Massa se mira en el espejo del final de Alfonsín: ¿de nuevo "los pollos de Mazzorín"?
Algunos economistas creen que las nuevas medidas de Massa son un viaje en el túnel del tiempo a la época en que Alfonsín enfrentó a las empresas que aumentaban los precios y que, para bajarlos, compró los famosos "pollos de Mazzorín".
El esbozo de las medidas del gobierno nacional, cuya única cara visible ya es su ministro de Economía, Sergio Massa, está recordando a los más viejos y sobre todo, a los economistas, a los últimos tiempos de Raúl Alfonsín, atropellado por la inflación. La diferencia es que en aquellos años de finales de los '80, Carlos Menem ya había triunfado y generó una agitación tal que obligó al presidente (cuyo mandato era por entonces de 6 largos años y ya estaba desgastado al máximo) a renunciar 6 meses antes.
La imperdonable continuidad de Fernández
El economista Carlos Rodríguez fue festejado en las redes sociales por Javier Milei cuando publicó lo siguiente: "A esta gente se los está tragando el Túnel del Tiempo. Además de admirarlo a Alfonsín, están tratando de imitarlo en todo. Hasta en la hiperinflación. Ya llegan... después , la renuncia".
Dijo, con ello, varias cosas a la vez. Porque también recordó que el devaluado Alberto Fernández sostuvo en más de una oportunidad admirar al expresidente de la recuperación democrática, cosa por la que peronistas como Guillermo Moreno fue considerada poco menos que un sacrilegio. Que haya militado con Alfonsín es un dato menor, porque Fernández lo ha hecho con casi todos los sectores políticos: convicciones tan fuertes como efímeras.
Pero hay un dato de las medidas de hoy es la competencia del Estado contra los distribuidores y/o productores de alimentados, con los que acepta estar "en guerra". En esta nueva batalla tras la derrota de su pomposa incursión bélica contra la inflación, transformará al Mercado Central en importador de alimentos con arancel cero.
El Gobierno importará alimentos para competir con comercios y subirá la tasa hasta acercarse al 100%
Ya están los que recuerdan a los "pollos de Mazzorín", algo que muchos repiten sin saber qué representa la frase. Como ahora, deshilachado en sus últimos momentos, el gobierno de Raúl Alfonsín denunció un lock out de los productores de pollos que elevó su precio y generó desabastecimiento. Por supuesto: el peronismo gritó "¡hambre!". El conflicto era entre el gobierno, los productores y las grandes multinacionales del ramo que buscaban sostener altos los precios, según la versión de aquel gobierno.
Con una inflación que crecía exponencialmente y para intentar bajar los precios, Ricardo Mazzorín, entonces secretario de Comercio Interior (el cargo que hoy tiene Matías Tombolini) decidió importar 38 mil toneladas de pollo de Hungría.
Mazzorín guardó los pollos en frigoríficos alquilados, algo muy oneroso para el Estado. Del total importado, aproximadamente un 20% no pudo ser vendido, y se puso en mal estado. Las empresas enfrentadas al gobierno de Alfonsín cuando lo supieron hicieron circular el rumor de que había camiones que la casa Rosada hacía circular cargados de pollos podridos porque no sabían qué hacer con ellos.
La oposición peronista aprovechó la volada para embarrarle el final de su mandato a un alfonsinismo desgastado. Pero además agregaron sal y pimienta al mito nacido producto de la decisión de comprar alimentos en el exterior para enfrentar al empresariado local: dijeron que los pollos importados provenían de Chernobyl, la ciudad ucraniana que sufrió el mayor desastre nuclear de la historia.
Una comisión de la Cámara de Diputados comenzó una investigación al respecto. Estaba presidida por Alberto Pierri (PJ) secundado por Alberto Albamonte (UCeDe) que se paseaba por la Plaza de Mayo con un pollo de plástico.
Se abrieron varias causas que incluían los delitos de malversación de caudales públicos y pago inadecuado de las cámaras frigoríficas. Pero en 1995 Mazzorín fue sobreseído.
Hoy el horizonte no es judicial, sino electoral. El Gobierno empezó con un plan para intentar "llegar" al final de su mandato y no tener que irse antes como Alfonsín o Fernando de la Rúa. Fracasó. Pero ahora es Sergio Massa el candidato más sólido que tiene el peronismo para competir por retener la presidencia y su desafío es mayor. La situación es desesperante para ellos en cuanto a la continuidad en el poder, y lo es para la sociedad que ve caerse a la clase media a pedazos, aumentar gente en condiciones de indigencia y consolidar la pobreza.
Hay apuro. Pero lo que devuelve el espejo del pasado es una imagen opaca y triste.