La campaña, y no el Diablo, volvió a meter la cola
El reconstructor argentino deberá enfrentar al narcotráfico, las mafias sindicales, los grupos piqueteros, el terrorismo mapuche, los falsos ambientalistas, los "colectivos" de chupasangres afincados en los ministerios de dudosa función, la corporación de jueces corruptos y lo peor de todo, miles y miles de políticos en "desuso" que no quieren vivir de otra cosa y se encuentran reciclados en los cientos de estamentos que tienen las administraciones nacionales, provinciales y municipales.
Mientras en el corazón de Europa, el valiente y digno pueblo ucraniano resiste con hidalguía la ocupación del ejército ruso, entre bombas, misiles, morteros y metrallas, el pueblo argentino está soportando otro bombardeo, no de un enemigo único, sino de una coalición formada por la inflación, la inseguridad, el desempleo, y como si todo esto fuera poco, se sumó la campaña 2023.
Por algún motivo o razón, hay gente convencida de que un ciudadano de a pie, mientras elige en un supermercado si este mes va a llevar a su casa queso para sus hijos, o se inclinará por el desengrasante de cocina que tanto le reclama su esposa hace semanas está pensando en las elecciones. Lamentablemente esta persona no miró la encuesta que publicó Larreta donde lo muestran 2 puntos arriba del pelotón, no le interesa, como tampoco le importa si los votantes del frente de todos la prefieren a Cristina sobre Alberto.
Un productor que recorre 200 km con un tanque para conseguir combustible y terminar la cosecha, un camionero que tiene que parar en todos los pueblos para ir cargando "chorritos "de gasoil, perdiendo su tiempo mientras su familia lo extraña, un jubilado que sufre y llora con su miserable haber, un enfermo que espera angustiado su cirugía postergada, padres que reniegan porque su hijo termina la primaria sin saber leer, mientras ven dos travestis por la tele cantando el himno en un ministerio, una víctima de un motochorro o un policía que aguanta impotente los insultos de pibes. Todos se sienten igual, no soportan más a la Argentina, y no piensan en las elecciones.
El hartazgo es notorio, los puñetazos a la mesa como el de Alfredo Casero ante la socarrona provocación de Luis Majul ocurren todo el tiempo. Pero por desgracia hay un alto porcentaje de nuestra sociedad que compra el circo electoral, que se entretiene con el famoso "biri biri" en vez de reclamar propuestas concretas a los opositores y exigirle un plan económico al gobierno actual.
¡Ya lo sabemos! ¡Todos quieren gobernar obviamente! Pero necesitamos saber cómo lo piensan hacer, y si son conscientes de que lo que viene no será ni con asado ni globitos. Deben convencernos de que están preparados, no solamente desde lo intelectual, técnica y profesionalmente sino que van a tener los "cojones", la templanza, la paciencia, y sobre todo la capacidad de soportar la adversidad que demandará al estadista que decida cargarse sobre la espalda el "comienzo" de la reconstrucción Argentina. Seguramente Mariupol o Jarkov en Ucrania volverán a ser pintorescas ciudades mucho antes de que nosotros podamos ver índices económicos, calidad educativa, y calidad de vida dignos de un país con los recursos naturales como el nuestro.
Alguien tiene que empezar el trabajo, sabiendo que no va a ver los resultados, tal vez sus hijos, o sus nietos lo hagan, como quien planta un roble, convencido de que la sombra plena será para que otros la disfruten seguramente.
El reconstructor argentino deberá enfrentar al narcotráfico, las mafias sindicales, los grupos piqueteros, el terrorismo mapuche, los falsos ambientalistas, los "colectivos" de chupasangres afincados en los ministerios de dudosa función, la corporación de jueces corruptos y lo peor de todo, miles y miles de políticos en "desuso" que no quieren vivir de otra cosa y se encuentran reciclados en los cientos de estamentos que tienen las administraciones nacionales, provinciales y municipales.
Solo por enumerar algunos puntos que deberíamos estar escuchando en propuestas, en vez de encuestas, como: la reforma laboral, La reforma integral fiscal y tributaria, la reforma previsional, nuevo régimen migratorio, plan de estabilización de la moneda, incentivo a las inversiones, reducción rotunda del gasto público, recorte del gasto político, reforma integral del código penal y creación de un régimen especial para menores, reforma política, además de la boleta única de papel la suspensión del derecho al sufragio a quienes permanezcan más de 36 meses recibiendo planes sociales, entre otras.
Dudo que todos los referentes que están probándose el saco y jugando con encuestas en este momento tengan en cuenta lo que les espera, porque si así fuera no tendrían el tupé de faltarle el respeto al pueblo en momentos tan delicados. No nos podemos dar el lujo de perdernos el año discutiendo candidaturas, ya llegará el 23 y decidiremos, pero falta mucho y el problemas es aquí y ahora.
La agenda electoral de nuestro país es una trampa, nos viene desviando de las discusiones importantes hace muchos años. En la situación que nos encontramos las candidaturas deben ser la última discusión, antes debemos tener en claro cuáles son los cambios necesarios, una vez identificados estos viene lo verdaderamente complicado, diseñar una estrategia para convencer a la sociedad y elaborar un plan para llevar a cabo el proceso. Con estas dos instancias superadas estamos en condiciones de escoger a los ejecutores, en una contienda electoral.
La única razón por la que este lógico y sencillo razonamiento hoy prácticamente no tiene espacio en las discusiones, es que hemos convertido la política en una salida laboral, y no en una herramienta de transformación social, entonces mantener el poder, es sostener puestos de trabajo y estructuras partidarias.
¿Nos vamos a animar a romper de una vez por todas con este vicio empobrecedor?
No lo sé, pero me alegra que cada vez seamos más los que lo decimos públicamente y que tímidamente se oigan las primeras voces que pregonan ideas liberales dentro de las opciones posibles, y en ambos lados de la grieta. El potencial lo tenemos, lo que no nos queda es tiempo..