Caras y más-caras de la política
El profesor José Jorge Chade, de la Fundación Bologna Mendoza y una reflexión útil para activar los pensamientos propios en temporada electoral.
"De lo que se trata no es de cambiar de pastor, sino de dejar de ser ovejas...". Estanislao Zuleta.
Leyendo esta cita del eximio pedagogo y filósofo colombiano Estanislao Zuleta, pude hacer la siguiente reflexión también dentro de la sociopedagogía:
Pareciera que en quienes practican la política estén latentes dos personalidades opuestas pero igualmente perniciosas: el déspota ilustrado y el pastor-oveja que sigue al rebaño. El primero -normalmente un intelectual o pseudo intelectual prestado a la política- está convencido de que actúa por el bien de todos, que todo es posible e inmediato en la medida en que se lo permitan. En el mejor de los casos no logra nada, en el peor provoca desastres materiales o políticos; Suele terminar, a veces, olvidado, abrumado por los insultos, las burlas y la ira de quienes lo habían engañado. A menudo estamos ante almas tan ingenuas como presuntuosas y a veces hasta generosas, pero ignorantes de la complejidad de las cosas humanas. Hay dos formas de defenderse de este primer tipo de político: una imponiéndole al menos dos años de psicoanálisis antes de confiarle cargos gubernamentales para sacar de su inconsciente esa personalidad latente que le lleva a creer que lo sabe todo; el otro para hacerle hacer el aprendizaje político necesario antes de asignarle tareas políticas.
La segunda personalidad, aunque opuesta, es igualmente dañina. Este segundo tipo de político no tiene ideas ni trata de tenerlas. Y de momento no sería una tragedia ya que la empresa los propone de forma autónoma. El problema es que por miedo a no ocupar el cargo -que es todo lo que tiene y quiere- frena cualquier innovación y se rodea de gente parecida a él, pero más estúpida para que no le hagan daño.
Estas dos personalidades políticas son frágiles frente a la corrupción. El déspota ilustrado porque es engañado inocentemente por los que saben los trucos del oficio y le dan lo que quiere. O porque, tarde o temprano, cae en el desánimo y la decepción, por lo que, como todo apesta, mejor nos adaptamos.
El pastor-oveja porque, al no tener ideas, es presa fácil de quienes se lo proponen y garantiza negocios a cambio de mantener su puesto. Afortunadamente no todo el mundo es así y también hay gente experimentada, modesta, capaz y concretamente innovadora. Sobre ellos debemos apostar en este momentos sociopolítico de nuestra Argentina