Femenino - masculino, ¿guerra o transición?
Jorge Rozen, psiquiatra, en una extensa columna de opinión, propone: "Pensá si te da lo mismo compartir una cena, una conversación, un abrazo, una ida al cine, unas vacaciones, una relación sexual, o la vida con alguien que sea igual a vos o con alguien diferente -y, aclaro, no creo que esta pregunta se limite a los heterosexuales-".
Comencemos con un párrafo de "Las benévolas" una novela escrita por Jonathan Littell: "Los hombres no controlan nada, no dominan nada, que todos son unos niños e incluso unos juguetes que están ahí para el placer de las mujeres, un placer insaciable y tanto más soberano cuanto que los hombres creen que controlan las cosas, creen que dominan a las mujeres, siendo así que las mujeres los absorben, desbaratan su dominio y disuelven su control para, en última instancia, tomar de ellos mucho más de lo que ellos quieren dar. Los hombres creen de buena ley que las mujeres son vulnerables y que de esa vulnerabilidad hay que aprovecharse o que hay que ampararla, mientras las mujeres se burlan, de forma tolerante y amorosa o despectiva de la vulnerabilidad infantil e infinita de los hombres, de su fragilidad, de esa friabilidad tan cercana a la pérdida de control permanente, de esa amenaza perpetua de desmoronamiento, de esa vacuidad encarnada en una carne tan fuerte. Y por eso es, sin duda, por lo que las mujeres matan pocas veces. Sufren mucho más, pero siempre tienen la última palabra".
Esta cita, no nos invita a un paseo por ideas livianas y políticamente correctas, en mi opinión va a la médula de un conflicto que hoy está en la superficie dolorosa del ser, ha emergido de un modo intenso, explícito y de diferentes modos traspasa toda la sociedad y nuestra época.
¿Demasiado virulento y actual para abordarlo? Tal vez, pero entiendo que poner palabras a lo reprimido, decir aquello que la educación, las normas sociales consideran inadecuado, da una oportunidad a generar algún debate, en definitiva es mejor discutir este tema que reforzar una posición ya tomada con un silencio torvo o indiferente.
Las mujeres y el poder
Las mujeres pueden parir hijos, dan la vida, y este dar la vida implica significaciones diferentes, una está relacionada con que dan su vida, en los comienzos del siglo XX, antes de la aparición de los antibióticos, morían en el parto más del diez por ciento de ellas, imaginen como era antes de esa época. También dan la vida de otra forma, criar un hijo es dar por entero todo el tiempo y la cabeza: "no duermo, tengo los pezones agrietados, no tengo ni tiempo de bañarme", y así por años, muchos, y no se trata sólo de la lactancia, además los ideales culturales cada vez piden más preocupaciones y ocupaciones que alcanzan la hoy prolongada adolescencia de los hijos. La otra significación de "dar la vida" es que en sus entrañas comienza la vida y que durante nueve meses su interior es nuestro único mundo, este hecho es un misterio incomprensible para los hombres, no importa el nivel intelectual o sensibilidad, pueden ser padres, obstetras, psicoanalistas y, aunque hayan acompañado muchos embarazos, no logran asirlo en plenitud, esto es así porque simplemente no tienen en su historia como "especie", ni en la individual, a dónde remitirse -si nunca hubiéramos visto el color amarillo, cómo haríamos para describirlo, podríamos hablar de la longitud de onda que refleja, sólo tenemos la explicación científica, como las que da el obstetra o el psicoanalista, pero de la experiencia no saben nada, no la tienen ni en la cabeza, ni en el cuerpo, los hombres son ignorantes, en una dimensión vivencial del origen de la vida y es probable que por esto secretamente -inconcientemente- se piensen inferiores a ellas. Cometo un error al decir "especie", debería decir género?, o se trata de una fisura, "grieta", inherente a la especie? Cuántas veces hemos escuchado y vivenciado que hombres y mujeres somos tan diferentes, ahora viene a mi memoria el titulo de un libro: "Las mujeres son de Venus, los hombres son de Marte".
Esto deja una impronta muy poderosa en todos, mujeres y hombres venimos de un útero, nuestra vida comenzó allí, estamos determinados por ello, por ese vínculo en el que por largo tiempo éramos uno y dos a la vez -¿no hay en el amor una nostalgia perpetua relacionada con esto?-
Ví una película, "Desobediencia"es el titulo. Comienza con un comentario sobre El Génesis -Dios creó el universo en cinco días y el sexto lo dedicó a crear las bestias y a ellas les entregó el instinto, a través de él ellas le son fieles. También creó al hombre y a la mujer y a ellos les otorgó el libre albedrío que implica la libertad de elegir, que a la vez, es un precioso don y una pesada carga-. Entiendo que La Biblia fue escrita por seres humanos, por lo tanto, tal vez, es una de las mayores expresiones de la cultura. Somos seres culturales, los humanos nacemos muy prematuros y carecemos de la carga instintiva para sobrevivir, un cachorro de otra especie sabrá buscar la teta por sus propios medios, los humanos no, debemos ser asistidos por el otro, si no nos asisten en todas las necesidades, abandonados, morimos. Esta dependencia del otro nos hace seres culturales y así como recibimos el alimento, también recibimos el lenguaje y con él los ladrillos con los que construimos el pensamiento. Hasta la idea que tenemos de nosotros mismos, en el principio, tal vez por mucho tiempo, o toda la vida, somos y dependemos de lo que el otro ve en nosotros. En gran medida, es la madre la que nos constituye como humanos y todo eso ocurre en el día a día de la niñez. Los eventos más formativos y gratificantes de la vida familiar, las tradiciones, la ceremonia de la comida en una mesa familiar da mucho más que la nutrición concreta. ¿Por qué decimos "matrimonio", históricamente ligado al origen de la familia y derivado de la palabra madre? Porque, por milenios, fueron ellas las que estaban a cargo de la crianza. ¿Podemos inferir, entonces, que existe una superioridad en el papel, en la influencia desempeñada por la mujer sobre los hijos y por lo tanto en la cultura?
Los hombres y el poder
Es posible, que los hombres, con esa "vulnerabilidad infantil e infinita", con ese desconocimiento del origen de la vida, que de algún modo, los hizo inferiores, excluidos de la crianza, de la transmisión de la cultura, nostálgicos del útero, de la caverna cálida que los protege, quedaron más expuestos a intemperie, a lo que vieron en la naturaleza, el cielo, las tormentas, el rayo, el poder de los animales. Entonces, compensatoriamente, por reacción, crearon una cultura machista, con Dioses a su imagen y semejanza, con las mismas atribuciones que nuestros impulsos básicos, Eros y Thanatos, vida y muerte, tan buenos que los protegían de todo, tan crueles que, por ejemplo, exigían el sacrificio del primogénito. Crearon religiones politeístas, para los griegos sí habían Diosas, pero el trono estaba reservado a Zeus y luego terminó por prevalecer el monoteísmo, con un implícito, Dios tiene el género masculino, se reza el Padre Nuestro, pero la religión es para todos, hombres y mujeres, tal vez, por ello, la humanidad se olvido "de la vulnerabilidad infantil e infinita de los hombres" y se la adjudicó a la mujer. Merece, este tema, referirse a qué hizo la cultura machista con la sexualidad-sensualidad-erotismo:
Se instaló esta idea, aun vigente para muchos, si una mujer es muy dispuesta a dar y recibir placer sexual, es porque ha estado con muchos hombres que le enseñaron y, por lo tanto, no es de confiar, no es la que se debe elegir como pareja, porque no es la que garantiza que se es el único hombre, ni tampoco el progenitor de un posible hijo. La consecuencia, es negarle a la mujer que tiene deseos, sensaciones y fantasías sexuales propias, hablar hoy de masturbación en la mujer es bastante dificultoso, y la verdad es que ellas, cuando no están paralizadas por la represión, son más sutiles y conocen mejor que los hombres la capacidad erógena del todo el cuerpo, ellas pueden ser mejores guiando a los hombres en el mundo de la sensualidad. Recuerdo que hace un tiempo, solía escuchar, con mucha más frecuencia que ahora, a pacientes varones de alrededor de cuarenta años que se quejaban de sus mujeres porque eran aburridas, en la cama siempre pasivas -evitando pasar por "putas"- y también en sus conversaciones, puros pañales, jardines de infantes y supermercados.
La cultura machista también condenó al hombre con la palabra impotente -con un implícito, no es lo suficientemente hombre- dado lo visibles que son sus genitales, a diferencia de la mujer, cuando está excitado, muestra una erección y cuando tiene un orgasmo deja una prueba concreta. Tiene que demostrar que es "potente" -es un examen que debe aprobar, en definitiva, una presión que quita el placer y complica más las cosas. Hoy, el uso de medicamentos está bastante generalizado, hombres de todas las edades los usan, para tener mejores erecciones, para retardar la eyaculación. No existe la razonable posibilidad de que con ciertas parejas, o en ciertas situaciones afectivas de pareja, o simplemente por estar cansados, las ganas no aparezcan, suelo escuchar hombres que en diferentes contextos, tienen toda la variedad de desempeños sexuales.
A lo largo de seis años de carrera, en una facultad que considero de excelente nivel, nunca se mencionó el clítoris, frecuentemente el lugar donde se enciende el placer en la mujer, -como si se hubiera practicado una ablación simbólica del mismo, y a la vez, nos horroriza que en algunos lugares de Africa y Oriente se practica la mutilación- nunca se habló de la fisiología del orgasmo y nos limitamos al aparato reproductivo y urinario, la sexualidad fue ignorada y tiendo a pensar que no fue ninguna autoridad la que prohibió tales temas, fue la cultura vigente. Hoy me pregunto si esto habrá cambiado en las catedrales del conocimiento médico y psicológico.
La violencia: (debo aclarar, que en algunos párrafos de este punto correspondería el uso de lenguaje inclusivo, pero, confieso, por ahora me resulta ajeno) Algunos intentan la posesión más absoluta de la pareja, tienen celos hasta de los hijos, intentan un poder totalitario que si es desafiado, al poner en evidencia su "impotencia""de su fragilidad, de esa friabilidad tan cercana a la pérdida de control permanente, de esa amenaza perpetua de desmoronamiento, de esa vacuidad encarnada en una carne tan fuerte", surge, reactivamente, la explosión de violencia, el abusador psíquico o físico. También existe otra versión, bastante común, sin violencia física, pero muy humillante, que consiste en castigar mediante el poder económico.
Algunos, en mi experiencia, predominantemente mujeres, haciendo pie en su poder sobre los hijos -"Sufren más, pero siempre tienen la última palabra"- crean un "Síndrome de Alienación Parental", conocido en el ambiente judicial y entre psiquiatras y psicólogos, a mi entender, esos niños que, a veces, declaran escenas nunca ocurridas, no mienten, recordemos que parte del psiquismo, se forma con comunicaciones de inconciente a inconciente, creo, también, que tampoco siempre se trata de madres o padres fabuladores o mentirosos, hay que ver lo que trae consigo el derrumbe de una pareja, el ser antes amado, se convierte en lo más deleznable, odiado y al que hay que destruir, creo que todo esto se vive como una verdad y se les trasmite a los hijos como tal, se construyen verdaderos mitos acerca de abusos, violaciones, promiscuidad, mezquindad y violencia. No digo que no existan, por supuesto que existen, pero, en mi propia experiencia, y cada vez con mayor frecuencia, he tratado pacientes, algunos tiempo antes de ser denunciados, a los que vi funcionar bien en la relación con sus hijos y luego quedaron al borde del colapso por tales acusaciones, cuanto más grave, impensable e infundada es una acusación es más difícil defenderse de ella, la víctima se paraliza, pierde la capacidad de defenderse y la inunda un sentimiento de vergüenza y dolor, entiendo esto como un modo del Síndrome de Estocolmo.
También, se procura hacer el mayor daño económico posible, no es que se pretenda más para si y los hijos, sería más sano, impiden un arreglo entre las partes y utilizan la justicia como herramienta de castigo, aparecen gastos enormes: abogados, peritos y etc., etc., que en definitiva perjudican a todos los que formaron una familia. A la par de que disminuyeron los hombres que se aburren con sus parejas, aparecieron los que dudan acerca del amor de ellas, ven actitudes seductoras un tanto indiscriminadas, una manera de relacionarse con los hombres, que promete, promete y a ellos los desvela un interrogante: ¿son elegidos, son amados por ellas? ¿Hay algo de venganza en esta actitud, en este cambio de roles?
Qué compartimos los hombres y las mujeres: Dijimos que nacemos carentes de instintos, pero sí venimos cargados de pulsiones: Impulsos que carecen de un engrana de conducta y por lo tanto, nos hacen absolutamente moldeables por los deseos y actitudes de los otros, en definitiva por La Cultura. Son las pulsiones de vida y de muerte (por ello las relaciones de pareja no suelen ser la paz perpetua), en general estas se fusionan, como ejemplo: ¿Una relación sexual, es sólo un acto de amor y ternura? ¿Alguien, mujer u hombre, en el fragor de la pasión, no se llevó o dejó alguna marca en el cuerpo? ¿Sería esto pura violencia?-
Todo esto tiene consecuencias fundamentales:
- No estamos determinados exclusivamente, por la Biología (genética, hormonas y anatomía).
- No somos enteramente buenos, ni tampoco enteramente malos.
-Además, algo muy importante, también somos lo que podemos aprender viviendo.
¿A dónde vamos?:
Tengo un amigo que disfruta del conocimiento de la filosofía oriental. Un día me preguntó esto: ¿cuál es el opuesto a la paz? Inmediatamente pensé en la guerra, pero como era muy obvio, me quedé pensando, entonces él me dio la respuesta: Es el desorden, porque el desorden trae la guerra.
Hay cambios, no sé si comenzaron con "Casa de Muñecas" la obra teatral de Ibsen, con las mujeres trabajando en las fábricas de armamento durante la segunda guerra mundial, o con la aparición de la pastilla anticonceptiva. Tal vez estos pequeños, o no tan pequeños, cambios, vienen sumándose desde La Biblia misma y el lugar asignado a Eva y a Adan -algo suena raro, ¿debería haber escrito, como siempre se hace, Adan y Eva?-son cambios cuantitativos, el poco a poco de toda la historia. Pero, hoy, no tengo dudas, asistimos a cambios cualitativos, ya no hay lugar para los nostálgicos del orden anterior, no se hagan ilusiones, ya es una realidad.
¿Pero la guerra le conviene a alguien?
Por ahora hay mucha reacción ante los cambios, por parte de ellas y ellos, mucho ruido, mucha violencia. Entonces, ¿nos despedimos y cada cual por su lado, ¿y los hijos?, ¿bastará con que sigamos el ejemplo de la oveja Dolly? ¿La relación entre ambos sexos tiene por único fin la reproducción?
¿Hay, ahora, más bien estar en las mujeres, en los hombres?
¡No! Creo que la guerra terminará por hacernos más estereotipados, menos humanos y felices. No hay vereda de enfrente, psíquicamente todos somos bisexuales, todos tenemos aspectos femeninos y masculinos, entonces ¿hay diferencia entre mujeres y hombres?
La respuesta está en vos, pensá si te da lo mismo compartir una cena, una conversación, un abrazo, una ida al cine, unas vacaciones, una relación sexual, o la vida con alguien que sea igual a vos o con alguien diferente -y, aclaro, no creo que esta pregunta se limite a los heterosexuales-.
En definitiva, vivir entre iguales parece más fácil, pero termina por empobrecer y empequeñecer a las personas-. Un buen vínculo crece, se recrea y ama las diferencias. Espero, que todo esto sea una transición que nos lleve a un nuevo encuentro -nuevo por diferente- y no a una guerra que destruya todo.