Javier Milei y su infinita capacidad para domesticar a Macri

El expresidente tuvo atisbos de rebeldía, pero todo indicaría que ya está arriando sus banderas. El control del Gobierno sobre el presupuesto de CABA como herramienta de poder. Después de una semana distanciado de Milei, Santiago Caputo volvió y ordenó el vacío de poder. La columna de Silvia Mercado.

Silvia Mercado
Periodista acreditada en Casa Rosada

Un funcionario de un área clave para el Gobierno lo puso así: "Santiago nos dejó solos. Arregló la presidencia de la Comisión (Bicameral de Inteligencia) para Martín Lousteau, se enojó con Javier y se rajó al sur en un avión privado que salió de Aeroparque. Quedamos en bolas, perdidos, sin nadie que se haga responsable de la política. Javier vio lo que pasó (en Diputados, que se votó el DNU con el apoyo del PRO) y llamó a Macri. Trató de hacerse cargo del quilombo que se extendió al Senado con la designación de Ariel (Lijo) y el proyecto de jubilaciones. No sabía qué hacer. Hasta le lloró a Macri".

El relato es casi dramático. Y parece mentira, pero es fácilmente comprobable. Nadie estaba a cargo de la operación en el Congreso, no había instrucciones, Karina Milei estaba tan desconcertada como su hermano, y nadie sabía qué hacer. ¿Quién podía hacerse cargo de la gobernabilidad? En la desesperación, el Presidente creyó que podía ser Macri. Pero antes de capitular, llamó a su asesor estrella. O atendió un llamado de él. Eso no se pudo verificar todavía.

Solo cuando pudo hablar con él se tranquilizó. El joven Caputo volvió a hacerse cargo de la operación política y empezó a repartir responsabilidades en el berenjenal que se había armado. Ya era jueves por la noche. Y quienes conocen esta parte de los acontecimientos aseguran que se trató de un "típico caso de manipulación sobre la emocionalidad del Presidente".

Así, un nuevo intento de Macri por volverse imprescindible para el Gobierno se frustró. Con la tropa más ordenada, el asesor presidencial empezó a desplegar sus instintos ¿asesinos? contra el titular del PRO. Milei ya no hizo nada para moderarlo. Y el vínculo entre el expresidente y el actual volvió a fojas cero, como le gusta a Caputo y a Karina.

En rigor de verdad, en el PRO se temía que -otra vez- Mauricio cayera bajo los encantos de Milei. "Tiene debilidad con él", le dijeron a esta cronista. Parece que son varios los casos en que los dejó en falsa escuadra ante el Presidente. También fueron varios los que se alegraron de que Macri aflojara la disputa con Milei. "La gente no nos eligió para gobernar, es absurdo pelearnos con quien tiene el poder. A nosotros nos tocó trabajar sin beneficio de inventario. No tenemos lugar para otra cosa", dicen algunos, resignados.

También están los que cuidan su quinta. No saben qué puede pasar en las elecciones legislativas, y temen perder no solo en la provincia de Buenos Aires, sino en CABA, donde no existe un candidato que se destaque por encima de los demás.

Una derrota del PRO en el distrito que gobierna desde el 2007, donde no pierde una elección desde 2005, sería el comienzo del fin para el partido que fundó Macri en el 2003.

En el 2015 estuvo muy cerca de perder Horacio Rodríguez Larreta frente a Martín Lousteau, que en el balotaje logró el respaldo del kirchnerismo.

En el 2019 realizó la mejor elección de un partido desde que la Ciudad de Buenos Aires elija a sus gobernantes. Rodríguez Larreta obtuvo el 56% de los votos, lo que le permitió manejar la Legislatura con mayoría propia, una verdadera excentricidad en el distrito.

En el 2023, Juntos por el Cambio arrasó en las PASO, pero Jorge Macri obtuvo una ajustada victoria frente a Lousteau (28.71% contra 27.21%).

Lousteau, nuevamente, empieza a sonar como candidato a senador, en este caso con el respaldo formal del peronismo, o de Leandro Santoro, que es radical en coaliciones peronistas.

Mientras tanto, los Macri no logran que un gobierno que consideraban aliado cumpla con la manda constitucional de devolver la coparticipación. De la deuda, no quieren ni hablar. De los pagos mensuales, reconocen menos de la mitad de lo que estipuló la Corte Suprema.

En la semana, una fuente del PRO comentaba, entre risas, que Milei le hace a Macri lo que Néstor Kirchner a Daniel Scioli. El fallecido expresidente gozaba de castigar al gobernador que supuestamente era aliado recateando fondos, sabiendo que el ex gobernador no podía rebelarse.

¿Disfruta Milei la dependencia de Macri?

Si es así, el expresidente no se da por enterado. Más bien parece que cree posible domesticar a quien no es muy estable emocionalmente, pero cuando recupera su centro es capaz de castigar aún a sus más cercanos.

La pregunta que debería afrontar Macri es hasta dónde logrará la fidelidad de los propios. Sin recursos en CABA, una imagen negativa que supera el 50% y obligado a mostrar fidelidad ante el Presidente para sobrevivir, está claro que Mauricio no tiene demasiado margen para mostrarse rebelde. Ni siquiera ante la designación del juez Ariel Lijo como miembro del Máximo Tribunal, donde son varios los que están haciendo fila para conseguir ventajas a cambio de votar el pliego que envió el Presidente al Senado de la Nación. ¿Será otra derrota de Macri?


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