Un peronismo transicional, tanto aquí como allá
¿Le alcanza al peronismo con una interna para conducir su maquinaria electoral, el PJ, para posicionarse rumbo a 2027 en Mendoza y el país? No, si solo se tratara de eso. Hay otros cambios que debe hacer. Quién representa a quiénes. Los datos de una encuesta en Mendoza.
El peronismo, entendido desde su estructura partidaria, el Partido Justicialista, está institucionalizando su situación transicional. Como se trata de una fuerza política que se alimenta con el ejercicio de poder hasta convertirse en un gigante de múltiples brazos y cabezas, la carencia de tal situación lo vuelve una pirámide de enanos que luchan por dominar a todo el cuerpo, sin conseguirlo, por supuesto.
A nivel nacional hay dos situaciones de sublevación.
La principal es la íntima. El kirchnerismo se metió en el Partido Justicialista luego de aborrecerlo, de querer transformarse en la instancia evolutiva, en su futuro, dejando atrás el folclore, prefiriendo a Eva Perón por sobre Juan Domingo, y eligiendo con qué fotos quedarse de su historia y cuáles quemar.
Muerto Néstor Kirchner, que fue el primer emblema que intentaron endiosar con estatuas y bautismos con su nombre en todo el país, dejaron su persona en abandono y se quedaron solo con el apellido en poder de su viuda, Cristina Fernández, que enrareció el caracú del peronismo con la incorporación de sectores que el mismísimo Juan Domingo hubiera expulsado una y mil veces de la Plaza de Mayo.
Así, los expulsados de Perón se quedaron con el peronismo, en una revancha histórica que dejó una dispersión fenomenal que fue acampando en otras fuerzas y que jamás se fue del poder real, porque si hay algo que aprendió es a mutar, pero al que le fue quitada la estructura simbólica.
Pocos recordarán que hasta "ayer no más" el PJ era presidido por Alberto Fernández, a quien ahora se le aplica la calificación clásica de que "no era peronista sino socialdemócrata", para sacarse las culpas de encima, como ya lo hicieran -con otros argumentos- con Isabel Perón, José López Rega o Mario Eduardo Firmenich, entre otros.
Ahora, el gobernador riojano, Ricardo Quintela, se lanzó a la rebelión contra el kirchnerismo de recuperar el justicialismo para los justicialistas. Desde el Instituto Patria lo miraron con desdén, con la soberbia acostumbrada, y avanzaron con "la unidad" entendida por Cristina Kirchner en que todos deben apoyar lo que ella diga.
Aquí es donde asomó lo que puede ser la verdadera "revolución" (digámosle así, esos términos les encantan) o bien, una estrategia de ruptura para converger (en el más berreta de los casos): Axel Kicillof negándose a apoyar la lista de la expresidenta.
Si solo se tratara de una estratagema para generar un polo de recolección de apoyos hacia una evolución del kirchnerismo sobre sí mismo, quedaría en la historia como una de las tantas anécdotas de la viveza criolla característica.
Pero otra cosa será si el gobernador bonaerense, hijo putativo de la mandamás, realmente le está plantando cara al decirle que "se terminó la época del sometimiento". En este punto, Kicillof podrí estar convirtiéndose en "el hijo que mata al padre (a la madre, en este caso)" y pasa al frente.
No son pocos en el antimileísmo los que perdonarían los desastres del exministro de Economía con tal de encontrar un líder algo mejor espectado que, por ejemplo, Martín Lousteau o Facundo Manes. Hay radicales empoderados que lo consagrarían como líder propio en el caso de que no cuaje ninguno de los que han venido criando para la presidencia en todos estos años.
De todos modos, como decía Antonio Cafiero, cuando se sienten ruidos de peleas en el peronismo es como cuando lo producen los gatos: "no se están peleando, se están reproduciendo", por lo que habría que esperar el desenlace.
Nadie ve que la decisión de esta interna los coloque en el poder nuevamente en 2027. Por ahora.
En Mendoza
Lo mismo ocurre aquí.
El peronismo logró cerrar una "unidad por abandono". El sanrafaelino Emir Félix, quien junto con su hermano Omar supieron generar una maquinaria de triunfo y gobierno en San Rafael, conducirá a un PJ no solo desorientado en torno a qué es y representa, sino que está groggy por los resultados electorales, que les han sido esquivos y lo han castigado a nivel provincial -y no en muchos municipios- en forma contundente.
Anabel Fernández Sagasti se replegó a territorio más seguro y fue la operadora de la lista de Cristina Kirchner. Desde allí intentó darle latigazos al insubordinado de Kicillof, que ni siquiera la tuvo en cuenta a la hora de responder a las presiones que recibió.
En Mendoza, se corrió a un costado.
No hay que quitarles mérito a los Cámpora mendocinos que supieron ganar con los votos las candidaturas a todo el resto del partido, sorprendiéndolos, y quedarse "tempranamente", como ellos admiten, con la responsabilidad de conducir al partido. Argumentan que estaban "verdes" para ser cosechados, mientras se preparaban como cuadros a futuro. Fracasaron. Se negaron a la pelea y dejaron hacer a un exsocio: Carlos Ciurca, el armador que este sábado estuvo hasta última hora repartiendo carguitos en las conducciones municipaes del partido con tal de conformar a todos. Si no lo consiguió, tampoco le darán pelea, porque no tienen fuerza para hacerlo.
De tal modo, que en Mendoza tampoco puede verse que esta decisión los catapulte hasta el triunfo en 2027, por más que en el sector ganador haya quedado el peronista mejor posicionado, el maipucino Matías Stevanato.
Quién es quién y qué representa
Un dato (y solo eso, pero no por ello menos relevante) que permite ver quién es quién y a quiénes representa en la política mendocina es la encueta de Martha Reale.
En su último estudio deja en claro que pocos de los que se creen legítimos representantes de los sectores populares logran serlo.
¿Qué van a hacer? ¿Acusar a los votantes de ser estúpidos? Sería lo único que les faltaría.
Pero la encuesta es clara cuando dice que la intención de voto por el Partido Justicialista es del 13,7% en Mendoza, con un Cambia Mendoza que, a pesar de las muchas defecciones, aun recoge el 32,7%.
Desagregando, esto es el peronismo mendocino:
- Tiene su mayor caudal de votantes entre los hombres de más de 60 años: 20%. Tampoco esa cifra le alcanzaría para conquistar la gobernación.
- Entre las mujeres mayores de 60 años alcanza al 18,6% de las intenciones de votos.
- Entre los hombres de entre 46 y 50 años le pasa algo parecido: 18,5%.
- Perdieron a los jóvenes, aquellos que en su momento dieron origen al kirchnerismo: solamente un 8% de los varones de entre 18 y 30 años votaría al peronismo. Un 33,3% de esa franja votaría por Cambia Mendoza y un 26%, por La Libertad Avanza.
De allí que la verdadera pelea no es tanto por conquistar la mejor ubicación en la catapulta, sino afinar su puntería para no caer por fuera del radio del poder
En Mendoza está la tarea pendiente de perforar sus límites municipales y mostrarse capaces de responder a las demandas de toda una provincia, sin enredarse (probablemente allí radique la crítica social hacia su conducción) en las cuestiones ideológicas del "si estás conmigo o contra mí" que lo caracterizaron durante su reinado.
Es muy probable que la sociedad esté pidiendo calidad en el pluralismo, respeto en la convivencia y más hechos que palabras.