o un partido pueden enviar mensajes dirigidos para influir en los usuarios en función de su perfil psicológico. Esta técnica se utilizó para impulsar a un número importante de personas en el Reino Unido para la votación del Brexit, personas que normalmente no habrían ido a votar.

La interacción de estos componentes tecnológicos, junto con la psicología y la ciencia de datos, puede ser el mayor obstáculo político de la historia. Y lo peor puede estar en camino. Los medios tradicionales, garantes de la democracia, no han visto ni anticipado el ascenso populista. Peor aún, enfrentados a ella, se volvieron incapaces de defenderse.

Si bien el libro es notable por su precisión, simplicidad y detalles que aporta, falla a la hora de hablar de elementos que hubieran sido interesantes para la investigación. El primero es la campaña rusa de desinformación que se llevó a cabo tanto en Estados Unidos como en Reino Unido. Las investigaciones han revelado los posibles resultados de estas campañas. El segundo es el concepto de burbuja de filtro. Central para las teorías del autor, el término nunca ha sido mencionado.

Estos dos críticos son realmente lo máximo que el autor de estas líneas podrá formular contra el libro. No solo es relevante para los legisladores, padres o periodistas, sino para todos los ciudadanos que votan. Los ingenieros del caos han logrado orquestar una revolución mediante la manipulación masiva sin que nadie se dé cuenta. Ya lo han hecho en muchas ocasiones, en muchos países diferentes, y mantienen listos sus algoritmos para las próximas elecciones. Esto puede ser lo que los distingue de los dictadores.

Todos los que viven en una dictadura son conscientes de su naturaleza. En nuestro caso actual, los instigadores se quedaron en la sombra, nadie conoce sus nombres ni sus rostros, y los votantes son manipulados mientras se les persuade de lo contrario. En la parte sobre Italia, el hijo de Casaleggio compara a los usuarios de su plataforma con hormigas. Deben moverse continuamente, obedeciendo órdenes, pero no pueden cuestionar las reglas ni el orden establecidos y no deben saber que otras hormigas trabajan menos que ellas, o querrán hacer como estas hormigas. Para continuar con las metáforas de los animales, estos ingenieros son como parásitos. Colonizan el cerebro de su anfitrión sin que ellos lo sepan y toman el control en la sombra. El resultado se vuelve particularmente mortal. 

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