Con el RIGI, Vale estaría funcionando
El diputado provincial Guillermo Mosso defiende la adhesión de Mendoza al RIGI.
Vamos a contar una historia. Nos situamos en 2008 cuando la empresa brasileña Vale do Rio Doce (Vale) le compra a la anglo-australiana Río Tinto, el proyecto Potasio Río Colorado (PRC) para la explotación de este mineral a gran escala. Con los estudios de prefactibilidad e impacto ambiental inciados, Vale le da un gran impulso a este proyecto, que fue iniciado en 1978 por la empresa TEA de capitales nacionales.
Si bien el proyecto tenía su epicentro en Malargüe, generaba un impacto sobre cinco provincias (Mendoza, Neuquén, Río Negro, La Pampa y Buenos Aires). El mismo tenía una inversión inicial de U$S 6.000 millones, de los cuales Vale erogó U$S 2.229 para realizar el 45% de las instalaciones previstas. Distintas situaciones económicas como la inflación, el estancamiento del tipo de cambio oficial, el cepo cambiario, las crecientes exigencias de obras solicitadas por jurisdicciones donde el proyecto impactaba, entre otras, elevaron a casi U$S 12.000 el monto del proyecto según la empresa.
El gobierno de Cristina Fernández Kirchner no accedió a otorgar exenciones impositivas y facilidades cambiarias que permitieran mejorar la viabilidad financiera y económica del proyecto que estaba en fase temprana. Un proyecto pensado para décadas, pero que apenas empezaba a arrancar, quedaba mortalmente herido por la coyuntura del momento. El resultado: en el último trimestre de 2012, se paraliza el proyecto y en marzo de 2013 se confirma la suspensión definitiva, con un importante perjuicio para los más de 4.000 puestos de trabajo directos e indirectos involucrados y por supuesto para toda la economía mendocina, especialmente en el sur.
Un proyecto que recorrió 30 años para empezar a producir, con U$S 2.300 millones de infraestructura sin uso que están enterrados y que hoy reformulado por sus nuevos dueños para adaptarse a un mercado que cambió, producirá un 15% de lo previsto originalmente.
Si el RIGI hubiera existido en esos años, hoy Vale estaría trabajando a todo vapor en Malargüe.
Por eso se necesita el RIGI. Porque Argentina y Mendoza tienen que aprovechar la oportunidad de que los sectores contemplados sean verdaderos motores de crecimiento. Que traen inversiones de capital intensivo, con plazos de repago largos y que requieren de incentivos impositivos, aduaneros, cambiarios y estabilidad fiscal. Las mismas reglas de juego con las que se entró.
Por eso son grandes proyectos. Que vienen con financiamiento calzado, en un contexto en el cual el acceso al crédito para la Argentina, tanto público como privado, está prácticamente cerrado. Locomotoras que una vez que arrancan y toman ritmo, no pueden parar, aunque la situación económica fluctúe. Sencillamente porque tienen que repagar el capital invertido a inversores y financistas, y eso se logra solo con una operación en marcha. Y ahí vendrá la oportunidad para el desarrollo de proveedores locales, para nuestras empresas y pymes suministrando bienes y servicios. Los vagones que se acoplen a la locomotora que empuja y tracciona.
Por eso que los senadores mendocinos recuerden hoy a la hora de votar, que, si Mendoza hubiera tenido una oportunidad como el RIGI, Malargüe y toda la provincia estarían beneficiándose con Vale y otra sería la historia. No dejemos pasar otra vez una locomotora.