Minería: ¿quiénes no escucharon ni respetaron "la voz del pueblo"?
La opinión de Memo, que permite que hayan otras en sentido diferente e inclusive contrario, pero que esconde la propia.
Apenas Mendoza sancionó en su Legislatura provincial las modificaciones a la ley 7.722, ley elaborada en su momento "entre gallos y medianoche" por miedo a las movilizaciones sociales, e imperfecta a la hora e mostrar seguridad jurídica para la economía y la sociedad, los sectores políticos y activistas que se oponían implementaron un plan de acción de generación de caos, señalando que es una especie de "castigo" porque, desde su punto de vista, "el pueblo no fue escuchado".
Claro que consideran "pueblo" solo al círculo que coincide sin fisuras con sus posiciones y conceptos, y dejan fuera a los que piensan y entienden esta modificacón de otra manera, ya sea como problema o como solución.
Los manifestantes han trazado una línea que los divide del resto de la sociedad que disiente o los ignora, y eso les quita legitimidad, porque las formas y los ámbitos son otros. ¿Qué democracia hay en que "de prepo" te obliguen a pensar como otro y que, si no es así, todo el resto "está equivocado" o bien "pagados por alguien" para que eso sea así?
No aceptan su condición de minoría decidida en las urnas, con voto universal y secreto, y ostentan de una condición de "iluminados" de la que se han autoconvencido, con apoyos simbólicos de íconos elegidos para la ocasión y fundamentos que jamás usaron para cuestionar la contaminación de cauces y napas que hoy -y no en el futuro- se está produciendo.
La democracia se ejerce en las urnas y los partidos políticos que promueven el caos en las calles y las rutas porque perdieron, no ingresaron en las últimas elecciones legisladores porque la ciudadanía no los acompañó. Un dato singular es que nunca antes en la historia, con tanta claridad, dos candidatos a la gobernación fueron tan claros al proponer este cambio en la legislación minera como sí lo fueron Rodolfo Suarez y Anabel Fernández Sagasti. Y juntos acumulan el aval de más del 80 por ciento de la ciudadanía.
La Legislatura, ¿escuchó o rechazo "la voz del pueblo" en las urnas?
Allí radica la legitimidad democrática real y masiva, y no la fantasía de las redes sociales, la acumulación de likes o la prepotencia de las movilizaciones.
Por supuesto que a partir de ahora la responsabilidad de las mayorías es no defraudar a nadie, ni a los que los acompañaron ni a quienes disienten. Lo prometido, es deuda. Y así como cumplieron con la promesa electoral de generar una legislación que permita ampliar la matriz productiva, ahora tienen que cumplir (y el deber ciudadano es exigirlo y monitorear que así sea) con lo previsto para que Mendoza no permita una actividad minera descontrolada como la que contaminó cinco ríos en San Juan, por ejemplo.
Hay mucha hipocresía circulante, tanto como deseos de obtener visibilidad a cualquier costo o de ganar sin fair play unas elecciones en las que ya fueron derrotados.
Y queda mucha tarea por hacer para que hoy -y no solo en el futuro- se consuma menos agua, se maluse en las fincas, se consiga con nuevos métodos y se gaste menos para producir nuestro emblema económico local: el vino. Hay que mejorar la huella de carbono en todos los aspectos y allí hay una tarea enorme en la que los verdaderos especialistas tienen aportes que hacer y quienes protestan, pueden volcar su energía en cambiar una realidad que parecen haber descubierto recién ahora, y no cuando la agricultura o el petróleo, o cualquier otra actividad humana, comenzó a dejar sus deshechos por todas partes.
Mendoza está en manos de todos, aunque discutamos y hasta "repudiemos". Pero nadie sobra.
Señalar a algunos con una marca es una actitud propia de los regímenes autoritarios que -deberían saberlo- no siempre han sido solo de derecha, sino también de izquierda, es el huevo de la serpiente.
Por eso el trabajo concreto vence a las consignas que, fomentando la anarquía, no aportan más que atraso o propulsan una "vuelta a los orígenes" cuando todavía no se ha inventado la máquina del tiempo.
El futuro nos espera a todos. El pasado es una enseñanza de la cual tomar nota. Aun, de la pasividad que se ha tenido frente a la contaminación o malgasto del agua que muchos sectores productivos que apoyan marchas antimineras han provocado.
Pero puede modificarse con aportes. Su llegada en mejores condiciones ambientales no se impide cortando una calle. Va a llegar igual.