Debate presidencial: el formato perfecto para el "mucho ruido y pocas nueces"

Como se esperaba Alberto Fernández no arriesgo y aprovechó cada segundo para pegarle y hablar de Macri. El presidente mantuvo el mismo discurso que tuvo durante la campaña. Los demás, más allá de algunos intervenciones que causaron simpatía, no sumaron y hasta restaron.

Aburrido, plano y predecible. El formato de debate presidencial que se implementó -por primera vez como obligatorio para los candidatos- no permitía mucho más, por lo que se hace muy difícil confrontar a niveles que permitan a los electores realmente poner sobre una balanza su voto. De ahí entonces que el debate no nos mostrara nada muy distinto a lo que conocemos de los candidatos y se transforme, desde mi punto de vista, en dos horas más que no terminan por generar un cambio sustancial en el votante.

Si tenemos que hacer una análisis, es difícil hablar de ganadores porque nadie fue a ganar nada, porque todos sabían de memoria lo que iban a decir en un formato altamente estructurado que no daba mucho lugar -30 segundos por pasada- para poder confrontar de manera real, algo que no hicieron. El impacto no creo que llegue a las urnas como sí llegó a las redes sociales, las cuales explotaron y se hicieron un festín con cada palabra de los candidatos.

Los participantes

Un Mauricio Macri que, tal como en campaña, no se sale de los libretos que ya están establecidos por su equipo y un Alberto Fernández que, con la ventaja abultada que le dieron las PASO bajo el brazo, no arriesgo e hizo una de manual.

El candidato del Frente de Todos, con un coach que sabía que no necesitaba de esta instancia, aprovechó cada segundo para pegarle a Macri cuidando el tono y los gestos. En cada intervención lo indicó levantando el dedo, pero mirándolo sólo re reojo y sin dejar de hablarle a la cámara.

Al momento de hablar de economía y finanzas, tuvo sus dos minutos y ocupó 1.15 minutos para hablar de Macri y los restantes 45 segundos para decir qué hará, pero sólo a grandes rasgos, con generalidades. Habló de reactivar el consumo, pero sin decir cómo, por ejemplo.

De esa manera Fernández evitó hablar de propuestas concretas sobre lo que hará durante su mandato, si es que se repite lo que ocurrió en las PASO y lo que dicen las encuestas camino al 27 de octubre.

Del Caño hizo lo suyo o lo que se esperaba de él, mientras que Espert y Lavagna dejaron gusto a poco. Juan José Gómez Centurión se vio durante muchos momentos descolocado y fuera de timing.

El formato

A diferencia de los debates que se hacen en otros lugares del mundo, los periodistas sólo tuvieron un rol de moderadores para que los candidatos tuvieran un orden y se restringieran al tiempo que tenían establecido. De esa manera, en ningún momento los participantes tienen la necesidad de enfrentarse a escenarios que les sean incómodos o que los obliguen a salirse del libreto.

El único momento en el que se podía generar algún tipo de discusión o frente a frente entre las ideas, era durante los 30 segundos libres que tenía cada uno después de que todos expusieran la temática establecida. Incluso ahí se evitó la confrontación porque a su turno los candidatos hablaban de temas libres y sin responder los cuestionamientos que presentaba los otros participantes.

Diferente sería todo, por ejemplo, si el periodista no tuviera un rol de moderados sino de entrevistador. En otros países los candidatos se enfrentan a preguntas directas de paneles de periodistas que tienen la posibilidad de repreguntar. Allí, los candidatos tienen que estar preparados porque no tienen una pauta previa.

En esos lugares, los candidatos ven en el debate a una parte fundamental del proceso electoral, porque una respuesta suya puede cambiar el destino de una votación. Del mismo modo obliga a cada sector político a tener planes de Gobierno aceitados y bien preparados, no superficialidades que hacen que los candidatos sobrevuelen cada tema sin estacionarse y detenerse realmente en alguno de ellos.

También tenemos que recordar que antes ni siquiera había debates, por lo que igualmente podemos decir que hubo un avance. Ahora, si queremos que el debate sea una instancia fundamental y que realmente tenga un impacto en la población y la decisión sobre su voto, tenemos que hacer que vaya más allá de las chicanas y se llegue a las cuestiones de fondo.

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