Los márgenes son escasos para el plan económico del Gobierno

Las repercusiones en Argentina de los aranceles impuestos por Donald Trump en 180 países parecen un alivio para algunos sectores nacionales, pero en realidad el golpe podría venir por el lado de las materias primas.

Juan Pablo Rotger
Analista macroeconómico en Mariva Research Licenciado en Economía UBA, maestrando en UTDT, lleva cinco años trabajando en consultoría macroeconómica. Especializado en temas monetarios y financieros, con un enfoque multidisciplinario

El presidente Donald Trump detalló el miércoles pasado las tasas de aranceles recíprocos estadounidenses a las que se enfrentarán más de 180 países y territorios bajo su nueva política comercial. El plan impone un gravamen del 20% de la Unión Europea, 46% a Vietnam, 32% a Taiwán y el 34% a China, que se suma al 20% ya existente, lo que lleva el arancel total a Beijing al 54%. 

Será interesante seguir de cerca la evolución de la curva de rendimientos de la deuda del Tesoro norteamericano. Por el momento, no está claro cómo reaccionaría la Reserva Federal si estos aranceles desencadenaran una estanflación en Estados Unidos. Por ahora, para todo 2025, los mercados asignan un 34% de probabilidades a un recorte de 100 puntos básicos; un 30% a 75 puntos básicos, incluso un 17,5% a 125 puntos básicos. Esto es especialmente relevante para Argentina, ya que el país necesita recuperar el acceso a los mercados internacionales de deuda. Por supuesto, las tasas del Tesoro más bajas ayudan en este sentido, pero no así un mundo más adverso al riesgo. Seguir atendiendo los vencimientos de deuda con reservas internacionales es completamente insostenible.

El impacto directo de los aranceles en Argentina no debería ser tan grave, pero el golpe indirecto podría ser considerable. A la Argentina se le aplicó el gravamen mínimo del 10%. Además, algunas de las principales mercancías exportadas a Estados Unidos han quedado excluidas del régimen arancelario general, como los metales preciosos, el acero y productos químicos. Por lo tanto, no esperamos que la economía de Argentina sufra un golpe masivo por la reducción del comercio con Estados Unidos. 

Sin embargo, el gran golpe vendría de la caída de los precios en las materias primas. Los futuros del petróleo en particular están bajando un 7% en un momento en que Argentina acaba de convertirse en exportador neto de energía y se prevé que siga aumentando sus exportaciones de petróleo y gas en los próximos años.

Los precios de productos agrícolas también podrían verse afectados si grandes países importadores como China, Japón y México toman represalias. Como economía una pequeña y abierta, rica en recursos naturales y con un mercado interno relativamente chico, el crecimiento de Argentina está directamente vinculado a sus términos de intercambio. Por lo tanto, una recesión en Estados Unidos y las turbulencias del comercio mundial perjudicarán las perspectivas del país.

El vulnerable estado del sector externo agrava las cosas. Con unas reservas internacionales inferiores a 5000 millones negativas, la situación es grave. Como mencionamos la semana pasada, un aspecto clave de la estrategia global era recuperar la confianza del mercado, lo que llevaría a un mayor flujo de divisas hacia las arcas del Banco Central. Este shock negativo no ayuda en este sentido.

Las autoridades insisten ahora en que la estrategia oficial es robusta ante este tipo de shocks, debido a la sanción fiscal, monetaria y cambiaria. El desembolso del FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y otros fondos internacionales que se espera supere los 15.000 millones de dólares a corto plazo, deberían bastar para proteger el plan del Gobierno de cualquier shock negativo a las expectativas. Pero si el periodo de turbulencias se prolonga mucho más, tememos que la estrategia oficial se vea amenazado. Los márgenes son escasos por el momento.

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