Lo que creó Néstor no fue igual a lo que alimentó Cristina

El momento en que ganó Néstor Kirchner lo obligó a superar su condición minoritaria. Lo hizo exitosamente abriendo el diálogo, sumando a sectores a la "transversalidad". Su esposa y heredera hizo todo lo contrario. Son distintos dentro de un espacio en común.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

El próximo 25 de mayo, cuando el país celebre el Primer Grito de Libertad con el gobierno patrio creado en 1810, el kirchnerismo celebrará otra cosa y confirmará su pulsión por crear un relato histórico paralelo y personal, fantasioso en algunos aspectos y auto épico, siempre.

Un 25 de mayo de 2003 asumía Néstor Kirchner como presidente, tras ser elegido ante la renuncia a continuar en la batalla electoral de parte de Carlos Saúl Menem de continuar la batalla que había ganado, aunque no con lo suficiente para imponerse, en la primera vuelta.


Lo que creó Néstor no fue igual a lo que alimentó Cristina

Allí comenzó un proceso político al que se llamó "kirchnerismo", término que suele extenderse al hablar de su dos veces sucesora, su esposa Cristina Fernández, pero que, sin embargo, reconoce perfiles muy distintos, aunque en los objetivos de aglutinar la hegemonía del poder político haya coincidencias.

Kirchner necesitó ampliar la base de respaldos a su gobierno, atento a que obtuvo cerca de 22% de los votos, entre una quinta parte y un cuarto del electorado, en un país que venía del "que se vayan todos", el interinato de 5 presientes y el gobierno de un presidente que había perdido: Eduardo Duhalde, que solo accedió a la primera magistratura por una cuestión de Libreta de Enrolamiento, ya que era el senador más viejo, aunque había sido derrotado en las elecciones de 1999 por el derrocado Fernando de la Rúa.

Por el contexto, Kirchner armó la "transversalidad", fue práctico y lo ayudó la situación internacional favorable económicamente a la Argentina. 

Su viuda no. Cristina Fernández se cerró en sus propias convicciones y hasta se independizó -podría decirse- del Partido Justicialista, al que subordinó a sus ideas y necesidades. Es cierto que Kirchner también buscó "domar" a lo que llamaba como "el pejotismo", la estructura partidaria, ya que solo pudo acceder al diálogo con los gobernadores feudales del peronismo gracias a que un mendocino, Juan Carlos Mazzón, le fue abriendo sus puertas.

Chau, chau, adiós: el show pobre de CFK en TV

Pero CFK concentró el ideologismo en sí misma, solo modificando sus matices de acuerdo a sus estados de ánimo o conveniencia. Unas veces más maoísta, con la influencia de Carlos Zannini; otras más pro ruso, por su seducción hacia Vladimir Putin; otras más chavistas y en algunas oportunidades en competencia por el cartel de "popular" con él; castrista en unas oportunidades y émulo de Evita en otros. Fue dueña de un péndulo corto, que se movió solo de un lado, pero se movió.

Por televisión, en el canal de sus socios (C5N) podría haber analizado el período completo de kirchnerismo/cristinismo sobrevolándolo y, tal vez, reimpulsándolo. Pero la evidencia da cuenta de que no supo, no quiso o no pudo generar una sucesión en sus "pibes y pibas" de La Cámpora. Tímidamente asoman los fieles acólitos, solo bajo su mirada pero nunca con capacidad de reemplazar al matrimonio de "pingüinos": si no es Wado de Pedro, es Axel Kicillof, y en caso remanente, Andrés Larroque. El hijo, Máximo, no reuniría las condiciones para heredar el mando, sino que solamente demuestra condiciones para la rosca que, en este momento, lo acercan más al referente local del Partido Republicano estadounidense, Sergio Massa, que a "Juan Domingo Biden" de Alberto Fernández y ni qué hablar de los Castro, Chávez, Lula entre otros pares aceptados por la matriarca.

El fin del ciclo es el momento en que se autodegluten. Y lo hacen con soberbia, la peor de las pestes que puedan afectar a un político. Cristina Fernández no quiere compararse con Néstor Kirchner y por ello casi ni impulsa la exaltación o revisión de su conquista del poder hace 20 años, y es muy posible que solo lo reinterprete a su manera en el discurso que dará el próximo 25 en la Plaza de Mayo.

La vicepresidenta es quien demostró que no tiene capacidad ni fuerza para remontar el final de ciclo y lo ratificó en su show de TV en el que avisó a los que no tienen comprensión lectora de que no será candidata porque si lo fuera, perdería.

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