"Resurrección digital" y vida eterna

El contrapunto entre el Prof. José Jorge Chade y Guillermo Caggiati en torno a la IA, con enriquecedores conceptos desde ambas partes, un contrapunto que suma y sigue.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza Dr. en Ciencias de la Educación.

Con este título integrador de competencias de columnistas de Memo entre los que me incluyo, trataré de poner mi grano de arena frente la interesante columna de Guillermo Caggiati sobre "Resurrección Digital" del 6 de abril.

Tengo la impresión que estemos un poco jugando con fuego y sabemos que jugando con este elemento se pueden producir catástrofes, por lo tanto y volviendo al tema de IA relacionada con situaciones muy delicadas como la muerte, los duelos y el luto puede darse que tengamos que hablar de una "humanización deshumana"

Justamente el domingo recibí un video de un conocido de una provincia vecina, muy contento porque a través de la inteligencia artificial ha podido ver un gran abrazo con sus padres, fallecidos años atrás, el se escuchaba muy contento con este logro, pero aquí nos adentramos en terrenos profundos tomados a nivel superficial, es decir inconscientes de los posibles riesgos y consecuencias, aquí todo depende de la individualidad de cada persona para poder medir consecuencias y veo que estamos dejando de lado la coherencia y en parte la inteligencia cultural a cambio de algo que aún no sabemos de qué se trata..

Para escribir estas líneas hice algunas consultas con colegas y otras las busqué en algunos sitios de confianza editorial en el extranjero.

"¿Qué ocurre cuando se priva al ser humano hasta de la última certeza, la finitud de su vida? ¿Qué significa un clon digital para la comprensión que el ser humano tiene de sí mismo? ¿Podemos atrevernos a interferir en el círculo de la vida y permitir que los seres humanos se vuelvan (digitalmente) inmortales? [...] Quizá esto sea sólo el principio, el principio del fin de nuestra finitud». (1)

Éstas son algunas de las preguntas centrales de El fin de la muerte. Vita eterna nell'era dell'intelligenza artificiale, el primer ensayo de Moritz Riesewieck y Hans Block (publicado por Tlon en 2023 en traducción italiana de Paola Moretti). Los autores ya habían tratado los aspectos controvertidos de las nuevas tecnologías en su documental Quello che i social non dicono (Aquello que en las redes no se dice) - The Cleaners (2018).

Por tanto, este tema puede leerse en continuidad con la intención de desvelar las historias y tecnologías que se esconden detrás de ciertos fenómenos de la era digital y cuestionar sus implicaciones.

Como sugiere el título de este artículo, podría tratarse de una posibilidad de seguir viviendo eternamente en forma digital, incluso después de la propia muerte física.

"Resurrección digital" y vida eterna

Por ejemplo, recogiendo testimonios de quienes están ideando soluciones tecnológicas para «vencer a la muerte» a través de las tecnologías, especialmente las basadas en la Inteligencia Artificial.

Estas historias suelen estar pobladas por chatbots que sería la IA generativa que trasforma la documentación técnica en conversaciones eficaces, (pero también por avatares digitales o robots) que reproducen el comportamiento, la comunicación y la personalidad de un individuo fallecido; de este modo, son capaces de conversar como lo habría hecho la propia persona (es el caso del «dadbot» creado por James Vlahos a «imagen y semejanza» de su padre moribundo).

Aunque no son perfectos, los resultados hasta ahora son prometedores.

La tecnología que lo hace posible es precisamente la Inteligencia Artificial: ciertos algoritmos de aprendizaje automático (redes neuronales artificiales) se entrenan sobre datos de voz y texto (grabaciones, posts en redes sociales, etc.) y se combinan con técnicas de Procesamiento del Lenguaje Natural para 'perfilar' a la persona y simular conversaciones realistas y parecidas a la vida real.

Pero existen también otras observaciones, en estas situaciones está presente la cuestión del «alma digital», es decir, la esencia o personalidad de un individuo representada por los datos digitales que deja tras de sí y que permanece incluso después de su muerte.

El alma digital adopta la forma de un perfil personal compuesto por nuestra información digital, que puede utilizarse para entrenar a una IA a crear un chatbot/avatar que nos represente.

Algunos autores también plantean hipótesis sobre el origen y el éxito de la búsqueda de la inmortalidad digital.

A nivel individual, las motivaciones suelen provenir de la pérdida de un ser querido o de la proximidad de la propia muerte. En el plano social y colectivo, existe un intento por parte de las empresas de explotar el vacío creado entre la necesidad de espiritualidad de la población y la insuficiencia de las religiones tradicionales: de este modo, las tecnologías digitales prometen una nueva solución al «viejo» problema de la inmortalidad del alma. Aquí nos tenemos que detener forzosamente; sabemos (o tal vez no) que ALMA significa "La parte no corpórea del hombre".

La palabra alma deriva del griego ánemos 'viento', 'soplo' y, por tanto, 'aliento'. De su significado original, que relaciona la vida con la función biológica de respirar, pasó a indicar ese principio que está en el origen de los pensamientos, los afectos, las pasiones y la conciencia moral del hombre. En las concepciones religiosas, el alma es la parte espiritual e inmortal del hombre: en el Antiguo Testamento, es la vida que Dios insufla al primer hombre en el momento de la creación. El término ha sufrido un proceso de secularización, es decir, ha ido perdiendo su significado religioso o sobrenatural, para adquirir uno meramente psicológico. Comprendiendo esto es difícil entender que las tecnologías digitales piensen dar solución a la inmortalidad del alma, por lo menos es lo que yo creo.

En su relato, Riesewieck y Block también reflexionan sobre las implicaciones ambivalentes que estas tecnologías pueden tener para los individuos y la sociedad. Por un lado, los beneficios residen en la posibilidad de salvar la memoria personal y colectiva, de decidir cómo ser recordado, de consolar a los familiares del fallecido. Por otro lado, las dudas se refieren a los efectos psicológicos negativos de la falta de duelo, el sentimiento de alienación en el caso de los defectos de los chatbot, la pérdida de la capacidad de recordar, la redefinición de la identidad personal y la explotación del duelo con fines comerciales. Y esto sin pensar a las consecuencias que podrían sucederse tratándose de niños y/o adolescentes.

Los autores nunca se pronuncian totalmente a favor de una u otra postura, sino que alternan la curiosidad y la admiración con la crítica y el escepticismo.

Aunque las distintas tesis que he leído están dispersas a lo largo de cada relato, la conclusión resume su lectura del «mito» del alma digital: el concepto de alma recobra su centralidad con las tecnologías, aunque sigue siendo imposible de replicar por completo digitalmente.

En palabras de los autores, este fenómeno sería "El renacimiento del alma. El renacimiento bajo una nueva apariencia de un concepto muy antiguo de la humanidad". (2)

Además, las tecnologías de la inmortalidad digital abren otras cuestiones que hasta ahora sólo se insinúan, por ejemplo, el respeto a la intimidad y a las decisiones de las personas fallecidas, el derecho al olvido o la aparición de una nueva religión centrada en la IA.

Todo ello da la idea de que el de la inmortalidad digital es un tema extremadamente vasto y complejo, además de difícil de anticipar por completo debido a la velocidad e imprevisibilidad del desarrollo tecnológico (baste pensar en los nuevos escenarios abiertos recientemente por la IA generativa).

La de Riesewieck y Block es, por tanto, una primera investigación que no puede ser exhaustiva ni definitiva, pero que arroja luz sobre un fenómeno sólo aparentemente lejano, a través de una panorámica de las principales tecnologías y de sus posibles implicaciones ético-sociales y filosóficas.

Como también se subraya en el ensayo, el tema reaviva viejas cuestiones filosóficas (¿existe el alma? ¿Hay vida después de la muerte?) y plantea otras nuevas (¿es posible un alma digital? ¿Cómo cambian el duelo, la memoria, la identidad, la vida misma si podemos vivir eternamente y nada se olvida sino que se guarda digitalmente?).

La filosofía vuelve a ser una herramienta útil de la que partir o a la que volver para interrogar a estas tecnologías, responder a viejas preguntas y plantear otras nuevas.

Hacia la "resurrección digital y la vida eterna", cómo la inteligencia artificial devolverá la vida a nuestros seres queridos.

El avatar de la persona fallecida altera los recuerdos

La resurrección digital es un intento de preservar la memoria, de mantener la presencia de quienes hemos perdido. Pero la memoria humana no es estática: selecciona, cambia, se desplaza y se adapta. Al recrear digitalmente a una persona, corremos el riesgo de alterar nuestros auténticos recuerdos de ella. ¿Es ético mantener una representación artificial de alguien, en lugar de dejar que su memoria evolucione y cambie con el tiempo?

La identidad de una persona es un complejo entramado de experiencias y relaciones. Cuando intentamos recrear a alguien, podemos pensar que estamos tratando de capturar su identidad. Sin embargo, es más probable que creemos una versión idealizada de ellos, conforme a nuestras propias expectativas y deseos.

Los robots y avatares de nueva generación parecen capaces de proporcionar, tras un cierto distanciamiento, una buena dosis de consuelo, al menos momentáneo, a quienes se enfrentan a la muerte de un ser querido. Pero son muchas las perplejidades que surgen - en los frentes ético, filosófico y jurídico

En el episodio de 2013 de Black Mirror Back to Me, el encuentro entre una chica y el bot (más tarde robot) de su novio fallecido en un accidente de coche parecía bastante futurista. En definitiva, ciencia ficción. Hoy, la creación de réplicas realistas de nuestros muertos es una realidad, gracias a la sofisticación de los modelos de lenguaje generativo de que disponemos. Y no sólo es real, sino que ya es un negocio, por ejemplo en China.

Stéphane Allix habla en su libro «La muerte no existe», publicado en Francia. Hablar (de verdad) con los muertos, cómo la inteligencia artificial cambiará el duelo.

Pionera en este sentido es la experiencia de Eugenia Kuyda, una startup rusa que, allá por 2016, revivió virtualmente a su amiga muerta gracias a una app, Replika AI. Se trata de un bot capaz de «absorber» la personalidad de su interlocutor: ella le alimentó con todas las conversaciones que había mantenido con la chica, obteniendo un clon virtual de ella.

En 2020, se hizo viral un vídeo en el que una madre se reencontraba con su hija de 7 años, fallecida tres años antes. Mediante captura de movimiento, se grabaron los movimientos de un actor infantil y luego se utilizaron para animar a la «Nayeon virtual».

De la inteligencia artificial un consuelo para afrontar la muerte y la pérdida, podríamos tomarlo como un chiste de mal gusto, pero también como una verdad que podría ser un abismo.

La inteligencia artificial parece capaz de proporcionar, tras una cierta alienación, una buena dosis de consuelo, al menos momentáneamente. Pero son muchas las perplejidades que suscita, como dije anteriormente en los frentes ético, filosófico y jurídico.

Una de las principales implicaciones filosóficas de la resurrección digital es que cuestiona el significado real de «ser». Al recrear la voz o la imagen de alguien que ha muerto, podemos creer que de algún modo estamos prolongando su existencia. Aunque, por supuesto, la esencia de un ser humano es algo más que un conjunto de respuestas programadas o una imagen en una pantalla. Y parece poco probable, al menos de momento, que una simulación digital pueda captar la profundidad y singularidad de la experiencia, las emociones y los pensamientos de una persona.

Reflexionemos por favor sobre los usos de estas tecnologías que inconscientemente nos están llevando a disminuir nuestras capacidades humanas de pensamiento abstracto y evitemos nos devuelvan al pensamiento lógico concreto que los adultos hemos abandonado hace mucho.


Referencias:

M. Riesewieck, H. Block, El fin de la muerte. La vida eterna en la era de la inteligencia artificial, Edizioni Tlon, Città di Castello (PG), 2023.

1. M. Riesewieck, H. Block, El fin de la muerte. La vida eterna en la era de la inteligencia artificial, Edizioni Tlon, Città di Castello (PG), 2023, pp. 29-30.

2. Ibid, p. 368.

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