Sí, es contra los hombres y sus privilegios

Una opinión con reflexión en torno al tema de estos tiempos: las reivindicaciones de género, hacia una sociedad más igualitaria.

Emiliana Lilloy

Imaginar que alguno de los candidatos presidenciales que hoy se disputan el poder en Argentina renunciara a su candidatura por considerar simbólica y materialmente injusto que no tengamos ninguna candidata mujer, sería un acto heroico e imposible. Es que el poder y los privilegios no se renuncian. Se ejercen, se disputan, se mantienen el máximo de tiempo posible, pero jamás se ceden o comparten por altruismo.

En cambio allá por 1851 el diputado del parlamento inglés John Stuart Mill, (casado con la feminista Harriet Taylor) si realizó un acto heroico, no solo abogando por el sufragio femenino sino también renunciando mediante una declaración pública a todos los privilegios y prerrogativas que le otorgaba el contrato de matrimonio sobre Taylor.

Los hombres de la época de Stuart Mill eran muy conscientes de los privilegios que los varones tenían sobre las mujeres y por eso se afanaban en ridiculizarlo cuando él las defendía y en justificar la inferioridad femenina por cualquier medio para poder sostenerlos. Además, las mujeres que luchaban por sus derechos eran constantemente estigmatizadas y castigadas por sus familias y allegados/as como traidoras de la familia.

Lo mismo pasa hoy en día con otros privilegios no tan evidentes o visibles (por no estar en la ley) y que los varones no están dispuestos a renunciar.

Por eso, como en aquella época, reírse de los reclamos o estigmatizar la lucha por los derechos o por el cese de esos privilegios es una buena estrategia para conservarlos. Una de esas herramientas es culpabilizar a las mujeres por reclamar y convencerla de que ese reclamo implica estar en contra de los hombres o traicionarlos.

Así, cuando las mujeres defendemos nuestros derechos o reclamamos por los espacios que nos han sido arrebatados, no falta algún varón que comienza sentirse ofendido y reclama que "no les hagamos lo mismo que nos han hecho a nosotras" o alguna mujer que por miedo a ser rechazada o "mal interpretada" aclara que quiere la igualdad pero que "no es contra los hombres"

Sucede, que sí es contra ellos, o contra los privilegios que se han arrogado a lo largo de la historia y que hasta hoy ostentan. ¿Hoy privilegios? Basta ir a votar y darnos cuenta de que los cinco candidatos a presidente son varones y nadie dice nada ni nos parece raro. Pero los privilegios son muchos más y para muestra sobra un botón.

Maquiavelo enseñaba que la historia era una compañera ineludible para la política, es decir, para el arte de conquistar, conservar y acrecentar el poder (que hoy ostentan los varones). Entonces, es importante aprender de la historia que nos cuentan Taylor y Stuart Mill, y no caer nuevamente en la trampa de ser ridiculizadas o estigmatizadas como enemigas en nuestras conquistas.

Saber por ejemplo que detrás de cada candidato hay muchas mujeres capaces a las que no les dieron la oportunidad del cargo o no lograron conquistarlo por causa de esos privilegios, de los cuales constantemente niegan la existencia con el afán de sostenerlos. Visibilizar esto y otras situaciones sin miedo a ser estigmatizadas, porque es justamente la estrategia del estigma la que permite que las cosas no cambien. Asumir que disputar el espacio de poder tiene sus costos y uno de ellos es la incomodidad de los varones a quienes no podemos seguir complaciendo (como nos han enseñado).

Aprender por fin que no habrá más actos heroicos como el de Stuart Mill, porque la historia también nos enseña que nunca nos concedieron nada y que todo lo que hoy tenemos, lo hemos conquistado nosotras.

Emiliana Lilloy-Abogada

Directora de la Diplomatura en Género e Igualdad

 Vicepresidenta de la Comisión de Género-Colegio de Abogados de Mendoza

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