Observar la realidad y con los pies en la tierra, poner las cosas en su lugar

El presidente de la UCIM, Daniel Ariosto, opina en esta columna sobre la falta de combustible que "parte de esta crisis tiene que ver, justamente, con que no se han hecho las inversiones necesarias para que la exportación petrolera, concretamente Vaca Muerta, pueda tener la producción necesaria".

Daniel Ariosto

La Argentina es un país con su macroeconomía desordenada que impacta naturalmente en la microeconomía. Las pequeñas y medianas empresas y los ciudadanos en general somos testigos y víctimas de eso.

A todos los males que nos aquejan debemos sumar que 18 provincias están evidenciando la falta de gasoil, lo que agrava la situación del transporte directamente y del comercio, los servicios, el turismo y cualquier actividad económica, indirectamente.

La guerra ha agravado la falta de combustible en el mundo, pero, en realidad, lo cierto, lo concreto y lo que nos interesa a nosotros es que los gobiernos que nos han regido desde hace varias décadas, no han hecho absolutamente nada para desarrollar una política energética acorde a las necesidades de nuestro país.

La falta de combustible prolongada en el tiempo, hace que se paralice todo: el comercio, las industrias, los servicios, absolutamente todo. Una preocupación en nuestra provincia es que en vista a los feriados largos que se vienen, la falta de combustible va a impedir el desplazamiento de los turistas, lamentablemente.

No se tiene idea de cómo se van a transportar las mercaderías, las industrias pymes especialmente, no tienen idea tampoco de cómo van a recibir sus insumos, a transportar sus productos o producir, las que dependen de este elemento.

El transporte terrestre, totalmente perjudicado. Los camiones que deben transportar mercancías, muchas veces perecederas, deben deambular por las distintas estaciones, con mucha pérdida de tiempo y en muchos casos pérdida de mercaderías. No sabemos si puede llegar al transporte aéreo.

Las consecuencias de que las distintas situaciones de la vida nos alcancen, por ejemplo, la inestabilidad mundial causada por la guerra, es que, si no estamos bien parados, nos revuelcan, aplastan y dejan en el piso. Así estamos nosotros.

Lo peor de todo esto es que no tenemos ni idea de cuándo se va a solucionar esto. No la tiene el gobierno que no sabe responder si es un problema de días, semanas o meses.

De lo que sí tenemos idea, es de la interna que tiene el gobierno nacional, de quien se va o quién se queda y el conflicto en el que están involucradas las máximas autoridades de la Nación.

Volviendo al combustible, parte de esta crisis tiene que ver, justamente, con que no se han hecho las inversiones necesarias para que la exportación petrolera, concretamente Vaca Muerta, pueda tener la producción necesaria.

Pero también, esto es consecuencia de que los precios de los combustibles están pisados. No se han sincerado debido a que el gobierno no quiere asumir el verdadero valor de nuestra moneda y para no incrementar más la inflación, no está dispuesto a darle a todas las cosas el valor que realmente tienen.

El acuerdo con el FMI exige, entre otros puntos, la baja de subsidios. Justamente eso, también hace que los precios empujen hacia arriba y si no, los productos escasean.

En Chile, por ejemplo, que es un país que tiene una moneda fuerte y una economía sana, el valor del gasoil es de aproximadamente $239 argentinos (959 pesos chilenos en promedio)

Como solución para esta crisis y para que transportistas de otros países no se beneficien del bajo costo que tiene el gasoil en Argentina el gobierno ha dispuesto cobrar un importe mayor a extranjeros que quieran cargar en nuestro país. Medida inviable por donde se la mire.

YPF vende combustible a pérdida. Es Estado como siempre insistimos desde la UCIM, funciona a pérdida (al igual que Aerolíneas y otras empresas estatales) y genera cada vez más y más gastos y emite cada vez más y más sin límites.

Si nuestra economía no se sincera, si nuestras autoridades no asumen con seriedad su papel y entienden que el Estado no puede imprimir billetes y dar subsidios sin límites, sin perjudicar la salud de la economía, no podemos salir de este precipicio, que parece no tener fin.

Muy tristemente debemos asumir que, de no producirse un cambio de rumbo, esta situación no va a mejorar. Por el contrario, es de esperar que todo empeore y el desabastecimiento se convierta en una realidad.

Siempre es momento de volver a empezar. La política no puede diseñar una economía a su medida. Es hora de observar y escuchar la realidad y con los pies en la tierra, poner las cosas en su lugar.

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