Macri, ante el PRO centrífugo mendocino
El expresidente Mauricio Macri llega a una provincia que lo aplaudió durante su gestión, pero lo espera un partido que atraviesa una crisis interna, con disidencias y discusiones que traspasan sus muros y se hacen en público.
El PRO en Mendoza se enfrenta al desafío de volverse una especie de "movimiento" o seguir los pasos de uno de sus partidos "padres", el PD, de reducirse como una salsa para alcanzar a sazonar a muy pocos comensales.
Es que sus peleas internas están alimentadas no tanto por corrientes de pensamiento como por odios personales. Algunos pueden estar alimentados por pretensiones no satisfechas, otros por viejas facturas del pasado y aun podría suceder de que haya flujos de personalismo exagerado o todo lo contrario: de cierta anarquía ingenua en algunos de sus integrantes.
El asunto es que visto como una energía en acción, su fuerza rectora es la centrífuga: expulsa, ya sea queriendo o sin querer.
Ya no es aquella ilusión de los empresarios que se querían meter en la política para sanearla. De hecho, los que hoy lo están intentando apuntan a golpear las puertas de otras fuerzas.
Al PRO se lo percibe como un partido enojado con todos, hacia adentro o hacia afuera, y probablemente sea que toda la fuerza asume como propia la personalidad de su líder más fuerte, el inconforme y discutidor Omar de Marchi. Aunque también Macri encontrará en él a un militante con una elevada vocación y ambición de poder, que ya mismo dice a quien quiera oírlo que será de nuevo candidato a gobernador, y así, hasta ganar.
Los radicales se quejan de él, pero lo hacen también sus adversarios internos, que ya no dudan en abandonarlo, luego de no haberlo podido vencer en comicios internos. Y hay quienes hasta dudan en torno a de qué lado de la grieta juega.
En esta situación poco tiene que ver Mauricio Macri, quien llega a Mendoza a presentar su libro y, con ello, a recuperar terreno personal. Pero le toca asumir su rol político. ¿Podrá unir las piezas dispersas de ese rompecabezas?
Por lo pronto, si hubiese un "entusiasmómetro", probablemente marcaría que su llegada causa menos algarabía y concatenación de eventos que lo que generó Patricia Bullrich, a quien esperaban con un acto en cada esquina, muy diversos sectores que la ven despierta y activa y poco tienen para reprocharle.
En torno a la imagen de Macri al momento de su llegada, valga un dato a tener en cuenta: la encuesta exclusiva de Memo y Mendoza Post elaborada por la consultora internacional MORE Innovación, acaba de arrojar sobre uno y otro: Bullrich con 88% de conocimiento y 51% de aprobación; Macri con 93% de conocimiento y 23% de aprobación.
Claro que estos datos involucran a toda la sociedad y no es un mapa de los aprecios y desprecios internos del PRO.