La Ley Micaela y el adoctrinamiento feminista
Qué implicancias tiene que se forme a las diversas instancias del Estado sobre la cuestión de género. Un análisis de Emiliana Lilloy.
En estos días y a raíz de un tuit de una funcionaria del gobierno surgió un debate en torno a la Ley Micaela, acusándola de parcial por tratarse de un adoctrinamiento feminista. Esto disparó una serie de planteos de lo más variopintos en donde quienes se oponen a la implementación de la ley encontraron un espacio fructífero para criticar a "las feministas" y sus ideas "alocadas" sobre la desigualdad histórica y actual entre varones y mujeres.
Aunque el planteo fue fuertemente combatido y no tuvo aceptación de la gente, sabemos que la resistencia a formarse en perspectiva de género de ciertas personas que ocupan cargos públicos y algunos/as jueces y juezas no es nueva.
La abogada catalana feminista Encarna Bodelón deja constancia de ello en su libro "Violencia de género y las respuestas de los sistemas penales" (2013) en donde realiza una serie de encuestas a las personas que integran el sistema penal (jueces/zas, abogadas/os y operadores de justicia etc), preguntándoles entre otras cosas, si consideran importante capacitarse sobre violencia y perspectiva de género. Las respuestas son de todo tipo, pero quienes se niegan o resisten a formarse, reflejan un desconocimiento total sobre el tema o unas ideas o preconceptos que se acercan bastante a la misoginia. Ambas cosas, son quizás, igual de peligrosas en personas que están decidiendo sobre la vida y destino de otras.
Una de las respuestas más impactantes que puede leerse en su trabajo de investigación, es la de un juez o jueza (porque no se revela el género de quien responde) que dice algo así como "que nunca va a asistir a formaciones en este sentido porque esto sería adoctrinarse a favor de las mujeres y eso no corresponde a su función que es juzgar con imparcialidad a todas las personas como iguales"
Y en este sentido nadie puede estar más de acuerdo con el juez o jueza en cuanto a la necesidad de su imparcialidad, pero lo que no se está entendiendo y justamente por eso mismo se necesita formación, es que el feminismo o la perspectiva de género no implica inclinar la balanza a favor de las mujeres en detrimento de los varones ni generar privilegios a estas últimas. A esta frase tan irrefutable de la o el juez, también le falta agregar la premisa de que juzgar como iguales a dos personas que no son iguales y que se encuentran en diferentes posiciones de poder, económicas, psicológicas etc por razones estructurales, no hace más que llevarnos a una injusticia y lejos está de ser imparcial.
Por el contrario, lo que se intenta transmitir a través de las formaciones (en este caso, las que establece la Ley Micaela) es el entendimiento de los distintos puntos de partida que tenemos varones y mujeres por el hecho de haber nacido tales. Las desigualdades creadas artificialmente por un sistema que asignó roles, tareas, actividades y obligaciones basadas en nuestros sexos biológicos que juegan "sí" en detrimento de las mujeres, y que poco a poco estamos cambiando. Finalmente, buscan que quienes son nuestros/as representantes o quienes tienen la potestad de impartir justicia en nuestras vidas, entiendan cuáles son las estructuras de la violencia sobre las mujeres, basadas justamente en estas desigualdades. ¿Para qué? Para que puedan generar políticas públicas o tomar decisiones que lejos de perpetuar la injusticia social y simbólica, la desarmen, promoviendo medidas que sin conocimiento de las causas de la desigualdad no podrían jamás llevarlas a cabo.
¿Es esto adoctrinar a nuestras/os funcionarias/os y jueces/zas?
Sin perjuicio de las acepciones que podemos encontrar de la palabra doctrina, más o menos podemos coincidir en que en el uso común de la palabra significa "Un conjunto de ideas, enseñanzas o principios básicos defendidos por un movimiento religioso, ideológico, político, etc. Así en nuestro imaginario aparecen casos como la doctrina social de la iglesia, doctrina marxista, doctrina peronista, etc.
El feminismo o la teoría feminista viene a mostrarnos una perspectiva diferente de la realidad. Nos invita a mirarnos como seres que fuimos construidos a través de la educación, tomando como base de distinción nuestro sexo (entre otras, clase, raza etc) y puestos en una posición según una creencia o idea. Nos enseña que no hay un destino determinado por tener unos u otros órganos genitales (el hogar o la vida pública) y que todas las personas podemos o debemos acceder a las mismas oportunidades sin importar nuestros sexos.
Ilumina allí en donde antes no veíamos, donde los mandatos culturales se nos hacían invisibles y reproducían desigualdades. Finalmente pone el foco en las causas de las desigualdades y nos avisa sobre cosas que dábamos por hecho o considerábamos naturales y que en realidad vienen impuestas desde la cultura, desde una idea.
¿Es esto un conjunto de ideas, pensamientos, enseñanzas defendidos por un movimiento político? Pareciera ser que sí. ¿Es el feminismo un movimiento social y político? Sí. Podría ser entonces que quienes critican al feminismo por querer adoctrinar a la sociedad, finalmente tengan razón. Desde esta perspectiva, el feminismo sería algo así como la doctrina de la igualdad social, sostenida por un movimiento que aboga por la erradicación de la violencia de género y el acceso a las mismas oportunidades por varones y mujeres.
Nos han descubierto y ya no podemos ocultarlo. Lo que no saben las personas que agreden constantemente a los feminismos, es que las feministas anhelamos tanto como ellas que el movimiento desaparezca. Porque ese día será aquel en el que la igualdad no será una idea o un motivo de lucha, sino algo tan natural en nuestra cultura, que nuestro movimiento perderá sentido.