¿En qué trabajó el Papa durante la pandemia?
El periodista Jesús Bastante plasmó el el portal de referencia obligada Religión Digital una agenda internacional, interna y externa al Vaticano del papa argentino Jorge Bergolio, Francisco.
Ayer, 20 de septiembre, se cumplieron 150 años del fin de los Estados Pontificios y del poder temporal de los papas. Un acontecimiento que hoy se vive con alivio en el interior de la Iglesia pero que, en su día, provocó el autoconfinamiento de Pío IX y de sus sucesores, León XII, Pío X y Benedicto XV que, como protesta, ni llegaron a pisar la plaza de San Pedro. En estos meses, el Papa Francisco se ha visto obligado al confinamiento, como buena parte de la población mundial. El Pontífice no ha podido viajar, pero no ha parado de trabajar. ¿Qué ha hecho Bergoglio en este tiempo?
En primer lugar, estar muy atento a todo lo que sucedía en el mundo. Los nuncios han trabajado como nunca, pero también los otros contactos de Francisco. Porque este Papa tiene su propia red de información. Bergoglio se ha puesto en contacto con líderes políticos y sociales, con expertos en pandemias, con los máximos responsables de la solidaridad global. Y se ha adelantado al resto, con la creación de una 'Task force', dirigida por él mismo y con el cardenal Turkson y su dicasterio en vanguardia, para colaborar en la construcción de un mundo nuevo. Porque toda crisis, y esta es muy gorda, ofrece nuevas oportunidades. Y, como Bergoglio no se cansa de repetir, "de esta crisis saldremos mejores o peores, nunca iguales".
Una encíclica para un mundo nuevo
Fruto de esas conversaciones, y del trabajo de la Iglesia en todo el mundo, han sido sus catequesis de agosto y, lo que es más importante, su nueva encíclica, la tercera de su pontificado, que bajo el título 'Tutti fratelli' (no se traducirá, como sucedió con Laudato Si') será firmada el próximo 3 de octubre y verá la luz al día siguiente, festividad de San Francisco de Asís. El Papa saldrá de Roma, por primera vez desde que comenzó la pandemia, para firmar el escrito en la Porciúncula de Asís.
Junto a la pandemia, Francisco ha tenido tiempo, mucho tiempo, para terminar de repasar, y corregir, el proyecto de reforma de la Curia. "Praedicate Evangelium" ya debía haber sido aprobada, pero resulta francamente complicado hacer una revolución curial en plena pandemia mundial. Con todo, ya no hay marcha atrás, y a lo largo de este otoño veremos cambios en la Curia. Otras reformas vendrán directamente con la aprobación del documento, que extinguirá algunos dicasterios y creará otros. Todos los responsables de organismos vaticanos presentarán su renuncia al Papa, que tendrá las manos libres (y la excusa perfecta) para tener a personal de su confianza. A todos de su confianza.
La reforma del Derecho Penal también está sobre la mesa del escritorio papal, así como el famoso 'informe McCarrick' que deberá ver la luz. Las sanciones contra curas y obispos encubridores deben hacerse efectivas en todo el mundo: la pasada semana volvió a reunirse la Comisión para la Protección del Menor del Vaticano. Se esperan resultados.
China y Estados Unidos
En el trasfondo internacional, dos cuestiones preocupan a Francisco: de un lado, la renovación del acuerdo con Pekín, del que recela, y mucho, Estados Unidos; y las elecciones en el país más poderoso del mundo, con la posibilidad de que Joe Biden pueda convertirse en el segundo católico (tras JFK) en dirigir los destinos de Estados Unidos y, sobre todo, en el candidato que venció a Donald Trump. Un segundo mandato del republicano no sería visto con buenos ojos en Casa Santa Marta.
Y sí, el Papa también ha tenido tiempo para explorar en profundidad la realidad de los episcopados de todo el mundo. Pese a que, de momento, no hay previsto un nuevo consistorio de cardenales, sí que se plantean reformas en algunos países que, durante estos siete años, se han resistido a las reformas de Francisco. España, entre ellos.