Que ganen el bien y la libertad
Darío Lopérfido revela en su columna de este domingo: "Recuerdo una reunión con un directivo de Página 12 llamado Hugo Soriani que me propuso que yo le diera un monto determinado de pauta oficial y él, a cambio, me daba una parte del paquete accionario del diario (que yo podía poner a nombre de un testaferro)".
Milei debe terminar su pelea con los periodistas. Los periodistas deben dejar de responderle a Milei cuando los agrede. Es una pelea donde no puede haber ganadores. En esas peleas lo único que se logra es el descrédito de ambas partes. Y ambas partes tienen capítulos virtuosos y capítulos escabrosos. La política y la comunicación siempre tienen relaciones promiscuas.
Recuerdo que en los años 2000 yo manejaba una parte de la comunicación oficial y, apenas asumido, empecé a recibir llamadas de periodistas que me reclamaban su mensualidad. Averigüé de qué se trataba y me di cuenta de que se referían a un dinero que recogían en la gestión anterior (Menem). En mi despacho había una caja fuerte (después entendí para qué servía).
Empecé a responder que no tenía asignado dinero para eso y que lo sentía mucho. Recuerdo a un periodista (ya fallecido) que me dijo: "Yo no voy a cambiar a mis chicos de colegio porque a ustedes se les da por ser honestos". También recuerdo una reunión con un directivo de Página 12 llamado Hugo Soriani que me propuso que yo le diera un monto determinado de pauta oficial y él, a cambio, me daba una parte del paquete accionario del diario (que yo podía poner a nombre de un testaferro).
Hay políticos que creen que repartiendo dinero en los medios pueden llegar a lo más alto. Es un pensamiento que no siempre resulta. Larreta es esa clase de político. Hasta C5N lo trataba bien. Dilapidó una cantidad enorme de dinero público en un aparato comunicacional. Sacó el 11 por ciento de los votos.
Esto no incluye a todos los periodistas ni a todos los medios, pero sería imposible que en un país con matriz mafiosa los protagonistas de la comunicación sean todos impolutos.
A Milei pelearse con los periodistas le sirvió, pero ya no le sirve más. Argentina necesita a un Milei moderado y centrista. Tiene pocos legisladores (algunos subnormales como Marcela Pagano que le hace homenajes a Evita y a los peronistas) y necesita votos legislativos y votos populares que descreen de los malos modales. La única manera en que las sociedades toleran los malos modales gubernamentales es si a la gente le sobra el dinero, pero la combinación de malos modales y extrema pobreza no da más de sí.
Además, todos sabemos que aumentar 100 millones de dólares en gastos reservados no es solo para pagar espías. El gobierno terminó con la pauta oficial y aumentó los gastos reservados. Además, el responsable de la pauta de YPF (una cuenta de dinero enorme) es un socio de Santiago Caputo. Jugaron para la tribuna con el tema de la pauta oficial. El tema es que algunos conocemos la tribuna y los vestuarios. Terminen esa pelea estúpida donde todos pierden. En un país donde el 90 por ciento de la gente está endeudada y donde cae el consumo en los supermercados, los guapos sobran.
Los argentinos necesitan que al gobierno le vaya bien y una de las formas de que le vaya bien es mostrar empatía con la gente, hablando de los temas que de verdad importan: que la gente pueda vivir dignamente.
Llegaron, al fin, las elecciones en Venezuela. Que gane la oposición es vital para Venezuela y para todo el continente. Una derrota de la narco-dictadura venezolana sería también una derrota de la dictadura asesina cubana, de Rusia y de Irán, entre otros. Hay un mal presagio: la dictadura les prohibió la entrada a muchos legisladores y expresidentes que iban a colaborar con la fiscalización de las elecciones.
El diputado Alejandro Bongiovanni y el senador Francisco Paoltroni llegaron al aeropuerto de Caracas y fueron expulsados. Lo mismo ocurrió con un grupo de senadores de Chile, el grupo de diputados del PP español que incluía a Cayetana Álvarez de Toledo, un grupo de expresidentes latinoamericanos, y el periodista de Radio Rivadavia Jorge Pizarro. La lista es larguísima. Maduro solo deja entrar a los que van a ayudarles con el fraude. Hay una fuerza mundial que está ayudando a la máxima heroína (proscripta por el régimen) María Corina Machado y al candidato Edmundo González.
Ninguna dictadura se sostiene si no hay un grupo de gente que por ideología o por dinero (casi siempre por dinero) le da apoyo en los foros y en la prensa internacional. En el caso de la dictadura venezolana, que mató y torturó a cientos de miles, que provocó el exilio de 8 millones de venezolanos y destrozó millones de familias, siempre ha tenido el apoyo de miserables. Kirchner, Lula, Correa, las dictaduras cubanas y nicaragüense fueron algunos de ellos.
Gente horrible como Maradona o Roger Waters. Comunicadores miserables como Víctor Hugo Morales. La lista de lacras es interminable. En los últimos días se sumó el apoyo a Maduro de las Madres de Plaza de Mayo, a las que les parece mal que hayan asesinado y torturado a sus hijos, pero les parece bien que les asesinen y torturen a los hijos de las madres venezolanas. El centro de torturas más grande de América es el Helicoide y está en Caracas. Esta elección es entre el bien y el mal. Y a los que apoyen al mal debemos denunciarlos siempre. En lo personal, yo los odio. El odio es un sentimiento humano que es lícito sentir hacia los cómplices de los asesinos.
Argentina está del lado del bien con toda claridad. Algunos de los perseguidos por el régimen están resguardados en la Embajada Argentina en Caracas. Algunas cosas han mejorado en Argentina. Del apoyo de los K a la dictadura chavista y las valijas con dinero para los Kirchner llegando de Venezuela, de mano de delincuentes como Antonini Wilson, a estar del lado del bien y esperar la caída de Maduro y su troupe de corruptos y asesinos.