Entreversos y conversas: los dueños de la paridad no tienen nacionalidad
"Es momento de hilar fino en los usos políticos de nuestras reivindicaciones feministas, entre nosotras, entre nosotros, y entre nosotres. Nos merecemos no sólo andar sin miedo en las calles, sino mucha audacia para ocupar los lugares y territorios con coherencia y libertad", escribe en esta nota Verónica Piñol.
Por estos días me encuentro habitando un territorio ajeno a mis entrañas pero cercano a mis venas y herencias familiares catalanas. Me encuentro en Riudoms, un municipio de la provincia de Tarragona, España, que según datos de 2017 su población era de 6515 habitantes. Está situada a unos cinco kilómetros de Reus, la capital del Bajo Campo, a una altura de 126 metros, aunque la altura de su término municipal está entre los 50 y 210 metros sobre el nivel del mar. Reus es un municipio y ciudad de la provincia de Tarragona, comunidad autónoma de Cataluña, España, capital de la comarca del Bajo Campo, su población asciende a 106 741 habitantes. Entre ambas hay un cruce de caminos e historias.
Como argentina y en los primeros pasos de migración voluntaria en este pueblo, me apunto a una convocatoria de vecinas del pueblo para escuchar sus demandas y necesidades. Como en todo proceso de organización social y popular son pocas las que asumen el compromiso de llevar reivindicaciones de géneros y diversidades por estas tierras, porque hay un patriarcado de alta intensidad que recorre las callecitas cuál olor a rancio que penetra los huesos.
Como en algunos lugares de Mendoza, por este mayo hay elecciones municipales también por aquí. Noticia que llega a mis oídos por mis compañeras españolas.
Llegó puntual a la convidada y advierto que de este lado también los horarios son según la cara del cliente, pero la espera tenía una razón y era que estábamos organizadas para darle la bienvenida a la primer candidata mujer de ese lugar.
La paciencia duró poco más de media hora y esa ilusión se perdió, porque la candidata nunca llegó. Cada una de las vecinas venían con su cuadernito a contarle a la futura alcaldesa la importancia de la atención de un plan de igualdad para atravesar la perspectiva de géneros y así evitar las violencias que nos atraviesan y circulan de aquel y de este lado del charco.
Hoy en estos domingos medio raros, medio partidos entre este país y aquel que me parió, leo en el diario del pueblo que estos comicios del 28M estarán marcados por la alta presencia femenina del total de 12 candidaturas, ocho están encabezadas por mujeres, es decir, más del 66% y, con toda seguridad, esta será la primera vez que Reus y Ruidoms tendrá una alcaldesa. En cambio, en las anteriores municipales, solo eran mujeres cuatro de los 12 alcaldables (el 33%).
Como mi corazón está en Mendoza, es inevitable pensar a mis compañeras que pese a la ley de paridad, están aún con el GPS patriarcal de quién lidera el mapa territorial, porque salirse de coordenadas se paga muy caro y es mucho el esfuerzo de patear el tablero, perdiendo años de triple esfuerzo y militancia.
Ante este acto de paciente entrega, en aquel invite, me surgieron muchas preguntas por cierto, pero lo que me sigue latiendo fuerte es la necesidad constante que tenemos las mujeres de pedir permiso para ocupar lugares que son nuestros. Y no sólo eso, sino qué le hizo pensar a esta candidata alcaldesa que si iba a esta conversa, perdía tiempo y votos.
Es momento de hilar fino en los usos políticos de nuestras reivindicaciones feministas, entre nosotras, entre nosotros, y entre nosotres. Nos merecemos no sólo andar sin miedo en las calles, sino mucha audacia para ocupar los lugares y territorios con coherencia y libertad.
Por cierto, mis hermanas españolas ya tienen un Plan B. Y no dudo que en las entrañas de mis coterráneas pulse por salir una ética que las impulse habitar con justicia lo que se merecen. A por ello.
Fuentes consultadas:
