Al kirchnerismo lo está matando el VAR

Como en el fútbol, al kirchnerismo le está costando adaptarse a los cambios, a cumplir las reglas y practicar el fair play.

Hernán Bitar

Si quedaban dudas de que el kirchnerismo no es muy adepto a las reglas, la semana que pasó, sirvió para confirmar que para el movimiento, la trampa es la ley.

La ruina moral del kirchnerismo se explica en buena medida por la obsesión de ganar el terreno del relato, haciendo goles con la mano, como si nadie lo estuviera observando.

Por eso, es que no sorprende que esta vez, no le haya alcanzado con todos sus operadores; periodistas afines y ensobrados; minorías intensas y todos los medios creados al calor de la pauta, para evitar la caída definitiva del expresidente que prometió asado y terminó repartiendo bifes.

El kirchnerismo no toleró el avance de la redes y todo lo que se fue advirtiendo y denunciando en tiempos de pandemia, con el aislamiento dispuesto por el mismo Fernández. A punto tal fueron las tropelías, que terminaron siendo filmadas por el propio protagonista, junto a sus "gatos reservados".

El problema del kirchnerismo no son los trolls libertarios o macristas. El problema del kirchnerismo es que el relato progre, inclusivo y moderado, estuvo cada vez más lejos de sus actitudes y acciones

Bastaron las fotos de Fabiola Yañez violentada, para desbaratar la figura de Alberto Fernández emperifollado en la causa feminista, pro Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), simulando sororidad y hasta portando una corbata verde.

El movimiento inaugurado por Néstor Kirchner, pasó de la impostación del progresismo, a exhibir las peores hilachas de un conservadurismo poco ilustrado, machirulo y violento. 

El kirchnerismo pasó de proponer un modelo de igualdad de oportunidades a la sociedad, a enrostrarle sin ningún tipo de pudor sus privilegios.

La "jugada maestra en 2019", cuando Cristina eligió a Alberto como su caballo de Troya, no fue tal. No sólo por las fiestas privadas en Olivos o el vacunatorio VIP, sino por su incapacidad para gestionar el poder, la economía y generar las condiciones para el sueño de una "Cristina Eterna", como pedían buena parte de sus fieles.

En épocas en las que todo se puede medir, el kirchnerismo falseó estadísticas públicas; en tiempos de criptomonedas, revoleó bolsos con fajos de dinero; en tiempos de igualdad, denigró a propios y extraños; en tiempos de redes sociales, apostó por torpes ensobrados.

Mientras el kirchnerismo transmitió en vivo la llegada de vacunas con el relato de Víctor Hugo Morales por C5N, las redes ya daban cuenta de los negociados del exministro de Salud, Ginés González García, y cómo cientos de funcionarios se saltaron la fila para ser inoculados.

Mientras los ciudadanos tenían horarios restrictivos para circular en pandemia, según día y terminación del DNI, por Olivos y Casa Rosada, desfilaban los defensores del relato y las encargadas de satisfacer los "bajos instintos" del por entonces jefe de estado.

Pero tal como sucede en el fútbol, el margen de acción para los que juegan fuera de reglamento, cada vez es menor. En la política, hoy el VAR son las redes sociales y fuera del poder, el kirchnerismo no puede poner a los árbitros, sacarlos ni llevarse la pelota.

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