Cuando los dueños de la política quieran, como respuesta a todo
Si algo nos está demostrando la pandemia es que gran parte de los problemas que tiene la Argentina tienen su origen en el manejo de los dirigentes políticos que toman decisiones con el manual electoral sobre la mesa.
La Argentina no avanza al ritmo que debería por su potencial hace décadas. Algunos especialistas buscan las razones, pero el ciudadano común tiene muy claro qué es lo que sucede. El país se mueve al ritmo que los actores de la política deciden y en la medida que sus manuales electorales o de populismo decidan.
Acá no es necesario nombrar a ningún sector, porque a cada uno le toca lo que cada uno sabe que hizo en la medida que tuvo el poder para tomar decisiones en las últimas décadas.
Sin embargo, la administración actual es un reflejo clarísimo de que las cosas ocurrirán "cuando la política quiera". Sólo un día después de rechazar una idea de la oposición en el Congreso, el presidente firmó un DNU que aceleró y abrió caminos para poder cerrar las negociaciones y por fin acordar la compra de la vacuna de Pfizer (además de otras).
Es decir, sólo hizo falta la decisión del presidente o de quién lo haya decidido, para que se avanzara con un decreto que fue capaz de abrir las puertas que Ginés y su equipo cerraron con una pésima gestión durante todo el 2020 y que sólo fue posible eliminar gracias a un escándalo.
Todo es peor cuando la secretaria Legal y Técnica "se pone el parche antes de la herida" y asegura que no se entregó soberanía, ni nada, a cambio de poder avanzar con las negociaciones con los laboratorios y se escudó en la confidencialidad para evitar dar mayores explicaciones.
De esta forma, no sabremos en qué cedió el gobierno, porque claramente algo que antes había negado ahora lo entregó, porque de otra manera no se hubiera avanzando en la firma de un DNU si no tuvieran claras chances de concretar la compra de Pfizer y otras vacunas a las que no se ha tenido acceso.
Pero este caso puntual es sólo una muestra más de lo que puede hacer el poder cuando quiere solucionar cuestiones que son fundamentales para la población. En este caso seguramente alguna encuesta electoral no está resultando del todo bien, a pesar del avance del plan de vacunación, lo que hace necesario intentar otro tipo de impacto y la llegada de Pfizer podría ser ese golpe que esperan.
Las malas administraciones políticas, por diversas razones que van desde el populismo hasta la corrupción, son las grandes responsables de todos los males y los problemas estructurales que tiene la Argentina hace décadas. Las reacciones tardías y la negativa a abordar de manera seria y responsable -por el efecto negativo que pueden tener ciertas medidas en el frente electoral- tienen al país en la cuarta división de la economía mundial y más del 40% de la población viviendo en la pobreza.
Argentina está donde está por sus dirigentes políticos y la forma en que manejan el país hace décadas, dejando también la puerta abierta a formas de actuar de sectores importantes (como algunos de la economía), que se acostumbraron a funcionar en un país anormal en el que pueden hacer lo que se les cante.
No es extraño que en otros países de la región, con muchos menos problemas que la Argentina, la población se haya manifestado -sin justificar la violencia de algunos casos- exigiendo lo que estamos hablando, que la política se moviera al ritmo de las necesidades de la gente y no con el manual electoral en la mano. Acá, eso se ve lejano, porque en cierta forma el ciudadano también se acostumbró a funcionar así
Por ahora, seguiremos discutiendo la política partidaria como si nos cambiara la vida, cuando en realidad es un juego de pocos que no impacta en nuestra realidad porque no estamos hablando de estadistas, sino de funcionarios y militantes que van de un lado a otro, como una calesita que da vueltas con los mismos caballos y siempre en círculo.