La política mendocina, entre los jugadores profesionales, el ascenso del semillero y los apostadores empedernidos

Hay diferentes posibilidades de presentación de personas, personajes, partidos y espacios en las elecciones legislativas de este año. No queda mucho tiempo para que se defina, pero reina cierta confusión. Una clasificación antojadiza, pero que abre la discusión.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

En el ejercicio de la política una cosa es ser amateur y querer ingresar a ese mundo, con un listado de posibles loables objetivos (sanearla, aportar otras miradas, representar a otros sectores) y algo bastante diferente es practicar el amateurismo. En este último modo ya no se trata de un proceso de enseñanza/aprendizaje, sino de mostrarse siempre ajeno al juego, tal vez hasta despreciándolo. 

Con esto no se repudia a la "mala política", sino que se insulta a la institucionalidad que requiere de fuerzas políticas capaces de poner a sus mejores mujeres y hombres en el ejercicio del poder, la negociación de las leyes que nos regirán, la gestión de la cosa pública, entre muchas otras tareas que requieren de honestidad, es cierto, pero también de probidad y capacidad.

En cada oportunidad de elección de autoridades (en este caso, legislativas) aparecen los protagonistas de siempre y los que quieren meterse, que se dividen entre los que podríamos llamar y diferenciar así (y cuando se coloca "los" es un genérico que también incluye a "las"):

- "Los que siempre quieren meterse y no entran": Insisten, pero la ciudadanía no los vota. Se quejan por ello de "la política", pero no son avalados por el voto. ¿Cómo ingresar al poder si no es por decisión de la ciudadanía?

- "Los que nunca estuvieron": Gente que miró desde afuera el ejercicio político y de la gestión pública (que son dos coas distintas) y que quiere sumarse. Hay de los que tienen buenas intenciones y de los otros, los que quieren ser parte del una especie de "club de los que sacaron provecho" a su paso por la administración o representación en los poderes del Estado.

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- "Los que siempre estuvieron": ¡Qué dilema! Los queremos nuevos pero también habilidosos. Aquí entra una vieja discusión: en qué cargos y bajo qué condiciones aguantaríamos que un/a dirigente esté mucho tiempo en el mismo lugar y por qué. Se pregunta entonces: ¿es una carrera la política, en la que se aprende, escala y ejecuta con experiencia y sabiduría? Probablemente si esa persona satisface en todos los aspectos, nadie se quejaría de su continuidad. Y las dudas aparecerán cuando ofrezca facetas oscuras o muestre las uñas hegemónicas y poca habilidad para el cargo.

- "Los idílicos": Los que creen poder aportar nuevas formas de ejercicio tanto en la gestión partidaria y del Estado, con nuevas herramientas, pero no consiguen energía para hacerlo y se quedan en la planificación. O su debut resulta horrendo a la hora de tener que tomar contacto con una sociedad que, advierten sorprendidos, no es como la que soñaban.

- "Los iluminados": Los que creen saber exactamente qué hay que hacer, cómo y cuándo, y se niegan a discutirlo. Presumen de tener todas las respuestas y carecer de dudas. Mucha jactancia y poco sustento. Terminan detestando a la política y buscando atajos por fuera de los usos, costumbres y hasta de la Constitución.

Puede haber muchas más clasificaciones, ya que esta es una enumeración antojadiza, pero lo importante del sistema democrático es que todas puedan existir al mismo tiempo y nada ni nadie les impida jugar en el juego de elegir y ser elegidos.

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Pero para hacerlo, hay reglas que cumplir: viejas o nuevas, novedosas o mañosas, son las que hay y para cambiarlas, hay que ganar el juego.

En este camino es donde se van quedando aquellos que, lejos de ponerle el cuerpo a los equipos, son meros apostadores desde afuera.

Por esto hay que comprender que muchos de los que se dicen defensores de "una nueva política" no son más que ludópatas empedernidos que buscan en dónde colocar sus intereses para ver qué rédito (egocéntrico, económico o sensorial) perciben.

Y en este esquema se mueve Mendoza por estos días, a poco menos de un mes del cierre de listas en el que se sabrá qué saldrá de la ensalada de propuestas, ocurrencias, alternativas y apuestas que dan vueltas a diario.

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