Que nos mueva el deseo de cambiarlo todo

"Necesitamos poner más foco que nunca en la lucha contra la violencia, capacitar incansablemente para que cada ciudadano/a y cada funcionaria/o comprenda la gravedad y los mecanismos de este flagelo".

Emiliana Lilloy

La provincia está de luto, la niña Florencia Romano fue asesinada. Una marcha multitudinaria pidiendo justicia, suspensión de actividades en todos los ámbitos, conferencias de prensa y las redes inundadas de sentimientos de impotencia, tristeza y reclamos a nuestras autoridades y a la sociedad misma para que se tomen acciones, políticas, que se resuelva su crimen y sobre todo, para que por fin las cosas cambien.

Cada padre o madre sabe, supo, que Florencia puede ser su hija. Que tanto los mecanismos por los cuales Florencia fue engañada y luego asesinada, las personas que la asesinaron, como también las estructuras sociales que lo hicieron posible, están ahí asechando a cada una de nuestras familias y a nuestros seres queridos.

Ante tal injusticia y el terror que provoca ver y sentir en la piel propia que un crimen de estas características puede ser posible, que puede suceder un nuestra sociedad sin que podamos articular herramientas eficientes para evitarlo, nos ha puesto en una posición de alerta y fragilidad tal, que nos lleva hasta el punto de discutir en distintos ámbitos valores o ideas que teníamos como ciertas e inalterables y que hoy vemos tambalearse ante la gravedad de los hechos y la injusticia que sentimos cada mendocina/o.

La sociedad quiere ser escuchada, "nos mueve el deseo de cambiarlo todo". Esta frase, que ya es un lema feminista, nos invita a pensar ¿qué es lo que debemos cambiar? ¿Qué es lo que estamos exigiendo y por demás, qué es lo que nosotras mismas debemos llevar a cabo para que esto suceda?

Vivimos en sociedades que sexualizan constantemente a las mujeres y niñas. Estamos permanentemente expuestas/os a publicidades, películas, programas de televisión en donde la mujer es un objeto de belleza, de intercambio, de uso y negociable. Símbolos en donde el sexo o nuestra sexualidad es parte de un mercado macabro. Tememos que en las escuelas se enseñe a nuestras/os hijas/os educación sexual integral (ESI) para que sepan sobre sus cuerpos y conozcan las estructuras reales en las que vivimos, y no un mundo de fantasías que promueve tabúes y propician la creencia en el amor romántico que no tiene límites.

Necesitamos con más urgencia que nunca el apoyo de nuestros gobiernos para articular campañas de prevención, para construir un imaginario que deje de promover estas aberrantes situaciones. Necesitamos poner más foco que nunca en la lucha contra la violencia, capacitar incansablemente para que cada ciudadano/a y cada funcionaria/o comprenda la gravedad y los mecanismos de este flagelo. Porque sabemos que el asesino, este y tantos otros, son un ciudadano de a pie que se siente avalado por las estructuras sociales que entiende justifican su conducta y ve un campo fértil para llevar a cabo sus acciones.

Con todo esto, demás está decir que necesitamos que se haga justicia por Florencia, que no exista impunidad ante estos crímenes y que sus atacantes respondan ante la sociedad. Nos queda esencialmente, con mucha tristeza, acompañar a su madre y padre, como a todos sus seres queridos en este dolor inimaginable, y comprometernos con ellos/as a luchar porque se haga justicia.

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