Maduro, como un Videla fanfarrón

Piden "que muestre las actas" mientras a la vista, en vivo y en directo, tienen los fusilamientos, las detenciones ilegales, la desaparición de personas que se oponen al chavismo y las amenazas a los que piensen diferente. La dirigencia política argentina e internacional ofrecen solo excusas y no solo porque aprecien al régimen de Maduro, sino probablemente porque algo le deben.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

¡Qué actas ni actas! Gran parte de la reacción institucional y política internacional resume su opinión en torno a lo que sucede en Venezuela tras las elecciones del 28 de julio en un "mostrar o no mostrar las actas con los resultados de cada centro de votación". ¿Lo hacen porque son ingenuos o porque algo le deben?

Es evidente que ese tema ya fue superado: las mostró la oposición y le dio ganadora, por amplio margen.

Pero inclusive si Nicolás Maduro cediera a la presión, en este juego perverso que realiza su régimen y terminara de fraguar las famosas "actas" o certificados electorales, y exhibiera algo al mundo, ¿se terminaría allí el "problema"? 

No.

En Venezuela están fusilando gente en las calles, deteniendo a opositores y muchas personas están "desapareciendo", cosa que los argentinos ya conocimos en lo que no dudamos en llamar "dictadura" y que a muchos dirigentes les cuesta verbalizarlo al hablar de Venezuela.

Como una epidemia de Síndrome de Estocolmo, sectores que aquí todavía analizan la política en términos de la persecución sufrida en los años '70 y '80, se actúan embobados de amor por el chavismo, régimen que utiliza los mismos métodos que caracterizaron al sistema que se puede identificar con Jorge Rafael Videla, pero que, a diferencia suya, hace alarde de ello, en forma pública y se exhibe como todopoderoso, hasta convenciendo a líderes del mundo que lo que ellos ejercen es una "democracia".

Ya era suficiente con saber que 8 millones de venezolanos se tuvieron que ir del país porque "sobraban" ante los ojos del chavismo, y los chavistas locales de cualquier parte del mundo infantilizaron el tratamiento de ese desplazamiento humano discutiendo el número: al igual que los "desaparecidos" del Videla y sus cómplices, no importa tanto si "desapareció" a 30 mil, 8 mil o mil, lo grave es que lo han hecho.

En Venezuela estamos ante un presente sanguinario que debe detenerse, acompañado por los paisitos del Caribe que dependen de lo que se le cae del bolsillo a Maduro y actúan en la inoperante OEA enceguecidos por ello; o por la dirigencia latinoamericana que sobrevalora el hecho de que haya convocado a elecciones, sin importarles demasiado el resultado fraudulento o que ante comicios anteriores se los haya desconocido sistemáticamente, hasta eliminando órganos como el Parlamento.

Maduro y sus cómplices internos y externos jugaron primero con la población como un gato contra un ratón: imponiendo su grandilocuencia hasta que consiguieran fugarse o murieran de miedo o inanición.

Pero ahora está a la vista que implementa "grupos de tareas" para el secuestro y desaparición de personas, filmados en vivo y en directo; que fusila manifestantes luego de dejarlos exhaustos tras golpearlos cobardemente en una relación de 10 a 1, en plena calle o que amenaza a los que se atrevieron a ganarle en las urnas con la cárcel, fanfarroneando con la suma de los poderes.

Pedirle, como lo hacen muchos dirigentes argentinos e internacionales "que muestre las actas" es una excusa, una forma de apoyar la continuidad de la eliminación de toda persona que no le responda ciegamente al chavismo. Es como si a Videla, a nivel general, se le pidiera que mostrara las condenas a los que mató y desapareció, y que con eso bastara para perdonarle todo el mal que le hizo a la argentina la última dictadura en 7 años.


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