Porque nada mejor que un buen vino para contar una buena historia...

Juan Marcelo Calabria y su columna sabatina "Vinos & comidas". Esta vez, retoma el origen de la "gobernanza del agua" y su pionero, José de SanMartín.

Juan Marcelo Calabria
 Porque nada mejor que un buen vino para contar una buena historia...

En el vasto paisaje de la viticultura mendocina, cada botella de vino es un testimonio auténtico de la tierra que la vio nacer y sobre todo del esfuerzo en un territorio que no regala nada, donde los recursos no sobran y donde todo se hace al pulso del trabajo, la creatividad y la innovación. El agua, nuestro recurso vital, está íntimamente ligada a la historia de Mendoza, a tal punto que la historia del agua es la historia de la vida misma. 

Este recurso vital ha sido cuidadosamente gestionado desde tiempos remotos, permitiendo que la región se convierta en un oasis productivo en medio de un entorno árido y desafiante. La importancia del agua y su manejo adecuado han sido fundamentales para la producción agrícola de calidad, especialmente en la vitivinicultura, donde cada gota cuenta para crear vinos excepcionales. Y por eso hoy desde vinos y comidas, queremos contar esta breve historia: "Porque nada mejor que un buen vino para contar una buena historia".

El vino, al igual que todos los productos agrícolas, es un reflejo directo del entorno natural del que proviene, y ningún elemento es más esencial para su producción que el agua. En nuestra provincia, donde la viticultura es una de las actividades más antiguas y fundamentales, el agua ha sido históricamente un recurso valioso y disputado. Este recurso no solo ha sustentado la vida y la agricultura, sino que también ha dado origen a una compleja estructura de poder y administración conocida hoy como la Gobernanza del Agua. 

La importancia del agua para la producción agrícola en esta región se remonta a tiempos ancestrales, y uno de los hitos más significativos en esta historia es el Bando del Agua del 25 de octubre de 1815, emitido por el Gobernador Intendente de Cuyo, José de San Martín. En 2022, tuvimos el honor de colaborar en la puesta en valor de esta histórica disposición, subrayando su relevancia continua para la gestión sostenible del agua en Mendoza.

Hace más de una década, en el libro: "San Martín Modelo de Líder Americano", 1era. Edición Bs. As. 2014, destacábamos muchas de las decisiones y actos de gobierno impulsados por el General San Martín como Gobernador de estas tierras, una de ellas fue sin duda el impulso a la agricultura a partir de la extensión de la superficie irrigada para aprovechar las acequias y canales existentes en la geografía mendocina, preocupándose por su cuidado y limpieza. 

En ese sentido, dictaba el 25 de octubre de 1815 el bando que cambiaría para siempre la gestión del agua en la región, estableciendo normas claras para su distribución y uso, asegurando que este recurso vital fuera gestionado de manera equitativa y sostenible. San Martín, consciente de la importancia del agua para la agricultura y, por ende, para el cultivo de los productos mendocinos, entre ellos el vino, implementó medidas que permitieron el desarrollo de una agricultura y viticultura próspera en la región.

El bando en cuestión declaraba: "Siendo de necesidad indispensable fijar principios ciertos que arreglen por una justa proporción lo que cada propietario de fundos rústicos debe contribuir por el goce del agua de esta ciudad, cuyos propios sufren por este defecto un déficit notable"

Esta visión de equidad y sostenibilidad permitió que los cultivos y en especial las viñas de Cuyo florecieran, estableciendo una base sólida para la producción de vinos que, con los años, alcanzarían una gran calidad. Además, el decreto ordenaba: "No pudiendo arribar á este orden sin un conocimiento exacto de la proporción de terreno que comprende cada finca, ordeno y mando se observen los artículos siguientes: Todo poseedor de tierras, bajo del riego de la acequia de ciudad (incluyéndose hasta la menor quinta) entregará al comisionado respectivo según el derrotero del margen en el término de un mes contado desde esta publicación, un diseño o planta sujeta a escala que demarcando la figura y extensión de su finca con sus términos y deslindes a todos rumbos, demuestre exactamente el número de cuadras que comprende". Esta medida aseguraba, no sólo un primer relevamiento del uso del suelo y sus recursos, en términos actuales, sino y sobre todo un control riguroso y justo del uso del agua, vital para la prosperidad agrícola de ese momento y el actual.

Una vez establecido este orden, se prohibía a todos los propietarios expandir sus cultivos sin la previa autorización del regidor juez de aguas. En tanto que el incumplimiento de esta norma resultaba en la pérdida del terreno labrado o su valor, que se destinaba en partes iguales al denunciante y a las obras hidráulicas. Además, cualquier intento de ocultar terrenos en la mensura resultaba en una multa equivalente al valor de la tierra oculta, aplicada de la misma manera. De esta manera San Martín cumplía dos grandes objetivos para aquel momento, el cuidado de este recurso central y ordenamiento de los terrenos disponibles, por un lado, y recaudar fondos para la hacienda pública por el otro, recursos que necesitaba para la gran tarea de la formación del Ejército Libertador y su titánica epopeya del Cruce de los Andes.

Desde los profundos cimientos de la historia de Mendoza, cada copa de vino que disfrutamos hoy es un tributo a aquellos esfuerzos históricos. Las viñas de Cuyo, regadas por las aguas que San Martín ayudó a gestionar, producen algunos de los vinos más preciados del mundo. Estos vinos, nacidos de los diversos oasis de nuestra tierra, poseen una personalidad y características únicas. Cada botella narra una historia de resiliencia, adaptación y la inquebrantable relación entre el esfuerzo humano y la naturaleza. Una de esas tantas historias la conforman los cientos de barriles de vino y aguardiente mendocino que a lomo de más de 110 mulas cruzaron la cordillera para abastecer al Ejército de los Andes.

Es por ello que, en virtud de este gran compromiso histórico, las decisiones actuales sobre la administración y distribución de este recurso vital deben seguir la responsabilidad de aquellas primeras disposiciones. Es crucial sumar una amplia participación y consenso ciudadano de todos los sectores y rincones de la provincia, prestando especial atención a la voz de los productores de todos los oasis: Mendoza Este, Valle de Uco, el Norte y sus secanos, y el Sur con su impronta particular. Ninguna voz puede quedar fuera en las nuevas reglas y normativas que regirán los destinos del agua para el presente y futuro, especialmente considerando la responsabilidad que tenemos hoy con las generaciones futuras.

Al descorchar una botella de Malbec, Bonarda, Tempranillo, Cabernet Franc, o un Chardonnay, Sauvignon Blanc, o quizás un Pinot Gris, y también algunas de nuestras variedades criollas como moscatel, cereza, criolla grande o criolla chica en sus cortes y blends, no solo disfrutamos de un excelente vino, también nos conectamos con una rica historia que se remonta a siglos atrás. Celebramos la herencia de una región que ha sabido aprovechar sus recursos naturales para crear algo verdaderamente extraordinario: el vino mendocino y cuyano. En definitiva, el vino, como venimos sosteniendo desde un enfoque cultural y patrimonial es mucho más que una bebida. Es una puerta a historias fascinantes, a tradiciones arraigadas y a momentos históricos que han moldeado nuestra cultura. ¡Salud y a disfrutar Mendoza!

Por Juan Marcelo Calabria: marcelocalabria@yahoo.com.ar 

 Porque nada mejor que un buen vino para contar una buena historia...

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