El comando coronado quiere tener más poder, pero la democracia no acepta sectores con coronita

La Corenave quiere ponerle un freno a la evolución y pretende definir qué es tradición, anclando la foto a un momento determinado. Además, le pasa por encima a representantes que votó la gente y no salieron de un concurso de belleza.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

La comisión que reúne a aquellas que fueron reinas de la Vendimia, denominada Corenave, quiere sumar poder e influencia, más allá de la tradicional fiesta mayor de Mendoza y de la cosecha de la uva argentina y el vino resultante.

Ya lo hizo cuando entre una mezcla de gritos y carcajadas en el despacho de recién asumido gobernador Rodolfo Suarez le "exigieron" que diera marcha atrás con la ley que modificaba la 7.722 de modo de abrirle un camino al desarrollo minero. Con ello se sumó a la orda de ecologistas que lazaron fakes news en las redes vinculando a la ley con cianuro que saldría de las canillas domiciliarias, por ejemplo.

Ahora, salta en cruz contra una idea de un municipio, Guaymallén, que quiere defender la esencia de la Fiesta de la Vendimia y su vinculación con el esfuerzo de los vendimiadores (y vendimiadoras, claro está).

El proyecto que recién fue presentado está abierto a la discusión, pero disparan a matar junto con toda una red de personas que creen estar siendo atacados personalmente, cuando solo se trata de una modificación a un aspecto vinculado a la valorización de las mujeres más allá de su belleza.

Ya se sabe que casi hay que salir a buscar candidatas, porque muy lejos en el tiempo quedó aquella ilusión de toda niña de ser reina vendimial: no se consiguen porque muchas mujeres se sienten exhibidas arbitrariamente por su lindura o cuerpo. Más allá de los esfuerzos que se han hecho para que sean embajadoras de la localía, la realidad es otra.

Ya en 2018 una exreina nacional con alta formación y que es jueza, planteó un estatuto de la Corenave que valoraba la diversidad sexual, lo que representaría un verdadero aggiornamento de la foto ajada del pasado que lo impedía. Dentro de la "comandancia coronada" se armó un revuelo insólito entre las defensoras de algún momento del pasado y quienes creen legítimamente que tradición es otra cosa, y no un momento estancado puntual de la historia, sostenido justo allí por alguna razón: política, sensaciones, amor, experiencias personales o lo que fuere, como pasa con la música.

Ahora quieren cantarle las 40 al intendente Marcelino Iglesias, pero no da audiencias y ya tiene un cuerpo de representantes del pueblo que votó la gente. En la democracia republicana, nadie tiene coronita. Y tendrán que hablar con los concejales como tantos otros que son parte de la vida cotidiana, como protagonistas o expectadores de la Fiesta de la Vendimia. Y también es hora de que se escuche más que nunca a los que están en los surcos y en las bodegas, que pocas veces han sido escuchados.

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