El laboratorio de Ezeiza y la arrolladora vocación K por los negocios espurios
La diputada nacional Claudia Najul denuncia en esta nota: "El negocio montado en el aeropuerto de Ezeiza con un laboratorio encabezado por monotributistas sin antecedentes en el sector, es una muestra más de lo que los argentinos vivimos con las vacunas y los fideos pagados a precio de asado: la predisposición gubernamental a hacer de la pandemia una oportunidad de prosperidad económica para el entorno del poder".
Situaciones de la gravedad social de una pandemia, requieren de una institucionalidad sólida y confiable para enfrentar los desafíos con la mayor eficacia posible.
La emergencia sanitaria que experimenta el mundo entero encuentra distintas respuestas políticas que a su vez cuentan con diverso nivel de legitimidad social, asociada muchas veces a la capacidad de los liderazgos político- institucionales de administrar las enormes dosis de incertidumbre, incredulidad y ansiedad que crea la pandemia en la comunidad.
Esa capacidad de administrar, está directamente relacionada con la confiabilidad de los gobernantes, allí donde los líderes cuentan además de legitimidad política con credibilidad social, la respuesta colectiva es diametralmente diferente a los países donde la distancia entre lo dicho y hecho por los gobernantes y la transparencia de la administración distan de estándares aceptables.
Ahí se inscribe Argentina. Por ese camino oscuro y sin señalizar transita con prestancia el tercer gobierno kirchnerista.
El negocio montado en el aeropuerto de Ezeiza con un laboratorio encabezado por monotributistas sin antecedentes en el sector, es una muestra más de lo que los argentinos vivimos con las vacunas y los fideos pagados a precio de asado: la predisposición gubernamental a hacer de la pandemia una oportunidad de prosperidad económica para el entorno del poder.
En la Argentina, el Gobierno no solo carece de legitimidad de ejercicio, carece de legitimidad moral y acumula casos donde su credibilidad es mellada por errores no forzados, ineficacia en el ejercicio del poder y una desaforada vocación por prácticas lisa y llanamente ilegales.
Cuatro días atrás, con los antecedentes del vacunatorio VIP aún frescos y con las aparentemente lejanas pero aún recordadas compras de alimentos al por mayor por cuatro veces más que su valor de góndola, presentamos en la Cámara de Diputados un pedido de informes para que se aclare el fondo técnico, administrativo e institucional del laboratorio montado en Ezeiza para hisopar a quienes arriban a nuestro país. Nunca creímos que la realidad nos contestaría el informe antes que el propio Gobierno, menos de veinticuatro horas después rescindieron el indefendible contrato que ellos mismos suscribieron.
Allí donde ponemos el ojo, encontramos una matriz inconfundible: pagos por encima de los precios de mercado, prioridades alteradas por favores a los entornos, negocios puestos en manos de amigos del poder. El kirchnerismo volvió con otra cara, con otro apellido, pero con sus características intactas, la pandemia es solo el telón de fondo que el destino puso para que puedan hacer lo que vinieron a hacer: señalar culpas al pasado, garantizar impunidad en el presente y construir negocios para el futuro.