Impulsando al capital

"Es hora de terminar con los infantilismos, y repensar el país, con una base empresaria, social y política, que siente las condiciones de un cambio cultural profundo", sostiene Carlos Sala, autor de esta nota.

Carlos Sala

¿Es posible una argentina que nos llame de nuevo, a vivir con orgullo en ella? Sí, es posible. Por cierto, es necesario que una serie de obstáculos que hoy nos impiden tener una idea de progreso y desarrollo sean resueltos. La coalición gobernante deberá solucionar la contradicción existente, de si promueve las ideas del impulso de la iniciativa e inversión privada, o si, por el contrario, las desalienta, las persigue y las combate.

Salvado los obstáculos, minoritarios, la dirigencia debe avanzar en un acuerdo sobre ciertos puntos que por varias décadas se mantengan en el tiempo. No tendremos el país que pretendemos de la noche a la mañana. Se necesita un crecimiento sostenido de 2 o 3 puntos del PBI durante un par de décadas y el afianzamiento de instituciones que sean garantes del juego limpio, con reglas claras y sanciones para quienes las incumplen.

En especial, debemos entender al capitalismo como el motor de una sociedad que, al compás de aquellos acuerdos de los poderes estatales, genere riqueza genuina, desarrollo productivo y empleo formal.

Diseñar un sistema tributario que, en lugar de asfixiar al emprendedor, al empresario, a las pymes, los oxigene con incentivos y sin temor que sus inversiones serán "usurpadas"

La argentina debe superar una vieja idea que de tanto repetirse puede pasar a ser parte de nuestro ADN. La cultura de ver en el capital al enemigo, el repetir que el "capitalismo es la causa de todas las inequidades".

Muy por el contrario -exceptuando al capitalismo prebendarlo del Estado- el resto, el que toma riesgo y produce, es el que necesitamos que se afiance. Hace falta un shock capitalista, como por estos días ha señalado el presidente del radicalismo, Alfredo Cornejo, que permita a la clase media empobrecida recuperar su histórico rol y a los sectores del trabajo, hoy marginados y viviendo del insoportable gasto fiscal, tener acceso al trabajo genuino.

Impuestos o "tributos" como el ridículo ataque a la riqueza, que implica una doble imposición prohibida por nuestro sistema tributario con anclaje constitucional, es mucho más que un nuevo impuesto. Es una pésima señal, un crimen, para el que invierte o quiere invertir. ¿Para qué invertirían? Si mientras el capitalismo piensa en el desarrollo del país, en sentar las bases de un círculo virtuoso, en el que todos ganen, un grupo político por la "izquierda" les manotea ilegítimamente el bolsillo.

Medidas como estas, auto satisfactorias del dogma político-religioso de los nuevos y pseudoprogresistas, en lugar de avanzar hacia el futuro, nos regresan al pasado. Detienen el flujo de inversiones posibles y lentamente nos conducen a terapia intensiva

Es hora de terminar con los infantilismos, y repensar el país, con una base empresaria, social y política, que siente las condiciones de un cambio cultural profundo.

El dilema es: "Capitalismo o pobrismo estatal". No es muy difícil saber cuál extremo del dilema, nos hará una Argentina grande.

EL AUTOR. Carlos Sala es concejal por Cambia Mendoza eb Luján.

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