Por qué las AFP (en el fondo) son las grandes responsables del estallido social en Chile
Son sólo seis las Administradoras de Fondos de Pensiones y manejan un capital de U$S250 mil millones. Son firmas que hacen negocios millonarios a partir de los recursos de chilenos que cobran una jubilación mínima.
Aunque cada vez que se les consulta a los manifestantes que están en las calles de Chile se nombran una serie de razones para llevar adelante la protesta masiva y la crisis en la que se encuentra el vecino país, todas desembocan en un término, desigualdad.
A la hora del análisis más profundo del estallido social que se desarrolla al otro lado de la cordillera, nos encontramos con una situación que se hace notoria y que es la alta concentración de recursos en ciertos sectores sin un derrame hacia la clase media. Una clase media que creció durante las últimas décadas producto del crecimiento de la economía trasandina, pero que en ese nuevo status no encontró satisfechas todas sus necesidades.
Si bien el aumento del transporte fue la punta de un iceberg muy grande y el hecho puntual que generó el estallido social, hay una serie de otros temas que se arrastran durante décadas. Sin duda uno de los más importantes es el sistema de jubilaciones y el funcionamiento de las Administradora de Fondos de Pensiones (AFP), el cual se estableció en el vecino país durante la dictadura de la mano de Augusto Pinochet y del hermano del actual presidente José Piñera.
¿Pero qué tienen que ver las AFP con la desigualdad que se regista en Chile? Mucho más de lo que se podría pensar, siendo incluso un factor fundamental en el malestar que siente el pueblo trasandino.
Capital de pobres
En los últimos años las quejas sobre el sistema de AFP ha sido constante y la molestia radica en que las pensiones privadas se convirtieron en un gran negocio. Se trata de una actividad altamente rentable que tiene un capital de U$S 250.000 millones y que se genera a partir de los descuentos obligatorios que le hacen a los trabajadores.
En el fondo, y según indican algunos especialistas, se trata de un capital gigante que pertenece a los pobres, pero que aprovechan los sectores más pudientes de la sociedad trasandina para ganar dinero.
En Chile las seis compañías a cargo de los fondos jubilatorios "hacen trabajar" el dinero y entregan a los beneficiario parte de la rentabilidad de lo que se genera y se quedan con una parte a modo de comisión. Una de las quejas de los chilenos es que estas empresas no corren riesgos y ganan dinero a través de negocios que hacen con un dinero que no les pertenece.
La molestia se multiplica si pensamos que estos U$S 250.000 millones de dólares también sirven para financiar a otras empresas de distintos rubros -como el retail y el mismo sistema bancario- que conseguir financiamiento a través de ese dinero que sale de los fondos que deben aportar de manera obligatoria los chilenos.
Un reconocido ingeniero y economista de una universidad del Estado trasandino, dijo en conversación con Memo que "hay una concentración monstruosa de capital" y esa es una parte del origen del problema de la desigualdad que hace años enfrentan los chilenos.
De acuerdo al especialista, los aportantes de las AFP ven que el dinero que técnicamente les pertenece, sirve también para financiar a empresas que -por ejemplo- se oponen al proyecto para bajar la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales, el cual tiene una aceptación del 70% entre los chilenos, pero que el Gobierno no quiere apoyar.
El negocio está en manos de seis empresas que tienen una rentabilidad de U$S500 millones por año y que, además, forman por lo menos una treintena de sociedades que funcionan en base a los recursos que tiene el sistema de jubilaciones. Compañías como Previred, una empresa para hacer cotizaciones previsionales por Internet o AFC, la Administradora de Fondos de Cesantía, son sólo algunas de las sociedades que pertenecen a las empresas que ya controlan el "mercado jubilatorio".
En resumen, con el dinero de los trabajadores se forma un meganegocio que deja altísima rentabilidad, pero hay chilenos que hoy tienen una jubilación de sólo $150.000 chilenos ($12.000 argentinos), lo que equivale a la mitad de un sueldo mínimo. Entonces, claramente la situación del sistema es uno de los grandes detonantes de la crisis que enfrenta Chile hoy.
El modelo y el derrame
En materia macroeconómica el modelo chileno de apertura a los mercados es absolutamente exitoso. No se trata de un país sin recursos, con malos índices de inflación o con problemas de deuda. Sin embargo, las autoridades se olvidaron de trabajar en el "derrame" para que el crecimiento y el bienestar llegara también a la clase media que hoy se siente postergada.
De acuerdo al especialista consultado, que prefirió no aparecer con su nombre para evitar problemas, lo que le faltó a las últimas gestiones -y especialmente a Piñera- fue "una correcta distribución, la cual se hace fundamentalmente a través de políticas públicas". El profesional comentó que la falta de inversiones públicas afectaron -por ejemplo- a la calidad de la educación y la salud, dos temas que también son parte de las protestas.
El profesional apuntó a una necesidad de generar inversiones públicas y no dejar todo en manos de privados a través del sistema de concesiones que se utiliza para la construcción de autopistas o cárceles, entre otras cosas. "Las carreteras son muy lindas y es cierto que las concesiones funcionan, pero son muy caras para los usuarios", manifestó el ingeniero a la hora de analizar las materias pendientes del gobierno trasandino.
Cómo se soluciona el problema de la desigualdad
Una solución a la movilización de los chilenos en las calles será un tema que la política tendrá que ingeniarselas para resolver, porque con la marcha atrás en el aumento del boleto del subte no se detuvieron las protestas y no tenés un interlocutor con el cual negociar, las protestas no tienen un rostro o una organización que permita generar un diálogo.
Sin embargo, para la cuestión de fondo se puede trabajar en la búsqueda de soluciones al mediano plazo y equilibrar un poco la balanza entre las clases en el vecino país. "El modelo está con problemas, no lo van a cambiar de un día para otro, pero pueden arreglarlo un poquito", dijo el ingeniero y economista.
Para el especialista el modelo va a seguir siendo el mismo y también van a seguir existiendo las AFP porque no se pueden eliminar de un día para otro porque generarían un desastre macroeconómico que no le conviene a nadie. Sin embargo, dijo, se pueden hacer cambios puntuales para comenzar a mejorar la distribución.
Como ejemplo mencionó el proyecto de reforma tributaria que se discute en el Congreso y en el cual el presidente Piñera pretende mantener beneficios impositivos para que las empresas sigan invirtiendo en Chile y no se lleven su dinero afuera. En ese sentido, explica, se podrían tomar algunas de las propuestas opositoras que apuntan a aplicar mayores impuestos que permitan la inversión pública en cuestiones como la educación y la salud. Además de permitir el desarrollo de obras de la mano del Estado.
Los especialistas también apuntan a analizar la situación del mercado de las AFP, el cual está concentrado y no tiene competencia. Apuntan a abrir el mercado a más actores, quizás algunos estatal, para generar una competencia que permita a los chilenos tener más alternativas con comisiones que no sean tan altas como las que les cobran hoy que les entreguen mayores beneficios a la hora de jubilarse.