Cuarentena y compañía
Uno de los temas que emerge en medio de la cuarentena, y ahora además extendida: convivir o, en todo caso, transcurrirla solos.
El aislamiento social ha traído entre otras modificaciones en nuestras rutinas cotidianas, el hecho de patentizar nuestro escenario afectivo-vincular: estamos en pareja, solos, en una relación más o menos a distancia, casual, vivimos con la familia, con amigos, con nuestro perro...poniendo de relieve lo plenos o no que podamos sentirnos en esa condición.
Hay un costado muy oscuro en esto: son las relaciones que por tóxicas y disfuncionales, son violentas y hasta peligrosas. Varios femicidios han acontecido durante esta cuarentena como un fenómeno siempre más invisibilizado y relegado de lo que debería. Esta pandemia y su correlato de la cuarentena tendrá victimas no infectadas que no sé si estamos teniendo presentes para reaccionar y responder socialmente de un modo oportuno. No sólo mujeres, ancianos, niños sometidos a adultos violentos o abusivos, escenas familiares indeseables que quedan condensadas y hasta se exaltan por la escasez de tiempo fuera de la casa. No deberíamos distraernos con estos desgraciados hechos que si bien suceden puertas adentro y se mantienen generalmente dentro de la esfera privada de las personas, siempre expresan de un modo u otro, indicios, episodios, familiares o amigos que saben algo, historiales de denuncias, vecinos que escuchan o ven. Hoy la cuarentena puede ser para algunas personas un pequeño y angustioso infierno que se vive con indefensión. Cuántas tragedias evitaríamos si pudiésemos aprender a protegernos con un sentido colectivo...
Hay muchas historias bonitas de familias que han recuperado tiempo de juego, para cocinar, compartir las tareas escolares y aún en la incertidumbre social y económica que impera, viven esta cuarentena como un parate sano y necesario en sus vidas. Es notable el fenómeno de los padres y los docentes por wahtsapp, frente al proceso de sostener lo más posible el ritmo escolar. Muchas escenas postergadas que se concretan: gente reunida entorno a una mesa, acomodando fotos de años y años, limpiando placares y reaprendiendo a convivir estrechamente.
Hay historias de parejas que se toleraban porque se veían poco durante el día y el ritmo de trabajo, actividades sociales, gimnasio, etc. eran sus excusas perfectas para tener mucho espacio entre medio y seguir con las rutinas individuales...inclusive la de salir solos los fines de semana, los famosos viernes de solteros o las juntadas de amigos casados con ansias de aventuras admitidas a veces, otras en pleno anonimato y siempre bajo la justificación de que el matrimonio no anda bien pero la vida familiar es lo primero...No dejo de preguntarme como harán por estos días los amantes...quizá más de una pareja descubra que pueden volver a intentar estar cerca y unidos o definan su hartazgo al final de la cuarentena. Debería estar aquí mi amigo Esteban Tablón para pensar como medir estadísticamente ese fenómeno que probablemente suceda.
Hay historias de solos y solas, que expresan una profunda necesidad de comunicarse, y por estos días abundan las solicitudes de amistad, el uso de las redes para conectar con gente, los que revisan su agenda de contactos y les escriben a sus ex recientes o remotos...las reapariciones, algunas sinceras, otras nostálgicas, otras más bien en un elenco confuso de motivaciones respecto a por qué recordar a ése o ésa con quien estuve y no volví a ver. Quizá sea un tiempo muy propicio para recorrer la galería de afectos en nuestras vidas y reflexionar si realmente los desearíamos compartiendo la cuarentena con nosotros. Auguro más de una reconciliación post cuarentena y un buen número de frustrados intentos de acercamiento...
Hay historias de soledades elegidas que tienen a la cuarentena como aliada. Personas que disfrutan esta etapa de distancia social en todo sentido y que ordenan (o no) su vida interior mientras tanto. Ya volverán a relacionarse cara a cara y ojalá eso suceda con algunos esclarecimientos sanadores. Aunque estimo que la vuelta a las rutinas sociales los encontrará con algunos recelos por el contacto, los besos y los abrazos, tal vez no sea tan sencillo, volver a estar cerca de la gente...quizá también las barreras impuestas concuerden con las internas y puede que se levanten murallas en más de un caso.
Hay historias de gente con problemas pendientes, adicciones, situaciones sin enfrentar del todo, realizaciones postergadas, que en la cuarentena se cristaliza como un llamado urgente a cambiar o definirse. Gente que se encuentra pasando la cuarentena frente al más temido de los reflejos en el espejo: el de si misma y debe decidir que hacer con ello. Ojalá la insuficiencia de escapes y de excusas, motive a muchos a abordar de una buena vez ese asunto pendiente...y la cuarentena les resulte quizá un hito muy importante en sus vidas.
Cuántos costados impensados tiene esta cuarentena...
Creo que como experiencia afectiva y emocional será memorable. Lo mejor que nos podría pasar como sociedad es que sea una experiencia aleccionadora y humanizante: Que los violentos y abusivos sufran el escarnio de vecinos y cercanos, de modo que aprendamos a cuidarnos más, que las familias sanas y felices atesoren esta circunstancia y puedan revisar algunas viejas rutinas para mantenerse más unidos, más hogareños, menos atravesados por el afuera, que las radiografías que podamos obtener de nuestras relaciones amorosas nos impulsen a decisiones sanas y sinceras, que la soledad sea un catalizador para mejores y más profundas experiencias, que el aislamiento nos ayude a encontrarnos a nosotros mismos y que nuestra próxima salida al mundo nos encuentre más sensibles y más comprometidos.
Esta cuarentena resulta una regia oportunidad para descubrirnos, para preguntarnos y darnos la chance de vernos en cuarentena, compartiendo con quienes, por y para quienes. No se trata de poner nuestro mundo al revés y sumarle crisis a la crisis. Esta es una oportunidad para sincerar mi vida afectiva y mi vida interior y buscarle la vuelta, rastrear pistas que me ayuden a enfrentar mis propios y personales desafíos, éstos tan íntimos y personales que permanecen más allá de la pandemia. Son mi propia biografía.
Dice Jaspers que cuando nos preguntamos por quiénes somos, ¿quién soy yo? Esta pregunta sobre el ser, implica preguntarse ¿qué quiero yo? ¿cómo me encuentro en el mundo?, encaminándome así a un descubrimiento del sentido, a una reflexión sobre mí y sobre el mundo...despertando a una noción de mundo que estaba antes que yo y seguirá estando sin mí, por ello, la importancia de preguntarme acerca de mi paso...