¿Estamos perdiendo?
"Los datos matan el relato, la curva se aplanó. Si se sigue con la misma política significa que el objetivo no era aplanar la curva, ¿cuál era?", escribe Eduardo Rivas, en los seis meses del primer caso positivo en Argentina.
Con la llegada de la pandemia de covid-19 a la Argentina se estableció una dialéctica bélica para comunicar a la sociedad la realidad sobre la temática. Así cobraron actualidad frases como ‘combate del virus', ‘en la primera línea de fuego', ‘lucha sin cuartel', ‘en la trinchera' que buscaban emparentar una cuestión sanitaria con una cuestión bélica.
Así entonces, para poder analizar la comunicación apelé a mis recuerdos sobre la temática, y remiten a la Guerra de Malvinas en 1982. Ya sea porque se convocó a un vecino de mi barrio para incorporarse a las Fuerzas Armadas, por cantar cada día al entrar a la escuela la Marcha de las Malvinas, o por escribir carta a los soldados en el reverso de la etiqueta de galletitas Tita, mis memorias infantiles sobre la guerra se centran en eso. Con el tiempo sumé el análisis de la comunicación oficial, y oficiosa, que contaba en Argentina el desarrollo del conflicto.
Bajo el control tenaz de la dictadura militar el discurso era único y repetía y propalaba el mensaje oficial que se sintetiza en aquellas tapas de la Revista Gente y los mensajes del periodista Nicolás Kazanzew, ‘Estamos ganando'. La realidad era muy diferente, pero la prensa local, alguna por imposición, otros por conveniencia e incluso algunos por convicción, repetían día tras día la realidad ficcionada por el Gobierno en lugar de ofrecerle a la ciudadanía la información veraz. Sin embargo había quienes no repetían como loros la palabra gubernamental, y el mejor ejemplo de esta posición, aunque no el único porque también fue muy honroso el papel desarrollado por The Buenos Aires Herald, es el papel desarrollado por Radio Colonia, que desde el Uruguay esquivaba el cerco de censura instaurado en la Argentina.
Curiosamente por estos días ocurre una situación similar, aunque en democracia y sin censura previa, en donde se busca implantar un mensaje único sobre la realidad de lo que acontece con la pandemia de COVID-19, pero a diferencia de lo ocurrido 28 años atrás son muchas las ‘Radio Colonia' que exhiben la realidad tal cual es y no tal como la quieren contar. Lo más llamativo es que el mensaje es el inverso del utilizado por el semanario de Editorial Atlántida, pareciera que el mensaje que se quiere imponer hoy es el ‘Estamos perdiendo', aunque matizado en algunos momentos por algunos atisbos de optimismo moderado en pos de no dar todo por terminado.
Seguramente análisis más profundo logren desentrañar la razón de ser del porqué de esta lógica comunicativa, nosotros nos limitaremos a exponer la realidad, que no es triunfalista ni derrotista, es realista basada exclusivamente en la información oficial del Sistema Nacional de Vigilancia Sanitaria, es el dato que vence al relato.
Pasados cinco meses del primer caso positivo, se cumplieron el 3 de septiembre, entendemos oportuno hacer un repaso de la situación.
El relato
Diariamente desde el 5 de marzo, y con dos emisiones cotidianas desde el 24 de marzo, el Ministerio de Salud de la Nación informó a la ciudadanía el avance de la enfermedad sobre dos ejes, la cantidad de contagios y la cantidad de fallecidos. En ambos casos realizando una apertura de la información por distrito.
Inicialmente de manera poco sistematizada, y manteniendo un mismo criterio desde finales de marzo, uno puede ver en cada informe la cantidad de casos confirmados en el día.
Cuando la secuencia informativa se grafica, uno encuentra una lógica que se reproduce semana tras semana. Un comienzo de semana con muchos casos, una regularización a mitad de la misma, un segundo crecimiento hacia el final de la semana y una caída en el fin de semana, y un recomienzo la semana siguiente.
En términos generales esa fue la lógica de información hasta ahora, con crecimientos constantes entre una semana epidemiológica y la siguiente. Siempre más casos. Siempre más muertos.
Desde el inicio de la pandemia se replica la misma lógica en una espiral ascendente en donde la semana siguiente pasa por un estadio similar al de siete días antes pero con mayores indicadores. Esa ha sido la constante de los anuncios gubernamentales. Pareciera que se quiere exponer que cada vez se está peor, realidad que no siempre tiene un correlato en los datos duros. Ya se sabe, dato mata relato.
Sin embargo desde el anuncio de Alberto Fernández, junto a Axel Kicilloff y Horacio Rodríguez Larreta, el pasado 14 de agosto, el horizonte comenzó a modificarse. Discursivamente se buscó brindar cierto optimismo en el futuro y una perspectiva de mejora que buscaba contrapesar el sentimiento ciudadano de ‘cada vez peor'. Pero esto no tuvo correlato en la comunicación oficial que parecía mostrar que ‘seguimos perdiendo la batalla'.
Así entonces resultan incomprensibles las medidas gubernamentales, puesto que lo que públicamente se ve es que cuando recrudecen de manera dramática los contagios y las muertes, se avanza en el sentido inverso al que el sentido común indica. Y las informaciones que trascienden es que el grupo de infectólogos asesor del "gobierno de científicos" promueve que no se avance en mayor distensión de la ‘cuareterna'.
¿Por qué entonces se avanza en otra dirección? En nuestro análisis hay al menos dos explicaciones posibles.
La primera de ellas es que hay un ‘humor social' que reclama menor aislamiento, tanto por cuestiones sociales como económicas. Es innegable que la sociedad está cansada de las medidas anunciadas aquel lejano 19 de marzo, y pretende recuperar parte de la ‘vida' entregada en pos de la salud pública. Todos los análisis cuantitativos del comportamiento social indican por estos días que las mayores preocupaciones de la sociedad ya no son el temor el contagio de COVID, en parte gracias a las consecuencias del propio aislamiento que logró aplanar la curva, sino que recobraron fuerza los desasosiegos en materia laboral, económica y de seguridad, principalmente.
La segunda, y quizás más importante, es que la ‘realidad real' no es la que nos cuentan. Que la verdad pasa por otro lado y que los anuncios oficiales no son más que una puesta en escena para intentar modelar la reacción popular. Para ello recurriremos a los propios datos hechos públicos por el Gobierno Nacional.
Los datos
El Decreto 117/16 (http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/255000-259999/257755/norma.htm) firmado por el entonces Presidente de la República Mauricio Macri, titulado "Plan de Apertura de Datos", que establecía que cierta información gubernamental debía ponerse a disposición de la ciudadanía por entender que la ciudadanía tenía derecho a tener disponible, y con fácil acceso, información básica del devenir del Gobierno y el Estado Nacional. Este Decreto se complementó con la ley 27275 (http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/265000-269999/265949/norma.htm) de ‘Derecho de Acceso a la Información Pública' que establece quince principios básicos que establecen la razón de ser de este derecho.
Así entonces desde el 21 de mayo, aunque con algunos cambios e intermitencias, en www.datos.gob.ar todos tenemos al alcance de un click los registros de COVID-19, los casos sospechosos, los positivos y los fallecidos, entre otra información relevante a fin de establecer estadísticas de comportamientos, y cuando esto se hace se encuentra que la realidad ya no es como se muestra. Reiteramos, dato mata relato.
Cierto es que cada vez hay más casos y más muertos, pero la curva de tendencia no es tal como se anuncia en la comunicación oficial. La diferencia central es que los datos que se informan son los datos registrados, no los datos confirmados en el día de la fecha. Así entonces si hay un retraso en la carga, un ‘cuello de botella', y en un momento determinado se cargan varios casos de varios días en simultáneo, se termina por reflejar una imagen que no se ajusta a lo que efectivamente ocurre en tiempo real, puesto que si bien los datos del total acumulado son los mismos, la distribución diaria no es la misma.
Para decirlo de manera sencilla y tomando un ejemplo simple, no es lo mismo siete días en lo que se incrementa 1 caso diario, que 6 seis días de 1 caso y el día 7 presentar 22 casos, en ambos ejemplos el acumulado semanal es 28, pero la sensación en la sociedad no es la misma porque en el primer caso sería un crecimiento sostenido pero acotado mientras que en el otro sería un pico. Esto es lo que se decía que se buscaba evitar con el aislamiento y de hecho cuando uno ve el avance de casos positivos en el país se observa que, hasta el momento y en comparación con otros casos de la región y del mundo, la curva se acható, lo que no significa que deje de haber casos positivos, pero se evitó el tan temido pico repentino.
Se ve que la información pública difiere de la información publicada. Si se comparan las curvas, se ve que la realidad no es la misma, es similar, se parecen, pero no siguen el mismo camino.
¿Estamos perdiendo?
Cabe preguntarse entonces si el mensaje oficial es real o si, como hace 38 años, hay que cuestionar el mensaje oficial. Hoy Radio Colonia es www.datos.gob.ar, que es donde uno puede tomar conocimiento de primera mano de lo que realmente ocurre y se entiende entonces por qué, por ejemplo, se toman las decisiones que se toman, por qué se avanza en una distensión del aislamiento cuando la realidad parecería marcar el sentido opuesto.
Las decisiones no se toman a partir de los reportes diario emitidos por el Ministerio de Salud de la Nación, se basan en la información del Sistema Nacional de Vigilancia Sanitaria que es de donde se toma la información para la confección de los reportes diarios.
Esto, que parece un trabalenguas, es sencillo de entender cuando se comprende que en realidad lo que se intenta es generar una atmósfera que justifique la adopción de ciertas decisiones.
Para actuar honestamente, el Ministerio de Salud debería sumar a la información diaria vertida en el reporte, la apertura del día de diagnóstico o fallecimiento, para entonces sí poder tomar real conciencia de lo que ocurre que, lamentablemente, no se condice con lo que se dice públicamente por ‘cadena' como resultados de la lotería.
La realidad es más compleja que lo que se expone en esos reportes, puesto que lo que nos viene a decir la comparación de lo público y lo publicado es que en realidad la situación no era tan buena cuando creíamos que era buena.
¿Por qué entonces se busca instalar esta idea de ‘cada vez peor'? Sin dudas porque se busca generar una opinión generalizada de la necesidad de insistir con políticas que fueron útiles en un momento determinado pero que ya no surten el efecto deseado.
Los datos matan el relato, la curva se aplanó. Si se sigue con la misma política significa que el objetivo no era aplanar la curva, ¿cuál era?
Los gráficos exponen que cada vez hay más casos pero no en la medida en la que se presentan. De hecho según la base de datos no ha habido ningún día con más de 11000 casos, como se anunció el 28 de agosto, y un 33% menos de días con más 10000 casos. Además, las curvas acumuladas exponen que el crecimiento de casos fallecidos fue menos repentino que lo que se expuso y, además, que nunca hubo un pico de más de 380 muertos tal como se anunció, puesto que la mayor cantidad de fallecidos en un día fue de 155 enfermos, menos de la mitad de lo anunciado. Se pretende exhibir un pico de muertes que no se condice con la realidad.
La realidad mundial, que permitió a Argentina saber cómo avanzaba el covid-19 en otros países y poder prepararse para accionar preventivamente, demuestra que llega un punto en el que los contagios se ralentizan y disminuyen, pero no se detienen. Cambia la realidad, y debe cambiar la forma de enfrentarla. De hecho ya cambió y es preciso que cambiemos, inicialmente, la forma en la cual se comunica a la población qué es lo que está pasando, para ser creíbles.
No sirve agitar fantasmas como en el cuento de Esopo, puesto que como le ocurrió al pastorcito de aquella historia cuando lo que anuncie sea verdad ya no contará con la ayuda de nadie.
Anunciaron que el covid-19 no llegaría pronto y llegó.
Anunciaron que el pico llegaría pronto y no llegó.
Tras querer desmerecer cualquier riesgo se pasó al peligro absoluto, que quizás tenía cierta justificación en marzo pero hoy ya no tiene razón de ser, porque los datos no lo respaldan.
Es necesario entonces que se diga la verdad. Es necesario entonces que no se mienta.
Hace 210 años lo decían en Plaza de Mayo, hoy lo reafirma todo el país.
El pueblo quiere saber de qué se trata.