La terminología que atrasa: ¿cuántas mujeres hemos 'vaciado' en el sistema de salud?

Emiliana Lilloy propone "desmantelar los estereotipos de género y promover una visión más inclusiva y respetuosa de la salud femenina".

Emiliana Lilloy

El mes de mayo es conocido por las campañas de concientización contra el cáncer de ovarios, sirviendo estas para visibilizar problemáticas propias de la mitad de la población antes no tenidas en cuenta.

Sin embargo, un recorrido incluso superficial sobre la manera en que abordamos las patologías femeninas nos devuelve el reflejo de que la percepción social de estas no escapa a las visiones estereotipadas del mundo, que sostienen las desigualdades y prejuicios hacia las mujeres.

Un ejemplo claro nos lo da la tan conocida y repetida frase "a tal amiga la vaciaron" o "me vaciaron", en el caso de mujeres que se someten a cirugías ginecológicas como la histerectomía. Es que la frase "me vaciaron", que se usa coloquialmente para describir la extracción de los órganos reproductivos femeninos, no solo es despectiva, sino que también subraya una visión reduccionista de la identidad femenina, vinculándola exclusivamente a la capacidad de procrear.

Y es que al referirnos a la extirpación de órganos reproductivos como "vaciar", reforzamos la noción de que la función principal de una mujer es la reproducción, ignorando las múltiples identidades, elecciones y roles que las mujeres podemos tener más allá de la capacidad de tener hijos/as. La frase "me vaciaron" implica entonces, una pérdida total de valor y función, sugiriendo que la persona se ha quedado vacía y carente de su esencia.

Esta terminología usada respecto de la extracción de los órganos reproductivos hace evidente los prejuicios asociados a las mujeres y entra en contraste a cuando se extraen otros órganos, como el apéndice o la vesícula biliar, caso en que no se utiliza un lenguaje tan cargado de connotaciones negativas, refiriéndose simplemente a que "se ha extraído un órgano del cuerpo".

Ahora bien, alguien podría decir que esta forma de referirnos a la extracción de los órganos reproductivos es lógica o estaría justificada, si se considera que los órganos reproductivos son centrales para la conservación de la especie (considerado esto como un valor en sí mismo o como el sentido de nuestra existencia).

Sin embargo, la frase "me vaciaron" o "te vamos a vaciar" no tiene un equivalente masculino. Por ejemplo, la extirpación de la próstata o los testículos, aunque también son procedimientos invasivos y significativos para la reproducción, no suelen describirse en términos que sugieran una pérdida total de identidad o valor, y menos aún se refiere a la extracción de ellos como un vaciamiento de la persona.

Entonces la pregunta central es ¿por qué cuando a un varón se le extirpa un órgano que impide su reproducción no se le dice que se lo ha vaciado y a una mujer si, incluso cuando las mujeres experimenten una histerectomía en edad no reproductiva?

La respuesta es bastante obvia y no solo refleja un sesgo de género en la forma en que se perciben y describen los cuerpos, las cirugías y los roles de hombres y mujeres, sino que nos muestra que, lejos de tratarse de una cuestión terminológica, su reproducción tiene una fundamental relevancia en la salud de las mujeres.

Esto último, porque sabemos ya hace años que en el ámbito de la salud el lenguaje juega un papel crucial en la percepción y el bienestar de las/os pacientes. En este sentido, es claro que la terminología utilizada, es decir, la frase "te vamos a vaciar" puede exacerbar el trauma emocional que ya provoca cualquier operación por si sola.

Así, un lenguaje clínico como "tuve una histerectomía" o "me extirparon los ovarios" no sólo es más neutral y centrado en el procedimiento médico, sino que puede ayudar a normalizar la experiencia sin añadir una carga emocional negativa. Por eso es crucial que los/as profesionales de la salud sean conscientes del impacto del lenguaje y trabajen para fomentar una comunicación que respete la dignidad y la identidad de las mujeres, ya que al desafiar y cambiar el lenguaje que usamos para describir estos procedimientos, podemos empezar a desmantelar los estereotipos de género y promover una visión más inclusiva y respetuosa de la salud femenina.

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