Asalto al poder: ¿qué pasa puertas adentro de la Casa Rosada?

Tras la fuerte derrota del Frente de Todos el domingo en las Primarias (PASO) cruje el trío que se unió solo para ganar, pero que no logra atinar para cambiar la realidad del país desde el ejercicio del poder. Algunas claves para entender lo que está pasando.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El Frente de Todos, un trío de sectores vinculados al peronismo muy diversos, unos con más poder que otros, compuesto por Cristina Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández (en orden de estructura, territorio y organización), está haciendo su propia lectura del mensaje que les dio la ciudadanía en las urnas. No hay coincidencias en ese trío que nació para volver al poder, ya que divididos no lo hubieran conseguido

Sin embargo la primera impresión política propia que parecen no estar haciendo al atomizarse ahora con las presiones de unos hacia otros para definir quiénes forman parte del Gobierno y quiénes se tienen que ir es que el domingo, unidos y todo, perdieron. La sociedad les quitó la confianza.

¿Lo que pidieron los votantes realmente es que querían cambios de nombres en el gabinete? Lo más probable es que el país esté sintiendo en sus propios huesos la desazón por la ausencia de un plan económico superador a la gestión de Mauricio Macri que -tal como el Frente de Todos nos contó en la campaña presidencial- había fracasado en ese sentido.

Renuncias simbólicas para que se vayan otros (y no sólo Guzmán y Cafiero)

Es raro pensar que desde el núcleo central de la alianza gobernante estén creyendo que los votantes emitieron el sufragio interesados en el rompecabezas del frente gobernante, cuando en realidad el asunto nodal es que ni están las heladeras llenas ni se volvió a comer asado el fin de semana: la inflación sigue igual de cabalgante que en el gobierno al que habían convencido de que había que desalojar.

Hay otros dos datos que emergen del análisis:

1- El peronismo se está yendo, antes por goteo y ahora de a borbotones, del Partido Justicialista. Toda la galaxia política está llena de reivindicadores ortodoxos de Juan Perón que creen que el kirchnerismo ha tomado la manija de la estructura partidaria produciendo una especie de efecto "devolución de favores" de cuando el propio General, en sus últimos días, echó de la Plaza de Mayo a los Montoneros.

2- Lo que está sucediendo en el Gobierno, siempre confundiendo Estado con instrumento partidario, se parece más a un asalto al poder que a un reacomodamiento como respuesta al "mensaje de las urnas". Lo que pasó el domingo es que se definió -como sucediera con el rechazo a Macri en las Primarias (PASO) de 2019- que en noviembre pueden ser condicionados notablemente por un Congreso revisor de acciones y peor que eso (para el kirchnerismo componente del trío gobernante): acusador por deudas del pasado que se esperaban saldar desde el ejercicio del poder, algo que se ha ido demorando con el paso de los meses de la actual gestión de Alberto Fernández. 

Y un dato más de esto último: dentro del Frente de Todos, cuando algunas figuras se miraron en el espejo electoral, se vieron fuera del plan que venían pergeñando para las candidaturas en proceso rumbo a las renovaciones ejecutivas en todo el país. La gente ya tachó a numerosas figuras que estaban esperanzadas en suceder a un Fernández que hasta había deslizado la posibilidad de su propia reelección.

Presentaron la renuncia todos los funcionarios kirchneristas del Gobierno

Axel Kicillof fue desautorizado por el electorado y, con él, el castigo llegó a la máxima dirigencia del kirchnerismo, del massismo y también a la vinculada a los funcionarios del Presidente, quien ha intentado y no conseguido armar un grupo solido y con poder a su alrededor.

Si bien eso ya sería suficiente para el centralismo político argentino que se mira el Conurbano como si fuera su ombligo, en el país se desencadenó un efecto dominó que pone en jaque la continuidad en la cima del poder.

De aquí que la situación es compleja. Antonio Cafiero -abuelo del vapuleado Santiago, el hoy alter ego del Presidente- decía, cada vez que se advertía en torno a los gritos de disonancia interna del peronismo, que ellos actuaban como los gatos. "No estamos peleando; nos estamos reproduciendo" era la frase que originaba una carcajada y con la cancelaba repreguntas en torno a algunas de las furiosas batallas intestinas. Hoy -más allá o más acá de los deseos y propuestas sexuales de la perdidosa Victoria Tolosa Paz- pareciera invertirse: no, no se están multiplicando sino que agitan tambores de guerra.

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