Malargüe, minería y antiminería
El geólogo Eddy Lavandaio, conocedor de la actividad minera y divulgador de la Geología, opina sobre la discusión abierta en torno al desarrollo de Malargüe.
La audiencia pública realizada en Malargüe el pasado 14 de septiembre puso a consideración del público la Declaración de Impacto Ambiental del denominado Malargüe Distrito Minero Occidental antes de su tratamiento legislativo por parte de la Legislatura de Mendoza.
Para los que no son mendocinos debemos aclararles que, a diferencia de los que ocurre en cualquier otro lugar del país, en Mendoza la DIA emitida por la Autoridad de Aplicación Minera y Ambiental correspondiente a los proyectos mineros metalíferos, debe ser ratificada por Ley, lo que significa su aprobación o rechazo en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores.
En la mencionada audiencia pública, después de las presentaciones formales hechas por autoridades y funcionarios de Gobierno y de la empresa responsable de la iniciativa, se dio lugar a la participación de los asistentes al acto, en el Auditorio Thesaurus. A su término se abrió la participación de manera virtual a personas ubicadas en otros lugares, fuera del Departamento Malargüe, mediante una plataforma ad hoc.
En su gran mayoría, los asistentes al auditorio malargüino expresaron su conformidad o su acuerdo a la iniciativa presentada. Solo contamos cuatro personas que se manifestaron en contra, incluyendo a tres que lo hicieron portando banderas diferentes a la de la Nación Argentina.
Distinto fue el panorama que ofrecieron los participantes de la asistencia virtual ya que, aunque hubo muchos participantes que se mostraron francamente en apoyo del proyecto, hubo otros que se manifestaron en oposición no solo al proyecto presentado sino a toda la minería metalífera. Muchos de esos opositores se identificaron como miembros de las Asambleas por el Agua.
Nos llamó la atención que la mayoría de los que se oponen al desarrollo minero de Malargüe repitieran argumentos copiados de consignas, panfletos, videos y manuales que fueron expuestos, repartidos, y publicados en la primera década del presente siglo por organizaciones y activistas como la multinacional Greenpeace, la Pastoral Social de Bariloche, la Pastoral Social de San Carlos, Javier Rodríguez Pardo, Raúl Montenegro, Fernando Solanas, la estadounidense Global Response, y varios más, y que circularon profusamente por nuestro territorio, incluyendo parroquias y colegios, integrando algo que ellos mismos denominaron campañas de "concientización" ("Minería: Perón y después", Editorial Dunken, 2021).
Además, fue más sorprendente que varios de los opositores manifestaran que no son "antimineros" sino que se oponen a "cierto tipo de minería" a la cual le asignan un nombre que no figura en los libros de la materia (megaminería) para que nadie se de cuenta "a qué se oponen y a qué no se oponen".
Si lo que dicen fuera verdad, debieran poder explicar cuál es la minería con la que si están de acuerdo, mencionando cuatro o cinco ejemplos de minas metalíferas en actividad cuyo funcionamiento apoyan y no se oponen.
No lo han mencionado y es probable que nunca lo hagan porque los "manuales", los "videos" y las largas "conferencias" de los activistas antes mencionados solo enseñaban a oponerse.
En general los opositores de la minería tienen algo en común. Usan todo lo que la minería produce pero se oponen a que haya minería. Es una clara expresión de hipocresía ya que podemos compararlos con "activos militantes vegetarianos que comen carne todos los días".
Si no existe ningún interés particular detrás de la decisión de oponerse, cabe la posibilidad de que muchos de ellos no sepan que todo lo que tienen y todo lo que usan cotidianamente está hecho con minerales que los mineros extraen de la Tierra y proveen a las industrias.
En otras palabras, tal vez todavía no se dieron cuenta de que, gracias a las materias primas que aportan los mineros y a la tecnología que las industrializa, no vivimos desnudos y a la intemperie, sino en casas, con energía, con máquinas, vehículos y herramientas, con comunicaciones y con miles de cosas más que tenemos y usamos para el bienestar de nuestras familias y de la sociedad en general.
Sería conveniente terminar con las campañas destinadas a oponerse a que se produzcan los minerales que nosotros mismos usamos. Siempre será mejor y mucho más positivo para el desarrollo socio económico de la población, que quienes encuentren defectos en los proyectos presentados, los señalen y propongan su solución en lugar de practicar una lisa y llana oposición, atentando en contra de la creación de nuevas fuentes de producción y empleo que tanto necesitamos los argentinos.
EL AUTOR. Eddy Lavandaio, Geólogo. Matrícula COPIG 2774A. Miembro de la Asociación Geológica de Mendoza.